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La lengua materna en un tornillo

La lengua materna en un tornillo

Febrero 21, 2023 / Por Maritza Flores Hernández

Comunicarse con el otro implica el esfuerzo conjunto de construir una lengua. Ahora que, si se trata de la lengua materna, sería tanto como lograr que un tornillo se deslizara con la suavidad y delicadeza de un cuchillo en la mantequilla o con la dureza y certeza de un clavo en la madera, pero en vez de madera o mantequilla, lo hiciera en el más hermoso y duro mármol sin romperlo, astillarlo, resquebrajarlo ni fisurarlo. Querido lector, ¿Usted podría conseguirlo?

Fabio Morabito, en su divertimento “El aceite” narra:

 

“… El tornillo es moroso y circunspecto como el aceite; es como un clavo lubricado, hecho para acordarse con las demás piezas y llevarse con ellas, no para imponerles su ley. En el tornillo, el duro monólogo del clavo se ha transformado en diálogo y negociación.”

 

La comparación entre las cualidades de cada una de estas herramientas sirve a Fabio Morabito —nacido en Egipto el 21 de febrero de 1955, de padres italianos, que junto con su familia emigró a México a la edad de 15 años sin saber español— para explicar en un divertimento cómo se arriba a un acuerdo sin importar qué lengua hable Usted, querido lector.

Lo dice claramente: el clavo y el tornillo tienen la misma esencia. Por eso admiten una equiparación: hay algo común entre ellos, como muestra, su función: ambos sirven para unir dos piezas, para formar el marco de una puerta o quizá para que de ellos cuelgue un soporte y en éste repose una pantalla para ver las noticias, las películas o un partido de futbol.

Si bien lo hacen de modos distintos. El tornillo es lento, va girando sobre sus ranuras prolongadas y ondulantes, siguiendo la forma de una hélice. Busca el camino menos difícil, descubriéndolo con mucha prudencia, con tacto, con caballerosidad.

Por su parte, el clavo “impone su ley”; esto es, exige al camino abrirse en cualquier parte en que su punta penetre. No hay vueltas suaves y bonitas, sino una acción que ejerce su fuerza sin importar la naturaleza de los obstáculos ni las consecuencias.

Indudablemente, cada rotación del tornillo podría tomarse como un “dar vueltas a las cosas” contra la inmediatez exacerbada del clavo; también como una solución negada o fantasiosa.

Todo esto, afirma Morabito, tiene un propósito: comenzar el diálogo, evitar el monólogo.

No obstante, al clavo poco le interesa tener una conversación con el entorno ni mucho menos entablar un debate, pues el que impone poca intención tiene de escuchar las necesidades o intenciones del otro.

Así que, pese a sus muchos puntos de encuentro, el clavo y el tornillo podrían ser como el agua y el aceite.

Estas analogías y metáforas escritas por Morabito podrían aplicarse a cualquier situación de la vida cotidiana; sin embargo, a él le preocupan el lenguaje y el acuerdo. Ya en el párrafo anterior, menciona sin ambigüedades el monólogo, el diálogo y la negociación; más adelante relata:

 

“… Las razones, como los rostros, nacen de las pausas. El tornillo no conoce las pausas, pero es un superlativo conductor de ejemplos. Cada giro suyo equivale a la exclamación: ‘Por ejemplo...’; cada giro del tornillo es un ejemplo distinto de clavo, de punta que penetra...

… Quizás en la rosca en forma de espiral del tornillo, donde la continuidad y el arraigo, la progresión y la permanencia han hallado una solución común, anide el misterio del lenguaje...”

 

Querido lector, ¿Usted conoce algo más contidiano que el lenguaje y el acuerdo?

Actualmente, las multiplataformas permiten conocer e iniciar comunicación con personas de distintas lenguas, ubicadas en diversas partes del mundo. Ante la imposibilidad de suficientes y eficientes traductores e intérpretes, se acude a la búsqueda de una lengua franca, verbigracia, el inglés; al mismo tiempo, se desea preservar a todas las lenguas maternas, especialmente, las originarias.

Es un poco como la metáfora del tornillo y el clavo presentada por Morabito en su divertimento “El aceite”, porque en este caso la solución aparente está en aprender nuevas lenguas, al menos el inglés, soslayando otras opciones: las miradas.

No es disparatado si se considera: éstas, al encontrarse, dan vuelta a las cosas a fuerza de señas y expresiones, destrabando la aldaba; luego es factible que, de seguir con esa voluntad, arriben al origen de todas las lenguas, al punto único en el cual convergen tornillos y clavos por igual.

De esta suerte, asimilar varias lenguas no da la impresión de ser una tarea realmente complicada. Lo dificil estriba en la manera en que la humanidad usa sus multiples herramientas.

Como siempre, querido lector, Usted tiene la última palabra.

Maritza Flores Hernández

Cuentista, ensayista y también abogada. Egresada de Casa Lamm, donde hizo la Maestría en Literatura y Creación Literaria. Considera el arte, la ciencia y la cultura como un todo. Publica dos columnas literarias cada semana, en distintos diarios. Su obra ha formado parte de la antología de cuentos “Cuarentena 2020”.

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