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El mundo después del amor

El mundo después del amor

Febrero 09, 2021 / Por Maritza Flores Hernández

Nos adentramos en el mes del amor y de sus numerosas representaciones. Sin embargo, una pregunta previa se impone: ¿dónde se origina? Historiadores, psiquiatras, psicólogos y hasta políticos intentan su propia respuesta; ésta última puede complicarse mucho o, por el contrario, ser la más simple de todas.

Pero nosotros acudimos a los que saben de estos asuntos; quienes, ajenos a toda presunción, exponen sus planteamientos de la forma más bella posible. Sí, Usted lo adivina bien, se trata de los poetas.

Cuando uno medita sobre la fuente del problema, viene la esencia de la solución y la voz del extraordinario poeta nayarita, Alí Chumacero, quien nos alumbra con su famoso “Poema de amorosa raíz”:

 

 

Antes que el viento fuera mar volcado,

que la noche se unciera su vestido de luto

y que estrellas y luna fincaran sobre el cielo

la albura de sus cuerpos.

 

Antes que luz, que sombra y que montaña

miraran levantarse las almas de sus cúspides;

primero que algo fuera flotando bajo el aire;

tiempo antes que el principio.

 

Cuando aún no nacía la esperanza

ni vagaban los ángeles en su firme blancura;

cuando el agua no estaba ni en la ciencia de Dios;

antes, antes, muy antes.

 

Cuando aún no había flores en las sendas

porque las sendas no eran ni las flores estaban;

cuando azul no era el cielo ni rojas las hormigas,

ya éramos tú y yo.

 

 

La raíz es algo oculto, no está a la vista, es un secreto. Empero, hay señales exteriores; para ello, basta abrir los ojos y contemplar atentamente al universo. Pronto descubrirá lo incalculable y lo inagotable. Ésta es la razón por la cual el ensayista, tipógrafo y corrector de estilo, Alí Chumacero reflexiona sobre la eternidad y el amor, que envuelven lo que precede al acontecimiento.

Desde luego, debemos aclarar que este poema tiene múltiples lecturas; y todas enriquecen la palabra de este versificador mexicano.

Para el nacido en Acaponeta, Nayarit, el 9 de julio de 1918, el origen de lo que advertimos se ubica en lo primigenio.

Así que expresa: antes de la fundación del mundo, cuando el viento, la noche, la luna y las estrellas divagaban por el cosmos; tal vez, en el medio del caos, “ya éramos tú y yo”, el humano, la pareja.

Porque este espíritu que anima a los hombres precede a toda medida y al espacio entero. Ya eran antes de la experiencia sensorial, tal y como la conocemos ahora.

Después del “tú y yo”, el planeta fue hecho: el viento se hizo mar; la noche se ató a la Tierra con un traje nocturno, plagado de estrellas, con su Luna colgante. Astros que perfilaron a las destacadas montañas. Toda esta perfección fue posterior al “tú y yo”, pues ya éramos.

Para este literato, que se decía ateo, la pareja, ese “tú y yo”, estaba predeterminada por el destino; no importa cuánto o hacia dónde se moviera, pues en este encadenamiento de la creación, ella es causa y el principio sin fin.

De modo que la gracia y la virtud traducida en la palabra “esperanza” es posterior a la persona, porque éste es el motor y depósito de bienes maravillosos, incluso de Dios, con su sabiduría y amor.

Esto es así, porque la humanidad es capaz de practicar la generosidad. Ese dar sin querer algo a cambio; ese compartir de forma desinteresada; por consiguiente, es amorosa.

Entonces, se multiplica a sí misma hasta lograr que los ángeles y la esperanza existan y que el orbe sea formado.

Desde un punto de vista místico, es el Adán y Eva; es la experiencia espiritual, íntima, que permanece en el misterio y, al mismo tiempo, se percibe a través de la naturaleza.

Porque el “tú y yo” es raíz amorosa: eterna, infinita.

Para Alí Chumacero, el amor es la sustancia interna y trascendente del individuo; es su motivo y su motor.

En este poema, especie de explicación del génesis amoroso, nos encontramos no sólo ante la eternidad, sino también ante a la posibilidad de la liberación de la angustia y de la soledad, porque el interminable esplendor permite disfrutar y reproducir el don de dar, para que “tú y yo” sigamos siendo.

Debemos considerar que Alí Chumacero concedió una entrevista a Alejandra Herrera y Vida Valero, publicada bajo el título “Vencer el tiempo: la verdad poética de Alí Chumacero”, donde afirmó que este poema es platónico:

 

 

...en el sentido de que habla de las primeras ideas. Según Platón hay ideas previas al pensamiento del hombre, me refiero a su teoría de la reminiscencia… Es una interpretación… Todo el poema no es más que la idea platónica de que ya éramos tú y yo. Claro, porque esta es una idea que precede a toda la existencia…

 

 

No obstante, querido lector, nada de esto es complicado.

Platón sostenía que recordamos el conocimiento, porque el alma ya lo sabe con anticipación a habitar este mundo tangible, donde todo puede ser tocado. Además, el famoso filósofo ateniense disertó en sus célebres diálogos, sobre las distintas formas del amor.

Por supuesto, es otro tema; mas sirve para comprender del porqué del significado que le damos a esta obra.

Ya que finalmente, el ser humano reconoce dentro de sí, la experiencia inmemorial del ser amoroso, anterior a que poblara la Tierra y de que los cuerpos celestes, los picos, los caminos y las flores brotaran e inspiraran cantos.

El debate entre Alí Chumacero, Platón y el resto ha quedado establecido. ¿Usted, qué opina?

 

Maritza Flores Hernández

Cuentista, ensayista y también abogada. Egresada de Casa Lamm, donde hizo la Maestría en Literatura y Creación Literaria. Considera el arte, la ciencia y la cultura como un todo. Publica dos columnas literarias cada semana, en distintos diarios. Su obra ha formado parte de la antología de cuentos “Cuarentena 2020”.

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