Ensayo

¿Por qué no creer en fantasmas, espíritus ni en tu mente?

¿Por qué no creer en fantasmas, espíritus ni en tu mente?

Febrero 23, 2021 / Por Juan Pablo Aguilar

De acuerdo con un estudio de la Universidad de Florida realizado en 2014, 80% de los estadounidenses creen en el espíritu o en el alma. Otro, realizado en 2019 por Ipsos, revela que 45% cree en fantasmas. Probablemente más de 90% cree que la mente es algo no material. En México las cosas deben ser similares: eso sugieren las encuestas de Parametría, que evidencian la desconfianza de la mayoría de los mexicanos en la ciencia y su inclinación hacia el pensamiento místico.

Cualquiera que crea en fantasmas, el espíritu o en “la otra vida” es un dualista cartesiano. Si se está más confundido y se cree que la mente es algo diferente al espíritu, entonces se es todavía un trialista o alguna especie de dualista extraviado. La ciencia y la filosofía mainstream coinciden que el dualismo es una suposición desacertada, confundida, atribulada, una tesis indefendible, impresentable, casi divorciada del honor. En las ciencias cognitivas hay quienes incluso cuestionan la existencia de algo que la mayoría damos por sentado: la mente. Para muchos científicos y filósofos, creer que hay algo inmaterial en el mundo equivaldría a creer que el moho surge por generación espontánea, o que la vida no es el proceso de un resultado biológico. Y sin embargo la mayor parte de las personas de a pie (católicos, cristianos, new age, orientalistas) siguen siendo dualistas. También son dualistas los ateos que, como reveló la encuesta de Florida, no piensan que Dios existe pero sí creen que la la mente subsiste después de la muerte. El dualismo sigue siendo muy popular en las sociedades contemporáneas. Incluso se incentiva en distintas prácticas y cursos ¿Por qué?

Para contar la historia occidental del concepto de la ‘mente’ hay que mencionar las primeras ideas prefilosóficas sobre el alma. Antes de Sócrates (470 a.C - 299 a.C), en Grecia no se pensaba que el alma fuera algo necesariamente relacionado con nuestros pensamientos, ni siquiera se creía que fuera algo no físico. Las cosas cambiaron con Platón (427-347 a.C) y luego con el Cristianismo predicado por san Pablo, que se alimentó de los textos platónicos: la idea del alma ya se parecía un poco más a lo que la mayoría de la gente entiende hoy por mente. Durante siglos se discutió si el alma era algo que moría con el cuerpo o era inmortal. La controversia sobrevivió hasta el siglo XVII. En este contexto, René Descartes (1596 - 1650) escribió sus Meditaciones Metafísicas.

Descartes es famoso por argumentar que si de algo podemos estar seguros es de que tenemos mente, y que por lo tanto existimos. También por idear lo que hoy conocemos como geometría analítica. Es menos conocido por haber tenido un romance con Helena, una criada en Amsterdam, quien le parió una hija, Francine. Se dice que Descartes fabricó un autómata con las proporciones de Francine cuando ésta murió por escarlatina a los cinco años. También se rumora que esperaba que el alma de su hija regresara y se posara sobre el autómata que él había manufacturado. Esto es relevante para ilustrar la personalidad de Descartes, un científico y filósofo que también era un hombre de fe.

Para explicar la realidad, Descartes dividió el terreno en dos: lo material y lo mental. Esto quiere decir que segun él cualquier cosa que fuera parte del Universo era algo mental o algo material. No había tercera opción. Lo espiritual era parte de lo mental; y lo no mental era algo simplemente físico. A esta postura se le conoce como dualismo de sustancias. Descartes argumentó a favor de esta tesis en la sexta parte de sus Meditaciones Metafísicas. Con el dualismo de sustancias pretendía demostrar que el alma era una cosa diferente al cuerpo, y que además era inmortal. La idea ya había sido defendida desde Sócrates, pero Descartes lo planteó como un hombre moderno, con un rigor inspirado en las demostraciones de la geometría.

El dualismo de sustancias, también llamado dualismo cartesiano, es una posición cómoda. Permite aceptar los descubrimientos de la ciencia sin comprometer las creencias religiosas. Eso explica que esta posición continúe siendo popular entre las personas de a pie, más considerando que para Descartes el alma es lo que hoy muchos entienden por “mente”. En otras palabras: basta creer que la mente no es algo material para ser un común dualista cartesiano. No es necesario creer en la existencia del alma, Dios, el espíritu u otras entidades misteriosas para ser un dualista. Mientras se crea que la mente es inmaterial, ateos y religiosos de distintos credos estarían agrupados en el mismo conjunto.

En la filosofía académica y en la ciencia el dualismo cartesiano está muy desacreditado. Tiene tan mala fama que a cualquier ocurrencia parecida se le percibe con suspicacia. Ser dualista de sustancias es como ser un vendedor de cebo de serpiente: alguien supersticioso, dogmático y lenguaraz. Pero para las personas que no se dedican profesionalmente a la filosofía, sigue siendo una posición seductora. ¿Por qué?

Más allá de mantener las creencias religiosas a salvo de los avances científicos, uno de los mayores atractivos del dualismo cartesiano es que nos libera de tener que explicar algunas cuestiones que se resisten a la ciencia. ¿Cómo pueden existir la conciencia, el libre albedrío, o la subjetividad en un universo que está compuesto por partículas físicas minúsculas inconscientes y quizá hasta determinadas?

Además, el dualismo es consistente con algunas de nuestras intuiciones. Por ejemplo, aunque muchos aceptan la idea de que el universo físico está regimentado por principios o reglas predeterminadas, no se cree que ocurra lo mismo con los pensamientos. Por el contrario, lo que se cree es que tenemos libre albedrío: que somos dueños de nuestros pensamientos y que no son la consecuencia ineludible de un evento físico en un pasado remoto, uno donde ni siquiera existíamos.

Descartes pensaba que dos cosas que tienen diferentes propiedades deben ser necesariamente cosas diferentes. Por lo tanto, si lo mental tenía características distintas a lo físico, entonces la mente no podía ser algo material. Por ejemplo, Descartes argumentó que lo físico siempre podía dividirse en partes más pequeñas, mientras la consciencia era una cosa unificada. Por eso concluía que aunque el cuerpo podía destruirse, “el alma” no.

Otra diferencia entre lo mental y lo material que subrayó tiene que ver con su “duda metódica”. Si somos lo suficientemente escépticos, podemos dudar que el mundo alrededor nuestro sea real. Podríamos pensar que estamos conectados a la Matrix. Pero de lo que no podríamos dudar es que estamos dudando, pensando, y por lo tanto existiendo. De ahí su slogan: “Pienso, por lo tanto existo”. Descartes subrayó que tenemos un acceso privilegiado a nuestros pensamientos que no tenemos hacia los objetos físicos.

Leibniz (1646-1716) también argumentó a favor del dualismo con dos confabulaciones: si te metes en la cabeza de alguien verías muchas cosas, pero no te encontrarías con un pensamiento. Y agregó que cualquiera que vea a un títere actuando como un humano, sabría que no tiene conciencia aunque actúe como tal. Sus dos experimentos mentales sugieren que el pensamiento tiene que ser algo distinto a lo material.

Debe considerarse que, para la teoría física del siglo XVII, lo material no incluía conceptos como Energía y Fuerza. Sólo comprendía objetos mecánicos e hidráulicos. Para los científicos de hace 300 años era difícil concebir que la mente fuera algo material, o que fuera provocado por algo físico.

A más de tres siglos de la muerte de Descartes, la percepción en la filosofía y en la física ha cambiado radicalmente en muchos aspectos. Creer que la mente no es algo material o al menos algo proveniente de lo material es insostenible. Mucho menos que exista otra cosa diferente a lo mental a lo que se llame espíritu. Esto no significa que los científicos no puedan profesar una religión. Sólo quiere decir que la ciencia como institución lo descarta como objeto de investigación y estudio, o como parte de la realidad.

Que el dualismo esté en bancarrota tampoco quiere decir que haya acuerdo en la ciencia o la filosofía sobre qué es la mente. Hay mucha controversia. Existen teorías, como la funcionalista, que sostienen que la mente es algo parecido a un programa de computadora, y que no importa en qué material esté ejecutado (¡y sí, que en efecto se podrían diseñar inteligencias artificiales conscientes!).

Otras teorías sostienen que los estados mentales no son otra cosa que estados cerebrales. Algunas más defienden que la consciencia en realidad no existe y que lo que experimentamos como mental es una ilusión. Argumentan que nuestros pensamientos están tan determinados como los movimientos de las manecillas de un reloj, y que la sensación de dirigir el timón no es más que una especie de artificio de nuestro cuerpo evolutivamente conveniente. También hay teorías, como la pansiquista/panexperiencialista, que sugieren que cualquier objeto físico que transmita información tiene cierto grado (primitivo) de consciencia. Otras cuestionan si las categorías mente, materia o causa, tal como las pensaba Descartes, son adecuadas para explicar la consciencia. John Searle, por ejemplo, explica que la consciencia es causada por procesos neurofisiológicos de la que también es parte, y que esto no presupone un círculo vicioso. Hay mucha controversia. Pero sobre lo que sí hay consenso es que la realidad no está compuesta de algo no material o espiritual.

¿Por qué se abandonó el dualismo cartesiano en la filosofía y en la ciencia? Hay muchos motivos.

El más famoso es el problema “mente-cuerpo”. Lo formuló la Princesa Isabel de Bohemia en una carta dirigida a Descartes. Si la mente fuera una cosa completamente diferente a la materia, ¿cómo es que una puede provocar un efecto en la otra? ¿Por qué cuando quiero mover mi mano se mueve? ¿Por qué cuando me golpeo siento dolor? Descartes explicaba que la comunicación de ambas sustancias sucedía en la glándula pineal, pero no explicó satisfactoriamente cómo esto es posible.

Si el dualista responde que hay un tipo de causalidad especial que vincula lo físico con lo mental, entonces el dualismo no sólo estaría duplicando entidades innecesariamente, también duplicaría la causalidad. Sería doblemente problemático. Violaría más de una vez la navaja de Ockham, según la cual entre dos teorías con el mismo poder explicativo es mejor la que postule menos entidades.

Otro argumento en contra del dualismo es que es más fácil explicar el Mundo si asumimos lo que hasta hoy sabemos de la física. Dado que el dualismo rechaza algunas de sus leyes más fundamentadas, entonces debe ser falso.

Por supuesto que el dualista podría responder que es posible que nuestros conocimientos de la física estén equivocados. Esto es verdad. Pero también es cierto que el dualismo podría ser una tesis completamente equivocada. Y es mucho menos problemático (teórica y prácticamente) dudar de éste en vez de dudar de las teorías físicas mejor fundamentadas. Conviene por lo tanto ceder el dualismo.

En cuanto a que dos cosas con diferentes propiedades son necesariamente cosas diferentes, este principio no parece aplicarse a los estados mentales. Por ejemplo, tal como apunta Searle, aunque no estés seguro de que tu barbero sea un cristiano fundamentalista, eso no garantizará que tu barbero no lo sea.

Y aunque es cierto, tal como escribió Leibniz, que si te metes a un cerebro no verás un pensamiento, también es cierto que si te metes en un monitor de computadora tampoco verás una imagen. Pero eso no implica que la pantalla no produzca imágenes ni que el cerebro no produzca pensamientos. También es verdad que nuestra intuición nos dice que un títere no está consciente aunque lo veamos actuando de manera sofisticada. Sin embargo, muchas ficciones nos han demostrado que un autómata con una inteligencia artificial sofisticada nos haría dudar sobre qué significa estar consciente. Saber cuándo algo está pensando o no es un problema auténtico. No se resuelve apelando a la intuición.

También hay evidencia empírica en contra del dualismo. Por ejemplo, es bien sabido que desórdenes o daños en el cerebro causan desórdenes en la mente; pero esto no debería ser el caso si la mente no fuera algo material o al menos provocada por algo material.

Hay muchos más problemas que hacen al dualismo de sustancias insostenible, pero esto no significa que se haya avanzado mucho en la explicación científica de la conciencia. El filósofo de la mente David Chalmers dice que nadie ha dado algo parecido a una explicación sobre ella, ni siquiera una altamente especulativa.

Lo importante a resaltar es que no se tienen que postular entidades extrañas para sugerir que la mente o la consciencia son un problema posiblemente irresoluble, algo fuera de nuestro alcance. El misterio, como en la mayoría de los problemas fiosóficos tradicionales, está en algo que damos por sentado.

Tampoco se debe acudir a alucinógenos, misticismo, prácticas o foros pseudocientíficos para intentar comprender la mente. Insistir en el dualismo ignorando los problemas a los que se enfrenta no sólo es una actitud ingenua, también es dogmática. El dogmatismo es común entre quienes no se contentan con el derecho a opinar, sino que piensan que también tienen derecho a que su opinión sea “la verdadera”, incluso oponiéndose a lo que sugiere la evidencia. La ingenuidad y el dogmatismo generalmente están involucrados en las creencias y las prácticas místicas. Son habituales entre quienes optan por catequizar con ellas sin discutirlas. Con esto no se sugiere que se debe ser materialista para decir algo atinado sobre la mente. Las principales tesis materialistas también están llenas de problemas y por eso es que hay teorías divergentes. Pero estas teorías son interesantes precisamente porque no ignoran los problemas y porque intentan resolverlos conceptual y hoy en día hasta empíricamente.

Aún así, algunos filósofos creen que estamos tan incapacitados para entender la consciencia y los fenómenos mentales como lo están los chimpancés para comprender la física cuántica. Que nuestra mente evolucionó para permitirnos sobrevivir, no para entender algo tan complicado como la conciencia, no los detiene de elaborar hipótesis y someterlas a consideración. ¿Tú que piensas?

Si te gusta el tema te recomeniendo Mind, a brief Introduction y The Rediscovery of the Mind, ambos de John Searle, quien argumenta que a pesar de que el dualismo está en bancarrota, también lo están las principales teorías materialistas. En este texto apenas resumí pálidamente algunas de sus ideas.

Juan Pablo Aguilar

Juan Pablo Aguilar (Puebla, 1978). Maestro en Filosofía de la Ciencia (UNAM), profesor de Filosofía en la BUAP. Se dedica al marketing y producción de contenidos en YouTube,  y produce Cliché, un canal de divulgación de la ciencia y filosofía que se transmite en YouTube, Canal 22 UNAM, Radio BUAP y TV BUAP. Tiene una publicación en Siglo XXI y en Revista de Antropología (INAH) sobre filosofía de la fotografía y de las representaciones pictóricas respectivamente.

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