Gorilas en Trova

Infancia, memoria y cabras en la mar

Infancia, memoria y cabras en la mar

Abril 30, 2021 / Por Maritza Flores Hernández

Atinar a una definición de la infancia es tan fácil como hablar del mar o tan complejo como los millones de memorias que la simple palabra refieren. Por cierto, ¿Usted, a qué jugaba cuando era niño?

Para responder a tan enorme pregunta acudimos a los poetas, quienes de por sí suelen ser verdaderos niños; tal vez por eso son los eternos melancólicos o los sensibles observadores de la naturaleza humana.

Vicente Gerbasi, en los primeros versos de su poema, “Te amo, infancia”, da buenas pistas:

 

…Te amo infancia, te amo

 porque aún me guardas un césped con cabras,

tardes con cielos de cometas

y racimos de frutas en los pesados ramajes…

 

Te amo infancia, te amo

porque me regalaste la lluvia

que hace crecer riachuelos de mi aldea,

porque le diste a mis ojos un arcoíris sobre las colinas…

 

Gerbasi, reconocido escritor, poeta y diplomático venezolano, expone cómo su infancia permanece viva aún en su edad adulta; pues las cosas habituales de cuando niño —pastorear a las cabras, volar cometas, y observar y disfrutar de los frutos pendientes de los árboles—, le producen sentimientos de paz, de alegría, de bondad.

Al mismo tiempo, ver la lluvia mojando a su aldea y acreciendo a los riachuelos, provocando arcoíris, lo motivan a conocer a su pueblo y reconocerlo en los cambios de la naturaleza; maravillas que estimulan su sensibilidad.

Y son esas emociones las que perviven cuando retoma el recuerdo, así que su niñez es motivo de un amor que le permite ratos de sosiego, incluso en su etapa de diplomático.

De suerte que para Gerbasi la infancia no es sólo cosa de juego, sino, además, de tiempo.

Aprovechemos esta oportunidad para acercarnos a la poetisa colombiana Olga Isabel Chams Eljach, mejor conocida como Meira Delmar, para quien la infancia es, ante todo, el paso del tiempo.

Es una época de la vida como la que experimenta un niño a través de sus juegos, inventando aventuras que sólo existen en ese espacio creado por él y por los otros jugadores; de este modo, en su poema, “Palabras al mar”, dice:

 

…Mar de mi infancia. Caracolas,

arena de oro, velas blancas.

Si alguien cantaba entre la noche

a las sirenas recordaba.

 

Simbad venía en cada ola

sobre la barca de mi sueño,

y me nombraba capitana

de su fantástico velero…

 

Es el mundo fantástico construido a partir de la imaginación, donde todos los imposibles tienen una llave secreta que abre la puerta a tantos viajes como granos de “arena de oro” hay en la infancia.

Es la memoria que ha despertado gracias a la voz de un niño, quien no se vale de las caracolas ni de las velas blancas, tan solo de sus dulces cantos para traer del fondo más recóndito de su esencia los relatos de sirenas y de marinos.

Es la realidad trastocada a propósito para iniciar el viaje, cuya travesía y destino se desconocen, pero nunca se dejan de ignorar dos elementos: uno, que siempre “eres el capitán de tu propio velero”; otro, el ocio siempre está de tu lado, según lo desvela Meira Delmar en los siguientes versos del mismo poema:

 

…El viento izaba las gaviotas

alto más alto de sus mástiles.

Y por las nubes entreabiertas

pasaba el cielo con sus ángeles…

 

Así la infancia no tiene límites, pues es la emoción experimentada en el justo momento de la exploración de la naturaleza, de los sentidos y de los sentimientos; y del descubrimiento del conocimiento.

De igual forma es la percepción de las vivencias pasadas a partir del presente, porque finalmente todos los juegos tienen premios; la poetisa Delmar lo comparte en los últimos versos de este poema “Palabras al mar”:

 

…Los compañeros no sabían

yo nunca dije mi destino

que en el anillo de la ronda

iba la novia del marino…

 

Todos los niños y todas las infancias tienen sus secretos y sus sorpresas, por ejemplo, ir tejiendo los futuros puertos en cada juego. Y no importa si se aventura con arcoíris, arenas o cabras en la mar, de cualquier forma, hay que jugar.

Ahora que hemos disfrutado (sí, Usted también) de dos grandes poetas, quizá sea posible confeccionar una idea de infancia más actual. Anímese.

Maritza Flores Hernández

Cuentista, ensayista y también abogada. Egresada de Casa Lamm, donde hizo la Maestría en Literatura y Creación Literaria. Considera el arte, la ciencia y la cultura como un todo. Publica dos columnas literarias cada semana, en distintos diarios. Su obra ha formado parte de la antología de cuentos “Cuarentena 2020”.

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