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Una pionera de la Biología del Desarrollo en la ENEPI: Elsa Aurora Calleja Quevedo

Una pionera de la Biología del Desarrollo en la ENEPI: Elsa Aurora Calleja Quevedo

Junio 11, 2021 / Por Alejandro Hernández Daniel

Portada: Mtra. Elsa Aurora Calleja Quevedo "A 50 años de egresar de la Escuela Superior de Medicina-IPN". Cortesía de la entrevistada

 

(Primera parte)

 

La maestra Elsa Aurora Calleja Quevedo fue parte de la plantilla original de profesores que iniciaron actividades en la entonces Escuela Nacional de Estudios Profesionales de Iztacala (ENEPI) en 1975,[1] hoy conocida como Facultad de Estudios Superiores de Iztacala (FESI) de la Universidad Nacional Autónoma de México. Impartió durante varios años y a distintas generaciones la asignatura de Embriología Animal dentro de la carrera de Biólogo y después la asignatura de Biología del Desarrollo en la misma institución. Actualmente se encuentra retirada.

Indagar sobre la trayectoria de quienes fueron pioneros en la enseñanza de una disciplina específica de una ciencia en nuestro país puede ofrecer información interesante sobre sus orígenes, formación, mentores, relevancia, sesgos, tendencias, textos y/o herramientas que utilizaron en su momento, o sobre los lugares en los que se han desempeñado, así como un nombre, apellido y rostros visibles que muchas veces, con el transcurrir de los años, llegan a difuminarse.

—He leído que usted es médica de formación ¿por qué eligió estudiar medicina?

—Yo nací en Santiago de Cuba y vine a México con 20 años, en 1965. No me gustó la falta de democracia del sistema socialista cubano. Desde adolescente yo quería ser abogada, pero no tenía caso estudiar esa carrera en Cuba, donde el Poder Judicial que había sido tan independiente quedó sometido por la revolución y ya no valían las leyes, ni en México donde yo era una extranjera y la Carrera de Leyes estaba bastante desprestigiada. Yo quería trabajar en un área que diera servicio, ayudando a las personas defendiendo sus derechos. Me decidí por Medicina porque con esa carrera podía dar un servicio y ayudar a las personas. Una vez que empecé a avanzar en los cursos básicos me encantaron todas las disciplinas en las que se basa la medicina. Varios de nuestros profesores eran españoles, de los que vinieron refugiados, excelentes todos. Ingresé en la Escuela Superior de Medicina del Instituto Politécnico Nacional (ESM-IPN) en 1966.

También vino a México mi hermana, que se inscribió en la ESM-IPN. Conseguimos que nos admitieran en nuestras escuelas y, con eso, que nos dieran permiso de estar en el país como estudiantes. Llegamos con dos objetivos: estudiar y trabajar (ilegalmente) para poder traer a nuestros padres.

—¿Cómo comenzó su relación en embriología durante sus estudios en medicina?

—En la Carrera de Medicina llevé un curso de Embriología Humana. Fue un curso orientado a explicar el desarrollo humano para comprender cómo se originaban las anomalías congénitas. No fue un cuso particularmente interesante, pero fue un buen curso. Mi profesor fue el Dr. Francisco García Herrera.

—¿Cómo es que usted formó parte de esta primera planta de profesores de la ENEPI?

—Cuando terminé la carrera me casé, hice mi Servicio Social y tuve mi primera y mi segunda hija.

Posteriormente me inscribí en una Maestría en Morfología en la ESM IPN. Allí tomé un curso de Embriología cuyo programa estaba orientado hacia la Biología del Desarrollo, impartido por el Maestro en Ciencias Luis Muñoz Castellanos, quién también era investigador en el Instituto Nacional de Cardiología y Jefe de la Sección de Embriología en la ESM IPN. Ese curso fue todo un descubrimiento para mí. Quedé enamorada de la Biología del Desarrollo. Una vez aprobado ese curso, el Profesor Muñoz me invitó a participar como docente en la cátedra de Embriología Humana en la Carrera de Medicina de la ESM IPN, con un nombramiento de tiempo completo.

En esa época no se le daba la debida importancia al trabajo de investigación en la ESM y no había otra cosa que hacer que impartir las clases teóricas.

Un día, el Dr. José Luis Estephano Hornedo, que estudiaba también en la Maestría, me platicó que estaba trabajando en una escuela nueva, la entonces ENEP Iztacala, en el área de Anatomía Patológica,[2] y que necesitaban profesores (mi maestro en la licenciatura había sido el Dr. Isaac Costero). Le pedí que me llevara. Me gustaba la idea de trabajar en una escuela donde todo estuviera por hacer.

La persona que me tenía que contratar era, para mi sorpresa, el Dr. Víctor Hernández, a quien yo conocía perfectamente porque cuando éramos estudiantes de licenciatura trabajamos juntos en labores de enfermería en el Sanatorio Español. Él me ofreció un contrato por medio tiempo, pero realmente yo no quería trabajar en Anatomía Patológica. Yo quería estar en Embriología. Así es que saliendo de su oficina busqué el área física correspondiente a Embriología. Me presenté y dije que yo quería trabajar en Embriología.

Allí encontré a la Dra. Rose Eisenberg (que coordinaba el área) y a un joven profesor, Rafael Mazim. Me explicaron que en el plan de estudios aprobado para la ENEP Iztacala la Histología[3] y la Embriología Humanas estaban en la misma área y que las clases de ambas asignaturas eran impartidas por los mismos profesores, que ya tenían llena la plantilla y que no había espacio para nuevas contrataciones. Les comenté que ya me habían prometido un nombramiento de 20 horas para Anatomía Patológica, pero que mi interés era la Embriología. Todos los profesores que ellos tenían contratados venían de Ciudad Universitaria y habían sido formados como Ayudantes de Profesor de Histología Humana en la Facultad de Medicina de CU y no tenían a nadie que los ayudara con la Embriología. El joven Mazim me propuso renunciar a seis horas de su nombramiento de 40 horas para dar dos horas de clases de Embriología tres veces por semana. Yo lo acepté encantada e inmediatamente fui a renunciar al ofrecimiento de un nombramiento de 20 horas en Anatomía Patológica y decidí que, al terminar el curso que estaba dando en la ESM IPN, renunciaría al nombramiento que tenía allí de tiempo completo.

¡Eran otros tiempos!

—¿Cuáles fueron los títulos de sus tesis de licenciatura y maestría?

—No recuerdo el título exacto de mi tesis de licenciatura ni en qué caja olvidada pueda tener algún ejemplar. Fue una tesis clínica que versaba sobre una revisión de casos de ileítis[4] regional granulomatosa, ileítis inflamatoria o Enfermedad de Crohn.

El título de mi tesis de maestría fue Efecto de la carencia del gen para MIF[5] y del tratamiento con los AINES[6] diclofenaco y Nimesulide en el hueso alveolar.

No tengo estudios de doctorado. Estuve tan ocupada construyendo los cambios en Iztacala que no tuve tiempo para hacerlo. En la UNAM te pueden dar una equivalencia al grado de doctor si alcanzas requisitos curriculares y eso hice para poder progresar en el escalafón.

—¿Cómo fueron sus primeras experiencias enseñando la asignatura de Embriología Animal en la carrera de Biólogo en la ENEPI?

—En la Carrera de Biología de la ENEP Iztacala se cursaban Histología y Embriología Animal Comparada en los semestres tercero y cuarto. La primera vez que se dio el curso de Histología Animal comparada, los responsables fueron los mismos profesores médicos que daban la Histología Humana. Aquello fue un desastre. Los alumnos protestaban constantemente porque el enfoque era hacia los tejidos humanos. Era muy penoso, porque eran excelentes profesores de Histología Humana y también excelentes los estudiantes de la primera generación de Biología de la escuela. A mí me propusieron dar un grupo y no lo acepté, porque en ese momento yo estaba tomando un curso de Anatomía Comparada de Vertebrados con el Dr. Álvarez del Villar en la maestría y pensé que para dar un curso de Histología Animal Comparada debía al menos conocer la Anatomía Comparada, lo que me serviría además para detectar las lagunas de Zoología y otras disciplinas de Biología que yo no manejaba.

En el siguiente semestre, la Jefatura de la Carrera de Biología me pidió que me hiciera cargo de coordinar e impartir la materia de Embriología Comparada. Yo tenía una plaza en el área de Histología y Embriologías Humanas de la Carrera de Medicina y me autorizaron usarla para hacerme cargo de los cursos en la Carrera de Biología.

Yo acepté con entusiasmo esa responsabilidad. ¡Era precisamente lo que yo deseaba! Aunque mi interés era adentrarme en la Biología del Desarrollo y la Reproducción y no la de tener responsabilidades administrativas que, además, ni siquiera iban acompañadas de ventajas económicas.

Me planteé tres objetivos principales: conseguir profesores que pudieran manejar la materia con buen nivel, diseñar un programa para el curso y un programa de formación de profesores Biólogos que pudiera responsabilizarse de esos cursos a mediano y largo plazo.

Logré convencer a tres de mis compañeros más talentosos de la maestría, para que se fueran a trabajar conmigo a Iztacala: Jorge Tolosa Sánchez (veterinario, que daba clases de histología en la Facultad de Veterinaria como Profesor de tiempo completo), José Luis Pérez Astudillo (Médico) y José Luis Estéfano Hornedo (dentista). Todos ellos terminaron la maestría, pero en el momento en que se incorporaron a la ENEPI aún no la terminaban. Ellos me ayudaron a diseñar un programa que desde el principio les dije que debía ser de Biología del Desarrollo y en el intersemestre, antes de empezar con el primer curso, debimos diseñar un curso de Formación de Profesores, ya que los Ayudantes de Profesor no podía ser otros que los que ya estaban nombrados para Embriología Humana y nos pareció conveniente que tuvieran al menos una idea previa de los contenidos del Programa.

Cuando empezó el curso, se les comunicó a los estudiantes que, aunque curricularmente la materia venía nominada como Embriología Animal Comparada, los profesores habíamos diseñado un curso de Biología del Desarrollo. Al principio los estudiantes estaban muy predispuestos por la experiencia del anterior curso de Histología Animal Comparada, en que no hubo un día en que no fueran a protestar a la Jefatura de la Carrera, y porque les dijimos cuál era nuestro modesto y contradictorio curriculum. Sin embargo, los cursos salieron muy bien porque los profesores le pusimos mucho entusiasmo y mucha dedicación y los estudiantes también.

Para el siguiente curso seleccionamos un grupo de los mejores estudiantes que ya habían tomado del curso de Biología del Desarrollo y preparamos un curso de Formación de Profesores para que, a partir de entonces, los Ayudantes de Profesor fueran estudiantes de la Carrera de Biología. Tuvimos que solicitarle al Consejo Técnico que aprobara una excepción porque el Estatuto de la UNAM señala que para ser ayudante de Profesor hay que tener aprobado el 75% de los créditos.

—¿Qué libros de texto básico puede recordar que se utilizaba para impartir la asignatura de Embriología Animal y/o Biología del Desarrollo?

—El que más se usaba era el Balinsky.[7] No recuerdo qué otros textos recomendábamos.

 

 

[1] La carrera de biólogo en la FES Iztacala. Una mirada a su historia de Arlette López Trujillo, México, 2017.

[2] En medicina, se utiliza en el estudio de los efectos de las enfermedades en órganos y tejidos del cuerpo humano confines de diagnóstico y posterior sugerencia de tratamientos.

[3] Disciplina que estudia la composición y estructura de los tejidos orgánicos.

[4] La ileítis es una inflamación de una parte del intestino delgado conocido como íleon.

[5] Factor Inhibidor de la Migración de los Macrófagos que es importante en la respuesta inmunitaria en seres humanos.

[6] Fármacos no esteroideos que reducen la inflamación, el dolor en general y la fiebre.

[7] Introducción a la embriología de Boris Ivan Balinsky, Ediciones Omega, Barcelona, 1978.

Alejandro Hernández Daniel

Alejandro Hernández Daniel
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