Káos

La orfandad del Amor

La orfandad del Amor

Febrero 17, 2021 / Por Antonio Bello Quiroz

Sólo el amor permite al goce condescender al deseo

Jacques Lacan

 

Aun cuando la situación de Pandemia que se vive a nivel global impuso nuevas formas de celebración al 14 de febrero, día de San Valentín, consagrada a festejar (y consumir) en nombre del amor, aun con este obstáculo, se abre nuevamente la oportunidad de hablar del amor: dios y demonio de lo humano. Y quizá valga intentar hacerlo más allá de los lugares comunes. Por cierto, en el siglo XVIII la expresión “hacer el amor” significaba hablar de amor.

¿Qué es el amor? De pocas preguntas se pueden dar respuestas tan diversas y divergentes que al interrogarnos sobre la naturaleza del amor. ¿Es un proceso natural o fisiológico?, ¿o acaso se trata de un artificio, incluso una enfermedad o locura? La pregunta sobre el amor nos sumerge en un mundo de ambigüedad en tanto que acceder al amor en sí resulta poco menos que imposible, no hay ser del amor. Sólo se accede a la experiencia del amor de manera contingente.

La ambigüedad que rodea al amor se encuentra, en principio, en el hecho de que, por paradójico que parezca, el amor se establece sobre la base del desencuentro, aunque sus protagonistas crean que es un encuentro. Al respecto, conocemos una famosa afirmación  del psicoanalista francés Jacques Lacan: “El amor es dar lo que no se tiene a quien no es”. Es una frase que apunta de manera directa a eso enigmático que deja su huella de imposibilidad en toda relación amorosa. El mismo Lacan nos dota de un modo de leer el amor a partir de tres registros: real, simbólico e imaginario.

En principio se presenta el flechazo amoroso que nos conmueve porque creemos detectar en la otra persona aquello que a nosotros nos falta, por eso nos precipitamos a tomarlo. Si acaso al otro le ocurre algo similar, también se nos acercará buscando lo que cree que tenemos. En otras palabras, se acerca buscando lo que le falta y ante esa demanda, se haga lo que se haga, no podemos sino ofrecer lo que no se tiene. Como vemos, en ambos lados el motor del encuentro (y garante del desencuentro) es algo que falta. Por tanto, amar implica revelar que algo falta y quiere alcanzarse en el otro. Por tanto, el amor tiene que ver con la castración.

Del encuentro entre ambas carencias surgen los primeros malentendidos. En el amor se encuentran dos inconscientes, se tiene a la ilusión y al engaño como elemento capital de la experiencia amorosa. Para Lacan, amor es lo que engaña, porque es donde se crea una ilusión de que dos pueden hacer Uno. Sigmund Freud colocaba al enamoramiento como un típico fenómeno de masa, aunque fuera una masa constituida solamente por dos personas. Digo personas, porque al provenir esta palabra del griego personne (máscara) define bien que nuestras apariencias no hacen más que recubrir lo real, lo que no se conoce o no puede definirse y que en cada uno de nosotros insiste en hacerse presente. La ilusión, en principio, recubre la evidencia de que algo entre los sexos no anda.

Esto suele observarse desgarradoramente en aquellas parejas que se encuentran unidas a partir de algo que bien podría llamarse formas de orfandad. A partir de esta orfandad, la búsqueda de pareja apunta a encontrar a alguien que sepa de ella, y efectivamente se encuentra con su síntoma. El resultado más probable será que se encuentren dos orfandades que buscan “aquellos padres” que no tuvieron. Hay que decir que no se trata de una valoración moral del ejercicio de la paternidad, sino que justamente al operar la metáfora paterna (lo que fundamenta la inclusión en el lazo social) siempre ocurre de manera fallida teniendo como resultado a un sujeto en falta.

Los psicoanalistas, desde Freud en adelante, diferenciamos enamoramiento de amor. El enamoramiento es ese momento de impacto, de flechazo, momento imaginario en el que se experimenta la sensación de que se ha encontrado lo que se buscaba. Nos encontramos con quien sabemos tiene algo que nos hace falta: “Amamos a quien le suponemos un saber” como dice Lacan. Amamos lo que suponemos del otro, por tanto, el primer momento del amor opera con carácter narcisista. El narcisismo es efecto de la función de desconocimiento del yo de la enunciación, que encandilado por el espejismo de la imagen del otro, no advierte que la mirada que lo sostiene no hace otra cosa que devolverle su propia imagen, pero invertida.

El componente imaginario del amor se desencadena ante la imagen del cuerpo, las pasiones se encienden y, con frecuencia, de desbordan porque se ponen en tensión dos tendencias: amor-odio. Se requiere entonces de otro nivel para poder sostener el vínculo. Por tanto, es en su articulación con lo simbólico, imposición de la realidad, donde cederá el enamoramiento y advendrá el amor o el fracaso.

Lo simbólico permite tender puentes de palabras, pactos, acuerdos. Ya no se trata sólo de la atracción y fascinación de los cuerpos, ahora se cuentan sus historias, los amantes se hablan y con ello dejan expuestas sus desgarraduras, sus fracasos, sus pérdidas.

La convivencia, el compartir momentos de la vida, va haciendo aparecer lo recurrente de la cotidianeidad, su promesa y, es necesario decirlo, su imposibilidad, su fracaso cotidiano (la condición de irrealización en lo que sostiene introduce otro registro de la relación además del imaginario y el simbólico, se trata de lo Real). El enamoramiento se transformará en amor si la pareja logra ir elaborando el desencuentro. Si no, sobrevendrán la desilusión, el alejamiento y la ruptura.

Las violencias y agresiones en el vínculo amoroso son con frecuencia formas de responder ante el componente de desencuentro estructural en la pareja.

Un último apunte correspondiente a la función de la imposibilidad (lo Real) en el amor, lo que se presenta con frecuencia en nuestras sociedades haciendo cada vez más complicado sostener el vínculo, lo que se muestra la incidencia de divorcios. Es cierto, el desencuentro en el amor ha existido siempre, sin embargo hubo épocas donde operaban mitos que velaban las zozobras del amor y establecían ordenamientos que hacía que el vínculo se sostuviera.

Las costumbres sociales no incluían la separación en la pareja. A nosotros, contemporáneos, nos toca amar sin mitos. Lacan decía que cuando el amor termina la institución perdura.

Y, para cerrar, casi en el sentido de una nota bene, un comentario más. En el amor no hay racionalidad en el sentido de que se mueva por la razón del pensamiento, del proceso secundario, se trata de un hecho de experiencia, contingente. Por eso esas parejas que se proponen “construir el amor”, suelen fracasar horriblemente. Y no sólo eso: la pasan muy mal todo el tiempo que están tratando de construir el amor. El sueño amoroso, así, se transforma en “necesidad” y deseo queda de lado. El amor ocurre o no, no lo construimos. No es posible amar a voluntad, el amor rebasa al sujeto y sin embargo quien lo experimenta es el único responsable. Vaya contradicción del amor que nos coloca en absoluta orfandad: no se puede amar a voluntad, por un lado, y sin embargo, de ese amor cada sujeto que lo experimenta es responsable. Al amar, no sabemos lo que hacemos y, sin embargo, de eso somos responsables.

 

Antonio Bello Quiroz

Psicoanalista. Miembro fundador de la Escuela de la Letra Psicoanalítica. Miembro fundador de la Fundación Social del Psicoanálisis. Ha sido Director fundador de la Maestría en Psicoanálisis y Cultura de la Escuela Libre de Psicología. Ha sido Director de la Revista *Erinias*. Es autor de los libros *Ficciones sobre la muerte*; *Pasionario: ensayos sobre el crimen* y *Resonancias del deseo*. Es docente invitado de diversas universidades del país y atiende clínica en práctica privada en Puebla.

Antonio Bello Quiroz
Más allá del álamo, antes del muro

Marzo 26, 2024 / Por Márcia Batista Ramos

Greatest hits for Mayahueltrónica

Marzo 26, 2024 / Por Fernando Percino

En pocas palabras

Marzo 22, 2024 / Por Márcia Batista Ramos

El suicidio infantil y sus enigmas

Marzo 12, 2024 / Por Antonio Bello Quiroz

Dos poemas

Marzo 12, 2024 / Por Marlene Socorro Herrera Huerta

8 de marzo, oportunidad de un verso

Marzo 09, 2024 / Por Maritza Flores Hernández

En pocas palabras

Marzo 08, 2024 / Por Márcia Batista Ramos