Ensayo
Abril 09, 2021 / Por María Teresa Andruetto
Los Skyvan fueron el orgullo, la niña bonita, de la aeronáutica irlandesa. Aviones utilitarios que permitían arrojar carga durante los vuelos, con despegues y aterrizajes cortos, ligeros, fáciles de frenar y de acelerar. Capaces de trasladar una carga total de alrededor de 1000 kilos, es decir el peso standard de entre 15 y 19 personas, aproximadamente.
La Prefectura Argentina compró varios, y esos varios se utilizaron durante la dictadura para los vuelos de la muerte. Entre marzo del 76 y una fecha imprecisa de 1982, los Skyvan hicieron aproximadamente 315 vuelos en circuitos que unen Campo de Mayo/ Aeroparque/ Río de la Plata y mar argentino; y arrojaron al vacío aproximadamente a 6,000 personas.
Como hay de todo en este mundo, existen también los spotters, aficionados que siguen la traza de aviones desde que son fabricados hasta que desaparecen destruidos, abandonados o canibalizados. Así se supo que dos Skyvan de Prefectura Argentina cayeron en Malvinas, que uno fue a parar a Luxemburgo a una compañía de filmaciones; que otros, canibalizados, siguen volando; que uno estuvo a punto de convertirse en confitería; y que otro, al que un documental de la BBC celebró como su estrella en los 40 años del vuelo de bautismo de este tipo de aviones, está en manos de las fuerzas armadas británicas.
Los aviones —todos los aviones; lo saben los que compran o venden aviones y los pilotos y técnicos aeronáuticos de todo pelaje— se venden con historial técnico de vuelo, fechas, tripulantes, objetivos, origen, destino y registro de mantenimiento de todos los vuelos. De modo que quien compró cada uno de esos Skyvan para una fiesta, para turismo o para el gobierno británico, conocía el historial de lo que compraba.
La periodista argentina Miriam Lewin y el fotógrafo italiano Giancarlo Ceraudo dieron con que un Skyvan estaba estacionado en Fort Lauderdale, entre las glamorosas playas de Miami-Dade y Palm Beach, en Estados Unidos, una pequeña ciudad conocida como la Venecia de América debido a su intrincado sistema de canales. Y ese avión tenía consigo el historial de vuelos correspondiente (entre ellos el registro de vuelos desde 1976, 77, hasta el 82 inclusive. Fechas, destinos, nombres de los pilotos). Por eso se sabe que hizo un vuelo a las 21:30 (los vuelos de la muerte se hacían de noche) del 14 de diciembre de 1977 y, por declaraciones de testigos en la ESMA acerca de los trasladados (se les decía que los llevaban a rehabilitación a una granja en el sur), se sabe también que en ese vuelo estaban las monjas francesas Alice Domon y Léonie Duquet, y la fundadora de Madres de Plaza de Mayo, Azucena Villaflor.
Se calcula, como dije, que los cuerpos dormidos con pentotal y arrojados al vacío fueron aproximadamente seis mil, pero de pocos desaparecidos se sabe que desaparecieron de ese modo, porque las fuerzas represoras habían estudiado las corrientes marinas para que los cuerpos no aparecieran. Pero una imprevista sudestada arrojó algunos cadáveres a las costas del Río de la Plata, entre Magdalena y Punta Indio. Los diarios titularon con frases como estas: Extraña aparición: Las costas bonaerenses y uruguayas vieron aparecer cadáveres que debido a la hinchazón aparentaban rasgos orientales. Los cuerpos fueron enterrados como NN y mucho después, en democracia, exhumados e identificados por el Equipo Argentino de Antropología Forense.
Al menos 14 pilotos comandaron esos vuelos. Se conocen los nombres, varios de ellos se reciclaron en la aviación comercial una vez terminada la dictadura, dos volaban hasta no hace mucho en vuelos de nuestras líneas aéreas. El 5 de octubre de 2020 comenzó el juicio por los vuelos de la muerte, actualmente en curso. Están acusados los exmilitares y aviadores Santiago Riveros, Luis del Valle Arce, Delsis Malacalza, Eduardo Lance y Alberto Conditi. En este debate oral se juzga el asesinato de cuatro víctimas cuyos cuerpos aparecieron en las costas y fueron identificados. Cuatro por seis mil. Se trata de un juicio distinto por completo de todos los juicios anteriores por delitos de lesa humanidad. Es que aquí no hay testigos directos, los únicos testigos directos son los asesinos. Pero están los aviones y con los aviones, los documentos. Y están los cuerpos, cuatro cuerpos. Hay una figura literaria que se llama Sinecdoque y que consiste en designar una cosa con el nombre de otra con la que existe una relación de inclusión, por lo que puede utilizarse la parte por el todo, el singular por el plural o lo abstracto por lo concreto. La parte por el todo. Cuatro por seis mil. Cuatro cuerpos. Los cuerpos de Rosa Novillo Corvalán, quien estaba probablemente embarazada de Roberto Arancibia, cuya esposa continúa desaparecida, y de los estudiantes secundarios Adrián Rosace y Adrián Accrescimbeni.
La desclasificación de archivos de la dictadura en 2010, el libro El Vuelo, de Verbitsky, donde Scilingo confiesa por primera vez haber participado en los Vuelos, el libro de Lewin y las fotos de Ceraudo sobre los Skyvan, los juicios de la ESMA III, en la megacausa ESMA, de 2017 y un camino de casi 40 años de lucha de los organismos de Derechos Humanos, condujeron al juicio que se tramita en estos días.
El libro de fotografías de Ceraudo se llama Destino final y tiene entre las fotos una del Río de la Plata con la mano, el brazo, de una de las Madres que esta de espaldas, apenas si se ve una parte del pañuelo.
La mano arroja un clavel a esa tumba de agua.
Arroyo Cabral, Córdoba, Argentina (1954). Hija de un partisano piamontés que llegó a Argentina en 1948 y de una descendiente de piamonteses. Estudió Letras en la Universidad Nacional de Córdoba en los años setenta. Después de una breve estancia en la Patagonia y de años de exilio interno, al finalizar la dictadura trabajó en un centro especializado en lectura y literatura destinada a niños y jóvenes. Formó parte de numerosos planes de lectura de su país, municipales, provinciales y nacionales, así como de equipos de capacitación a docentes en lectura y escritura creativa.
Ha hecho de la construcción de la identidad individual y social, las secuelas de la dictadura y el universo femenino los ejes de su obra.
Su obra literaria incluye, entre otros títulos, Stefano (1997), Veladuras (2004), Lengua Madre (2010), La lectura, otra revolución (2014), No a mucha gente le gusta esta tranquilidad (2017) y Poesía reunida (2019).
Recibió el V Premio Iberoamericano SM de Literatura Infantil y Juvenil en 2009 y premio Hans Christian Andersen, el "Nobel de la Literatura Infantil", en 2012, entre otros.
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