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José Luis Velázquez Zarate: mujer y cosmos en el arte

José Luis Velázquez Zarate: mujer y cosmos en el arte

Marzo 14, 2023 / Por Maritza Flores Hernández

Portada: José Luis Velázquez Zárate. Foto de la autora

 

Conversamos con el artista plástico José Luis Velázquez Zárate, mientras deambulan libremente visitantes nacionales y extranjeros que admiran, contemplan y cuestionan con la mirada la obra pictórica que presenta bajo el título, El viento perturba la calma, en la sala Juan Tinoco, en el primer piso de La Casa de la Cultura, en Puebla, Puebla.

 

—¿Cómo tomaste la decisión de ser artista plástico?

—Es algo extraño. Cuando eres niño te preguntan “¿qué quieres ser?” y contestas, quiero ser astronauta u otra cosa. En mi caso, nunca dije quiero ser artista.

Fue una decisión que se fue dando poco a poco, pero sí hay cierta influencia de mi padre, que se dedicaba a la rotulación

De alguna forma, me abrió el campo. Me comunicó con los colores, con la combinación entre ellos, con lo gráfico; antes no existía nada de la digitalización.

Mi padre no era un artista académico, pero sí, de alguna forma, un artista urbano.

De ahí viene esta formación, de la cercanía con los colores, lo gráfico, y la sensibilidad de mi padre.

—Le has dedicado un espacio importante al arte abstracto, ¿por qué?

—Yo creo haber dedicado la mitad al arte abstracto y la otra mitad al figurativo. Después, llegó el momento en que los dos aspectos se juntan.

Entonces, han sido tres partes o momentos en la división de mi trabajo: Arte figurativo; Arte abstracto; y la unión de esas dos corrientes.

Esta unión —a la cual no sé cómo llamarla porque no es únicamente abstracta ni figurativa, como en esta exhibición que estamos viendo—, responde a una inquietud mía.

Me gusta lo abstracto, pero cuando ya no da para más, necesito buscar otras formas de expresión. Entonces voy intercalando la forma humana hasta que encuentro una que medie entre las dos cosas. Después predominará lo abstracto o la forma humana.

—¿Qué distingue al arte figurativo del abstracto?

—El figurativo requiere un poco más de la academia; debes de conocer a la figura humana en toda su realidad, en toda su técnica. Después, tú puedes soltar la figura, meterle colores.

Muchos pintores modernos contemporáneos así lo hacen; por ejemplo, Borquez, pintor que llega a Estados Unidos, realiza una figura humana muy abstracta.

Todos los sabemos: si quieres una figura humana abstracta, debes de partir de una figura humana concreta, pegada a la realidad, para después desfigurarla como tú quieras.

—Tu nueva colección, de título poético, El viento perturba la calma, coincide con las imágenes poéticas de una musa única, no idealizada. ¿Así nació? ¿Con la inquietud de mostrar qué?

—La idea surge un poco así: estoy con mi esposa en el jardincito, estamos sentados viendo cómo suceden las cosas: es este ser que ve, que percibe todo; sin intervenir en lo que está sucediendo.

Estamos viendo cómo llega una abeja, un colibrí, cómo nuestras perritas corren y entran.

Estamos en estado de contemplación, viendo lo que sucede y expectantes.

De alguna forma, surge la idea de la contemplación, de que podemos estar en ese estado sin intervenir en lo que está sucediendo. Al mismo tiempo, sin dejar de estar en contacto con el cosmos y con la realidad.

Es cierto, la figura de la mujer es un ser realista.

Mi idea no es tener un ser ideal que tenga unas piernas alargadas; a lo mejor, que sea delgada en extremo.

Durante todos estos años he trabajado siempre a esa mujer realista, que encontramos en la calle, en el ir y venir de nuestra vida. Que no es modelo, sino una persona real.

Luego, por señalar, yo trato de hacer los pies que, a lo mejor, son más gorditos o más delgados, o el dedo chiquito es más grande, etc. Eso no me importa.

El exterior no me interesa. Me interesa la belleza del interior: eso que puede despertar el ser en el espectador; por eso, no me interesan las mujeres ideales que pueden ser modelos, sino que me interesa la mujer real que puedo dibujar.

La gente me pregunta, ¿por qué pintas a la mujer?

Contesto, porque me gustan las mujeres.

Su anatomía es perfecta para dibujar, más que la del hombre.

Me preguntan: bueno, aparte de su anatomía, ¿qué te gusta de ella?

De la mujer me gusta su intelecto, platicar con ella, discutir con ella, porque con los hombres siempre estoy de acuerdo, pero con ella, no. Ella está en la otra parte del mundo.

Por eso me gusta la mujer como representación de mis cuadros. Casi nunca he hecho hombres.

En mi obra, está la mujer lista, expresiva, inteligente, sensible: es la que quiero representar.

—En tu actual obra, vemos a esta mujer, ¿haciendo un intercambio con el cosmos del que hablas o el cosmos está dentro de ella?

—Sí, tienes razón. De repente parecerá que esa realidad o ese universo que está fuera llega a ser parte de ella misma, llega a integrarse con ella.

Atendiendo al texto de Guadalupe de que el ser humano somos una totalidad, yo creo que sí: el ser humano somos una totalidad, compleja, absoluta; entonces, somos parte de ese Universo y el Universo está dentro de nosotros.

Hay quien dice que venimos del exterior, pero nosotros, en el interior, tenemos un universo.

Así es, un ser humano que está en contacto con el ser humano.

—Vemos escalas y tonalidades de grises, blanco, negro, ocres, ¿por qué elegista esta paleta?

—De hecho es una paleta que he trabajo durante muchos años, mi paleta de colores va del blanco al negro, con grises tomados o hechos con muchos otros tonos. Ocres, sienas, muchos colores tierras, tostados.

En esta nueva serie, metí un gris de payne, que es un gris azuloso. que lo voy a usar como si fuera sombra natural directamente, con blanco en todas sus tonalidades.

La paleta de Colores es la misma desde hace 38 años, me ha dado para mucho. No he encontrado todavía el final de estas combinaciones.

Me gusta, especialmente y mucho, el blanco

En todos mis cuadros va a aparecer el blanco por todos lados, en recuadro, en manchas.

El blanco es para mí uno de los colores principales. El negro, también.

He estado trabajando las dicotomías: luz-sombra, plano-volumen, luz-sombra, manchas. Entonces, podemos ver que la obra es vasta para hacer eso.

—Mencionaste a Guadalupe, tu esposa. ¿Ella te regalo el título de la exposición?

—Mi esposa es la antropóloga Guadalupe Prieto. Generalmente le comento mis ideas. También de esta obra platicamos.

Por su forma de su trabajo, de construir algún escrito, alguna investigación tiene un poco más de conocimiento; entonces, construimos el título: El viento perturba la calma. Es un título poético.

—En las obras de esta colección hay grandes espacios en blanco, ¿por qué?

—Pues mira, lo uso como un elemento compositivo. No es que no haya querido poner algo ahí. Es un esbozo, es una variación de gris.

Como diría Octavio Paz, el blanco es para que tú le pongas lo que tú quieras también. El blanco es un espacio compositivo, no faltan elementos ni está de más.

—¿De qué nutres tu arte?

—De todo lo que vas viendo, de todo lo que vas viviendo, del cine. Me gusta mucho el cine, entonces, a lo mejor leo menos de que lo que veo.

Me gusta mucho James Cameron, con su Avatar, aunque la última, la dos, no me gustó.

Tiempos violentos, de Quentin Tarantino

—¿Qué opinas del arte digital?

—No estoy en contra de la tecnológica para hacer arte, pero sí tengo cierta preferencia por el arte en el interviene la mano, el pincel, la herramienta, el error humano. En el arte digital puedes corregir todo, como en el Photoshop.

No estoy en contra de usar muchas herramientas del arte digital o de la tecnología para hacer arte o de la fotografía para hacer más fiel la imagen que tú quieres pintar. La tecnología te ayuda mucho y la venimos usando.

No me gustaría mucho hacer arte digital porque perdería el toque humano, que es lo que hace al arte ser más humano al humano.

Esta obra, que vemos acá, por el hecho de haber sido creado por el ser humano, con todos sus problemas, con todos sus sentimientos, con todos sus errores, permite reconocerte a ti, a cualquier espectador, en ese ser humano.

En cambio, cuando ves algo perfecto, siento que se pierde el sentir de lo humano.

—¿Qué opinas de la venta del arte digital en medios digitales?

—Me recuerdas al caso del multimillonario que compró un grabado de Frida Kahlo, lo digitalizó y después quemó el original.

Hizo todo un show para vender después la imagen digitalizada de este grabado y sacando mucho más dinero del que había invertido.

Tal vez estamos ante algo que será un poco generacional, porque la gente que nacimos o que hemos vivimos en el siglo XX, tenemos el poder de ver este cambio de tecnología y todavía tenemos la concepción de la obra única, de la que no hay otra igual, que no se repite, que ves en tu casa, que te pertenece: se tiene esa sensación de pertenencia. Además, sabemos que tiene un valor económico.

Cuando tienes una obra digital, es un algo del que no te pueden asegurar que sólo tú tienes un original o que haya sólo diez copias, siendo tú el propietario de la única novena. Además, en ninguna de estas aparecerá la textura, la pincelada que sí ves en un original.

Cuando vemos cuadros de Rubens, ahora que le han hecho acercamientos, vemos cómo la pincelada se mueve de un lado para el otro

En las imágenes digitales eso no se ve, tampoco el error humano, ni la sensibilidad del artista.

El arte digital se torna un poco frío.

—¿Qué pasa con el arte que sale de la inteligencia artificial?

—Primero que nada, eso me sorprende mucho, me admira; porque es el ser humano que está creando al que crea el arte.

Pero no es lo mismo, ¿la inteligencia artificial o robot puede amar a una persona?

La respuesta es: No.

Esa es la diferencia: un ser humano ama, quiere, crea una obra de arte y le apasiona hacerlo.

Estos seres robóticos harían cuadros perfectos sin la pasión de crear.

La obra sería fría.

Espero no equivocarme.

—¿Quién es el viento y quién la calma?

—(Risas) Nadie me ha preguntando quién es la calma.

Si mi obra habla de la dualidad y las dicotomías, ya metidos en ese sentido, podría ser hombre-mujer, yo no lo había pensando en esa forma. Todo dependerá de quien lo vea.

El arte se trata de comunicar, discernir cosas.

Así, lo voy a dejar a la imaginación e interpretación del espectador.

Como artista, uno de los principales objetivos del arte es que la gente observe, vea lo que haces.

Otro objetivo es que tu trabajo se difunda. Y que compren sería una consecuencia.

—¿En qué sentido el arte nos hace más humanos?

—En el arte nos pone en contacto con la sensibilidad o nos la despierta.

Nos ayuda a separarnos de la depresión y del aislamiento.

Por ejemplo, cuando escuchas algún tipo de música sientes que te levanta el ánimo. Con otro tipo de música, te relajas, dejas de pensar en el exterior para hacer una introspección.

Leer poesía o literatura ayuda a alejarte de tu mundo cotidiano; por eso el arte es importante, la manifestación artística es necesaria.

 

Nos despedimos del maestro José Luis Velázquez Zarate, artista plástico con 38 años de trayectoria y más de cien exhibiciones; mas no lo dejamos sólo, sino en compañía de los espectadores que constantemente entran a la sala Tinoco, en el primer piso de La Casa de la Cultura, en Puebla, Puebla. Ahora, lo abordan haciéndole preguntas surgidas de la contemplación de su obra. Valdría la pena que usted, querido lector, se acercara a observarla, a ver qué otros cuestionamientos desvela usted.

Maritza Flores Hernández

Cuentista, ensayista y también abogada. Egresada de Casa Lamm, donde hizo la Maestría en Literatura y Creación Literaria. Considera el arte, la ciencia y la cultura como un todo. Publica dos columnas literarias cada semana, en distintos diarios. Su obra ha formado parte de la antología de cuentos “Cuarentena 2020”.

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