Gorilas en Trova

Los famosos y Edgar Allan Poe

Los famosos y Edgar Allan Poe

Junio 08, 2021 / Por Maritza Flores Hernández

Como cualquier otro mortal, los amos del terror a veces se dejan seducir por los famosos. Pero seamos sinceros, ¿quién puede sustraerse al encanto de un ser de extraordinario talento? Por cierto, ¿Usted, conoce a alguien así?

Desde luego, si desea invocar a algún dotado, más vale que lo haga ahora o que calle para siempre, porque Jones puede ser insuperable. Además —conviene advertir— no se vale enumerar a los familiares ni a los hijos, puesto que es tendencioso; y probablemente ninguno sea realmente una celebridad.

Por otro lado, el tiempo pasa muy rápido. Ya estamos ante Edgar Allan Poe, quien nos deleita con un personaje capaz de llamar la atención y de conmover a las mayorías. Imagine: con su mera presencia logra cambiar los protocolos y la logística destinada a los reyes, y éstos no se enfadan, dado que desean su cercanía.

Robert Jones, protagonista del cuento “Los Leones”, de Edgar Allan Poe, escribe un folleto sobre Nasología; luego, el público lo mira de una manera distinta. Él mismo narra:

 

…Toda Fum-Fudge entró en conmoción.

—¡Genio maravilloso! —dijo el Quarterly.

—¡Fisiólogo soberbio! —dijo el Westminster.

—¡Un hombre inteligente! —dijo el Foreign.

—¡Magnífico escritor! —dijo Edinburgh.

—¡Pensador profundo! —dijo el Dublin.

—¡Grande hombre! —dijo el Bentley.

—¡Alma divina! —dijo el Fraser.

—¡Uno de los nuestros! —dijo el Blackwood.

—¿Quién podrá ser? —dijo la señora Marisabidilla.

—¿Quién podrá ser? —dijo la primera señorita Marisabidilla.

—¿Quién podrá ser? —dijo la segunda señorita Marisabidilla.

 

Es decir, la gente ensalza a Robert Jones, confiriéndole dones poco comunes; por eso lo llaman genio, inteligente, pensador profundo, alma divina, y finalmente se preguntan “¿Quién podrá ser?” Ambicionan conocer todo de él: dónde vive, quién es su pareja, qué come, qué lee, a dónde va de vacaciones. Es más, quieren hacerse una selfie con él.

El furor por Jones, cunde en las elites. Él mismo relata:

 

…Todo lo que hice fue entrar en el estudio de un artista. La duquesa Fulana posaba para su retrato. El marqués Mengano se ocupaba del perrito de la duquesa. El conde de Zutano jugaba con sus Frasquitos de sales. Su Alteza Real Perengano inclinábase sobre la silla de la duquesa.

Acerquéme al artista y levantó la nariz.

—¡Oh, cuán hermosa! —suspiró su Gracia.

—¡Oh, rayos! —susurró el marqués.

—¡Oh, qué repugnante! —gruñó el conde.

—¡Oh, qué abominable! —bramó su Alteza Real.

—¿Cuánto quiere usted? —preguntó el artista.

—¡Por su nariz! —gritó su Gracia.

—Mil libras —dije, tomando asiento.

—¿Mil libras? —repitió el artista, pensativo.

—Mil libras —dije.

—¡Hermosa! —murmuró él, extático.

—Mil libras —dije.

—¿La garantiza usted? —preguntó, colocándola de modo que le diera la luz.

—La garantizo —contesté, soplando con fuerza por ella.

—¿Es completamente original? —inquirió, tocándola con reverencia.

—¡Hum! —dije, retorciéndola.

—¿No se han sacado copias de ella? —interrogó, examinándola con un microscopio. —Ninguna —dije, alzándola.

—¡Admirable! —pronunció, tomado completamente de sorpresa ante la belleza de la maniobra.

—Mil libras—dije.

—¿Mil libras? —dijo él.

—Precisamente —dije.

—¿Mil libras? —dijo él.

—En efecto —dije.

—Las tendrá usted —declaró el artista—. ¡Qué pieza tan perfecta!...

 

Cabe recordar, querido lector, que Edgar Allan Poe, escritor estadounidense, es reconocido por sus cuentos de terror: “Manuscrito hallado en una botella”, “Berenice”, “Ligeia”, “La caída de la casa Usher”, “El gato negro”, “El corazón delator, “El demonio de la perversidad”, etcétera. Sin embargo, Robert Jones es inmune al acoso y hasta capitaliza la obsesiva admiración que estos encumbrados aristócratas sienten por su nariz.

Robert es, por así decirlo, sensible y empático a las necesidades humanas; se adapta con facilidad a todas las circunstancias. Él mismo describe su nueva situación:

 

…envié a Su Majestad la nonagésimonovena edición de mi Nasología, con un retrato de la proboscis. Aquel pobre insignificante libertino, el Príncipe de Gales, me invitó a cenar.

Todos éramos “leones” y recherchés.

Había un platónico moderno. Citó a Porfirio, a Yámblico, a Plotino, a Proclo, a Hierocles, a Máximo Tirio y a Siriano.

Había un defensor de la perfectibilidad humana. Citó a Turgot, a Price, a Priestley, a Condorcet, a De Staël y al “Estudiante Ambicioso de Mala Salud”...

 

Jones se refiere a los sabios, filósofos, científicos, descubridores del mundo que, a su vez, fueron invocados por teólogos, expertos en estética, creadores de las nuevas escuelas de filosofía, geólogos, fisiólogos y demás artistas con los que departe. En seguida, con la sutileza y humildad de un virtuoso, acepta que el evento cierre con el más brillante de los ahí presentes; al efecto, cuenta:

 

…Estaba yo. Hablé de mí. De mí, de mí, de mí. De la Nasología, de mi folleto y de mí. Levanté la nariz y hablé de mí.

—¡Qué maravillosa inteligencia! —dijo el príncipe.

—¡Soberbia! —dijeron sus huéspedes. Y a la mañana siguiente recibí la visita de su Gracia la duquesa Fulana.

—¿Irá usted al Salón de Almack, encantadora criatura? —me dijo, dándome unos golpecitos en el mentón.

—Por mi honor... iré —dije.

—¿Con nariz y todo? —preguntó.

—Como que estoy vivo —dije.

—Pues bien, vida mía, aquí tiene mi tarjeta. ¿Puedo decir que estará usted presente?

—Querida duquesa, de todo corazón.

—¡Bah, no me interesa el corazón! Diga, más bien: “De toda nariz”…

 

Seguramente, querido lector, ya habrá notado que en aquella época reinaba la sensatez y se privilegiaba la vida interior; no obstante, es difícil concebir por qué motivo Jones, durante su asistencia al Salón Almack, es desafiado a duelo. ¿Qué ofensa pudo haber cometido? ¿Qué honor habrá mancillado? ¿Quién se sintió afrentado por Robert Jones?

El cuento “Los leones” no termina aquí, ni tras el duelo; mas es suficiente para anhelar saber, ¿qué es la nasología?

Después de todo, Jones se hace famoso gracias a ella. Las cúpulas del poder, de la ciencia y del arte, lo mismo que el común de la gente, le conceden un gran valor a su persona y a su obra.

Por otra parte, es obligatorio considerar, ¿si Robert Jones perdiera su fama, qué actitud adoptaría? ¿qué pasaría con la nasología? ¿Usted, en su lugar, qué haría?

El cuento “Los Leones”, de Edgar Allan Poe, fue publicado originalmente en inglés en 1835, bajo el título “Lionizing: A Tale”. Ha sido traducido al español en distintas épocas; por lo que es conocido con otros títulos, “Algunos episodios de un hombre de moda” o “Como un león”.

En este caso, preferí la realizada por Julio Cortázar, pues —en México, desde 1956— goza de amplia aceptación y popularidad. Es interesante, ya que la mayoría se olvidó de este cuento, “Los Leones”, privilegiando las historias de terror.

Como siempre, Usted tiene la última palabra.

 

Maritza Flores Hernández

Cuentista, ensayista y también abogada. Egresada de Casa Lamm, donde hizo la Maestría en Literatura y Creación Literaria. Considera el arte, la ciencia y la cultura como un todo. Publica dos columnas literarias cada semana, en distintos diarios. Su obra ha formado parte de la antología de cuentos “Cuarentena 2020”.

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