Káos

Jacques Lacan: el amor

Jacques Lacan: el amor

Abril 19, 2023 / Por Antonio Bello Quiroz

Portada: Eros y Psyche de Louis Jean François Lagrenée (antes de 1805).

 

El amor sólo se escribe gracias a la abundancia, a la proliferación de desvíos, de enredos, de elucubraciones, delirios, locuras —¿por qué no decirlo, no es cierto?— que ocupan un lugar enorme en la vida de cada quien.

Jacques Lacan (30 de marzo de 1974)

 

El pasado 13 de abril conmemoramos 122 años del natalicio del psicoanalista francés Jacques Lacan (abril 1901-sep 1981). Si bien su obra se desarrolló a partir de una puntual revisión de los trabajos del fundador del psicoanálisis, Sigmund Freud, sin embargo su apuesta (valiéndose del saber de otras disciplinas como la lingüística, la antropología, la topología, la física, la óptica, las matemáticas, además de la filosofía, el arte, etc.) es ir más allá del maestro fundador hasta plantear una radical subversión del sujeto y, desde ahí, colocar al psicoanálisis como una teoría y disciplina fundamental para pensar lo singular de la condición humana, desde la construcción del sujeto, es decir, desde la subjetividad y su clínica, hasta las coordenadas para leer, incluyendo la dimensión inconsciente, las relaciones sociales y el lazo político que las sostiene.

Formado en principio como psiquiatra, el joven Jacques Lacan, a partir de 1932, desde su tesis doctoral, reconoce el valor y se interesa en los aportes de las teorías de Sigmund Freud y lo coloca como un pilar esencial para escudriñar el alma del sujeto y su tratamiento. Como un reconocimiento más claro aún, Lacan se declara freudiano en algún momento, diciendo a sus discípulos que ellos, si lo prefieren, pudieran declararse lacanianos. Y más radical aún, declarará que él es el único que ha leído a Sigmund Freud.

De entre todos los temas que Lacan aborda hay uno que se constituye, desde Freud, como nuclear para el psicoanálisis, me refiero al amor. Jean Allouch, en su libro El amor Lacan, reconstruye y clarifica un muy enriquecedor recorrido por el amor visto desde Lacan que lo lleva, a Allouch, a forjar un nombre propio para las formulaciones que Lacan desarrollará sobre el amor y le llama precisamente: Amor Lacan.

Lacan habla del amor en distintos tramos de su enseñanza. Analiza el surgimiento y juego del amor en diferentes momentos de la historia de Occidente.

Sabemos que tres libros se han destacado como fuentes para pensar el Amor en Occidente: La Biblia, con El cantar de los cantares; El Banquete o sobre la erótica de Platón y El arte de amar de Ovidio, escrito el Siglo I antes de Cristo. Muchos otros mitos de amor nos han regido, sin embargo, parece que si algo no anda entre los sexos en nuestros días es que justamente vivimos en una época de amor sin mitos, no hay uno que nos oriente sobre ¿qué hacer con el amor?

Buscando clarificar el valor del amor para el psicoanálisis, el amor de transferencia, Jacques Lacan hace un recorrido por los diversos mitos y ficciones que se han construido sobre el amor: el amor romántico, el amor platónico, el amor loco, el amor cortés, el amor homosexual, etc. Hace ese recorrido para destacar la singularidad de dos mitos o ficciones modernos, que compartimos, ambos productos del psicoanálisis: el amor narcisista y el amor erótico o sexual.

De igual manera en que Freud, saliendo del positivismo, se define en el epígrafe de Virgilio que utiliza en La interpretación de los sueños: Flactere si nequeo superos, Acheronta movebo: apelé a los dioses del cielo (la ciencia) y no tuve respuesta, moveré entonces a los dioses de los infiernos (la mitología, la literatura, la ficción). Así, Lacan se propone ir más allá de los saberes sobre el amor y para ello recurre a los escritores, a los poetas en particular, para acercarse al amor de transferencia. Sabemos que Freud, hay que decirlo, presionado por sus histéricas y su sed de saber, inventa un dispositivo que da lugar al surgimiento de una experiencia clínica inaudita sostenida en el amor.

Tres formulaciones, complejas y enigmáticas, sobre el amor podemos retomar aquí, sin duda hay más pero nuestro espacio aquí opera mejor reducido. La primera se ubica en el Seminario 5, Las formaciones del inconsciente, donde dirá que: “El amor es dar lo que no se tiene”, lo que tendría que ver, en términos generales, con el hecho de que el amor está vinculado con la falta, amar es mostrar la falta, y eso que falta quiere alcanzarse en la relación con el otro. El amor, entonces, involucra a la castración: sólo se puede amar desde la falta. El Soberbio no puede amar, dado que amar es, de alguna manera, experimentar la falta: el que ama sufre, dice Freud; y el que no ama enferma, para completar.

De las tres fuentes mencionadas arriba: La Biblia, El arte de amar de Ovidio y El Banquete, Lacan se detendrá en El Banquete, de Platón, lo recorre en el Seminario 8 La transferencia. El texto de Platón se refiere a una reunión entre amigos que celebran el triunfo de Agatón en una olimpiada de Poesía. Se reunen, comen, beben y después de varias horas de festejo, se proponen moderarse y hacer elogios al amor. Dentro de aquellos cantos, en el desarrollo del texto, Lacan destaca el amor aristofanesco (pronunciado por Aristófanes) que hace del amor Uno, de ahí el mito del Andrógino, quizá de alguna manera un vigente. El núcleo de este mito es que en algún lugar existe aquel, aquella, el otro que me complete, mi otra mitad, aquella media naranja o el complemento de mi alma con quien, al encontrarle, ya no sentiría ni frío, ni soledad, ni tristeza.

En el seminario 8 de Lacan también resulta fascinante el mito del nacimiento del amor; así, se dice que Eros, el amor, es hijo de Poros (la abundancia) y Penia (la penuria, la pobreza). Por ello el amor es carencia y abundancia, nos lleva al cielo y nos manda al infierno. Nos hace y nos deshace. Sin embargo, resulta aún más relevante el hecho de que cuando, en la ronda de elogios al amor, tiene que hablar Sócrates decide que, para hablar del amor, hablará sobre lo que le enseñó una mujer, una sacerdotiza, Diótima: coloca el amor del lado femenino. Es Diótima quien le dirá que en el amor sólo se puede desear aquello que no se tiene, pero que se supone a alguien su posesión, es decir, amar es suponer en el otro un saber sobre lo que me falta, así, enseña Lacan, amo a aquel a quien supongo un saber sobre mí que desconozco.

En el muy rico seminario 8, Lacan también hace del amor una metáfora que consiste en la producción de una inversión donde el erómenos (el amado) devenga amante (Erastés), algo de esa naturaleza se produce en la experiencia de análisis.

En una tercera formulación, que nos remite al Seminario 10, La angustia, Lacan nos dirá que el amor es lo que engaña en tanto que el amor es la experiencia donde se juega una ilusión consistente en que dos puedan ser Uno. Es por esto que el amor es el lazo que anuda el saber y el inconsciente. Desde aquí no podemos cerrar sin mencionar aquél fructífero aforismo de Lacan justo en el seminario que trabaja sobre la Angustia durante los años 1962-63: “Sólo el amor permite al goce condescender al deseo”, aquí el amor aparece como mediador (ya en El Banquete de Platón es visto, el amor como un demiurgo, un medium, un mediador) entre el goce —autoerótico, el goce del Uno, el goce de lo Mismo, el goce de la fijación y la repetición— y el deseo que apunta al campo del Otro.

Antonio Bello Quiroz

Psicoanalista. Miembro fundador de la Escuela de la Letra Psicoanalítica. Miembro fundador de la Fundación Social del Psicoanálisis. Ha sido Director fundador de la Maestría en Psicoanálisis y Cultura de la Escuela Libre de Psicología. Ha sido Director de la Revista *Erinias*. Es autor de los libros *Ficciones sobre la muerte*; *Pasionario: ensayos sobre el crimen* y *Resonancias del deseo*. Es docente invitado de diversas universidades del país y atiende clínica en práctica privada en Puebla.

Antonio Bello Quiroz
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