Febrero 02, 2021 / Por: Elsa Cabrera
La parte crítica y urgente de la pandemia nos la muestran a diario los medios de comunicación y las redes sociales. Pero por debajo de la ebullición de noticias, encontramos situaciones sociales que, a pesar de llevar con nosotros mucho tiempo, permanecen subyacentes a nuestra realidad diaria, pasando de generación en generación sin que la mayoría nos atrevamos siquiera a bosquejarlas.
En las semanas de encierro de los pasados meses varias de estas situaciones resaltaron no porque fueran más llamativas, sino que el vacío de las calles las arrojó a nuestra cara y tuvimos que darnos cuenta, al fin, que una parte de la población depende de un ingreso económico diario, por lo que tuvieron que seguir saliendo a la calle. Existe quien vive en soledad y el encierro agravó esa sensación. Hay personas sin hogar y, sobretodo, existe un grupo en donde todas estas circunstancias se presentan juntas: son los miembros de la tercera edad.
En esta serie de fotografías busca mostrar sus rostros, las posturas, el eterno hacer algo, un rasgo tan suyo, que nos habla de un México que nos dejó hace tiempo y reflejan incertidumbre, añoranza y sobre todo tristeza. Muchos ahora están solos en vida y es emotivo pensar que, en el mejor de los casos, sólo por un breve momento todos estarán con ellos, pero sólo para acompañarlos a su morada final.
Las recomendaciones de salud indicaban que es justo ese sector de la población el que mayor riesgo presentaba ante la nueva enfermedad, por ello debían de estar a resguardo. El hecho de que no pudieran hacerlo y de que esos meses se hayan convertido en una agravante más a su situación, o incluso en un factor para acortar su vida, debiera de llevarnos a la reflexión sobre si esto es lo que somos como sociedad. En otras latitudes se formaron redes de apoyo y suministros entre ciudadanos para proveer y cuidar a la tercera edad, aún a aquellos que no tienen quien vele por ellos. ¿Qué hemos hecho mal? Y lo más importante; ¿estamos a tiempo de cambiar?