Tinta insomne

El poblado de las tristezas

El poblado de las tristezas

Mayo 26, 2023 / Por Fabiola Morales Gasca

El que escucha música siente que su soledad, de repente, se puebla.

Robert Browning

 

¿Cuántas veces, escuchando una melodía, nos vienen de golpe antiguos recuerdos? ¿Cuántas veces en el trasporte público, al subir un cantante con su vieja guitarra, hemos recordado algo o alguien que se creía enterrado en el cementerio de las añoranzas? Un solo destello de notas musicales puede traer a la memoria texturas, olores, colores y esos detalles mínimos sobre la adolescencia o la infancia, haciéndonos sonreír o preparándonos para el llanto. No hay duda de que la música es el lenguaje que nos lleva de la mano a la introspección, y a esa maraña de recuerdos que se almacenan de forma permanente en la memoria.

Cientos de estudios científicos han comprobado que la música es el medio más favorable para mejorar el aprendizaje y estimular la memoria. La activación de ciertas zonas cerebrales a través de la música puede transportarnos a ciertos momentos de nuestra niñez y juventud. Partiendo de la premisa de que “La música es una trampa hacia las melancolías almacenadas”, la novela Tokio blues arranca una historia que nos llevará a la vida sentimental de su protagonista.

El reto de leer Tokio Blues me surgió a través de una amiga en un círculo de lectura y del comentario sobre que era una novela deprimente. En aquel entonces había leído sólo un libro del autor japonés Haruki Murakami, así que, para ser sincera, la curiosidad me movió y no tardé ni una semana antes de ir a la librería a comprarla. La novela de inmediato me atrapó, como toda buena novela, desde los primeros párrafos. Sobre todo por el hecho de tener añadido en el titulo Norwegian Wood, que por supuesto es referencia a la canción de The Beatles y, como se verá en las primeras páginas, es el detonante para que el personaje principal en la historia, Toru Watanabe, abra su corazón y nos lleve de la mano a su historia.

Como toda descripción retrospectiva, los recuerdos se moldean con cierta nostalgia, haciendo que el pasado adquiera dimensiones insospechadas. Todo esto da forma al encanto de este libro que, en lo particular, lejos de parecerme deprimente, me ofreció una hermosa narración con un toque de deliciosa melancolía.

Haruki Murakami teje bien los elementos que hacen de la música la llave secreta y la sal en sus libros. En 1084, el personaje Tengo es un apasionado del jazz. En Kafka en la orilla, novela del 2002, el protagonista Kafka Tamura escucha a Radiohead hasta el cansancio. En After Dark, el mundo nocturno de Tokio da pie a que la música empape los encuentros y desencuentros de Mari Asai, la protagonista, y Takahashi, el músico de jazz, donde otra vez este género sirve de fondo para las historias. Tokio Blues, Norwegian Wood, novela de 1987, no es la excepción.

Toru Watanabe, protagonista de esta historia, es un hombre adulto que tras escuchar “Norwegian Wood”, evoca su pasado como estudiante a finales de los años sesenta y nos hace testigos de sus amores y torturas con dos jóvenes totalmente opuestas: Naoko y Midori. Toru, en su relación con estas mujeres, nos recordará que los vínculos emocionales son complejos en cualquier parte del mundo.

El narrador, en primera persona, se encarga de contarnos todo su sentir a lo largo de la historia. Los temores y fantasmas de la adolescencia impregnan el espíritu de los jóvenes protagonistas que los preparan a la madurez. Toru, estudiante de literatura, tras sumirse en la tristeza por la muerte de su mejor amigo Kizuki, se relacionará con Naoko. Ella, quien fuera novia de Kizuki, con el recuerdo a cuestas de la muerte de su hermana mayor y el recién suicidio de su novio, nunca vuelve a tener estabilidad emocional. Miromi, compañera de Toru, chica alegre y extrovertida, se enfrenta a los problemas de salud de su padre al lado de su hermana. Establece relaciones con Toru conforme va trascurriendo la historia y es, de alguna manera, la antagonista a la tristeza de Naoko y Toru Watanabe. Complementa a este trío de personajes Reiko, una mujer madura que ayuda a aclarar las ideas y ayuda a los protagonistas. El final me lo reservo para que aquellos que no han leído esta obra. La música característica de los turbulentos años de los sesentas acompaña varios de los momentos importantes de la historia, impregnándole ese toque único que Murakami le da a todas sus novelas.

Mientras escucho el carro de los helados con la clásica tonada que lo identifica, sé que está de más aclarar por qué la música otorga complejidad a la memoria. Tiene la cualidad de llevarnos a los enredados laberintos de conexiones y recuerdos que se forman en el cerebro. Para aquellos que piensen que la literatura es plana y aburrida, les provocará leer a Haruki Murakami, quien los sacará de esa falsa idea. Él nos hace sentir al sonido y a la literatura sutilmente atados en sus historias. La música en Tokio Blues, Norwegian Wood contiene el don de llevarnos al poblado de las tristezas y está ahí, esperándonos.

***

En Tinta Insomne estamos contentos de que el escritor japonés Haruki Murakami recibió el Premio Princesa de Asturias de las Letras 2023. Es uno de los autores más leído y traducido en el mundo y desde hace años uno de los principales candidatos al Nobel de Literatura. Desde aquí una cordial invitación para seguir leyendo la obra de Murakami japonés contemporáneo, que con la persistencia en su escritura, originalidad y frescura en su obra, le ha llevado a tener millones de seguidores en todo el mundo. ¡Muchas felicidades!!

 

[1] Artículo publicado originalmente en Letras de Reserva. Revista digital de creación artística, octubre 2015. https://blogdeletrasdereserva.wordpress.com/2015/10/06/el-poblado-de-las-tristezas/

Fabiola Morales Gasca

Fabiola Morales Gasca Licenciada en Informática por el Instituto Tecnológico de Puebla. Egresada de talleres literarios en la Casa del Escritor y la Escuela de Escritores. Terminó el Diplomado en Creación Literaria en la SOGEM-IMACP de Puebla. Maestra en Literatura Aplicada por la Universidad Iberoamericana. Autora de los poemarios “Para tardes de Lluvia y de Nostalgia” 2014 y “Crónicas sobre Mar, Tierra y Aire” 2016 Editorial BUAP. Libros infantiles “Frasquito de cuentos” y “Confeti” 2017, BUAP y Libro de minificciones “El mar a través del caracol” Editorial El puente 2017. El niño que le encantaban los colores y no le gustaban las letras 2018. Luciérnagas 2020. Participante de varias antologías en España, Paraguay, Chile, Colombia y México. Lectora voraz y escritora incansable.

Fabiola Morales Gasca
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