De color humano

La valiosa vida de nuestros abuelos

La valiosa vida de nuestros abuelos

Agosto 27, 2021 / Por Eliana Soza Martínez

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Esta semana dudé mucho sobre el tema que debía tocar. Al final me decidí por el Día del Adulto Mayor, que se festeja en Bolivia el 26 de agosto. Fue establecido en 1978, en homenaje a la celebración de Santa Teresa de Jesús Jornet, fundadora de la Congregación de las Hermanas de los Ancianos Desamparados. Recién a partir del 2009 el gobierno dijo que quedaba modificado el nombre de la festividad por “Día de la Dignidad de las Personas Adultas Mayores” (Fuente: https://www.lhistoria.com/bolivia/dia-del-anciano-)

Quiero que reflexionemos sobre los abuelos, esos seres maravillosos llenos de magia que tocan nuestra vida de forma permanente y que se constituyen en nuestros mejores amigos, siendo los que nos transmiten costumbres y tradiciones familiares como nadie. Debemos estar conscientes que no todos tenemos el privilegio de disfrutar de su compañía.

Primero, quisiera contarles sobre mis abuelos maternos, a los que quería mucho, especialmente mi “Papito Goyo”. Encontraba en él todo el cariño que no tuve de mi padre y la dulzura que solo ellos saben entregar. A pesar de sus ocupaciones, él siempre fue protector conmigo y mis primos, tanto que nos llevó y recogió de la escuela, incluso en la adolescencia. También recuerdo sus artilugios de constructor de máquinas e inventor de ellas. Para nosotros, esas herramientas y la infinidad de objetos que guardaba, “por si necesitara”, eran verdaderos tesoros para jugar: desde conos de cartón, tornillos de todos los tamaños imaginables, hasta pequeñas botellas de vidrio.

Mientras pasaba el tiempo, de pronto sentimos que nos tocaba cuidarlos: ya cansados no podían hacer lo que hacían en su juventud. Mi abuela sufrió un ataque que la dejó postrada en su cama. De ella aprendí el maravilloso lenguaje que tenía con los mininos de la casa, de los que aseguraba eran verdaderos mensajeros, a través de los cuales se comunicaba con mi hermano que vivía al otro extremo y que acudía a atenderla cuando lo necesitaba. De mi abuelo admiré su incansable deseo de instruirse, cultivarse y de contar historias. Todavía recuerdo cómo me asombraba que a su edad disfrutara de películas en otros idiomas y la forma en que nos embelesaba con sus cuentos sobre la guerra del Chaco.

Ahora que mi madre y los padres de mi esposo son los abuelos de mis hijos, debo admitir que tengo algo de envidia. Primero, porque veo a mi mamá enamorada perdidamente de mis pequeños, incluso puedo sentir que su amor es más profundo. Lo mismo siente mi marido de sus papás. Los vemos y no creemos cómo se desviven por darles todos sus caprichos, por evitar que lloren, que se lastimen o tengan un contratiempo y es que es cierto que ellos aman el doble a sus nietos; despierta ese cariño que no pudieron tener con nosotros, uno sin la complicación de educar, sin la preocupación de horarios, con todo el tiempo y paciencia que no podían darnos por sus obligaciones.

Lo que nos corresponde, como padres e hijos, es ser agradecidos con ellos, puesto que los niños pueden disfrutar de este cariño y mimos que les ofrecen, de largas historias sobre otros tiempos, de consejos siempre sabios y llenos de amor, de conocimientos prácticos de la vida, de la transmisión de costumbres y tradiciones familiares, etc., etc.

Por esto y más cuidémoslos, ya que son una parte importante de la familia. No los abandonemos en lugares en los que nunca los tratarán como en casa. Compartamos nuestro tiempo, dejando que los pequeños les inyecten vida con su cariño y travesuras. Aprendamos lo más posible de sus consejos, démosles todos los gustos que podamos, cumplamos sus caprichos y antojos; no los preocupemos con nuestros problemas, ya pasaron por mucho. Tenemos tanto por agradecerles que no bastará la época que estén con nosotros.

Por eso, un día es poco para celebrar la vida de los abuelos, nos toca hacerlo a diario. De ellos aprendamos a ser mejores seres humanos, porque como vimos nadie es perfecto y lo que uno quiere y merece en el otoño de su existencia es mucho cariño y poder disfrutar junto a su familia la felicidad plena.

 

Eliana Soza Martínez

Eliana Soza Martínez (Potosí, Bolivia) Autora de Seres sin Sombra (2018). 2da. Edición (2020) Ed. Electrodependiente, Bolivia. Junto a Ramiro Jordán libro de microficción y poesía: Encuentros/Desencuentros (2019). Antología Iberoamericana de Microcuento (2017), compilador Carvalho; Escritoras bolivianas contemporáneas (2019) compiladoras: Caballero, Decker y Batista, Ed. Kipus. Bestiarios (2019), Ed. Sherezade, Chile. El día que regresamos: Reportes futuros después de la pandemia (2020), Ed. Pandemonium, Perú. Brevirus, (2020), Brevilla, Chile. Pequeficciones: piñata de historias mínimas (2020) Parafernalia, Nicaragua. Historias Mínimas (2020), Dendro Editorial, Perú. Microbios, antología de los Minificcionistas Pandémicos (2020), Dendro Editorial, Perú. Caspa de Ángel: cuentos, crónicas y testimonios del narcotráfico, Carvalho y Batista. Umbrales, Antología de ciencia ficción Latinoamericana (2020), Ediciones FUNDAJAU, Venezuela. https://www.facebook.com/letrasenrojo Instagram: @Eliana.Soza https://www.youtube.com/channel/UCJC8RtYxDvq0JVrb2ZIioeg

Eliana Soza Martínez
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