Tinta insomne

La cabeza de Páramo

La cabeza de Páramo

Noviembre 25, 2022 / Por Fabiola Morales Gasca

Toda familia tiene facetas luminosas, otras oscuras y dolorosas. Hay núcleos familiares donde la luz proviene de padres juntos, de hacer del hogar un lugar seguro para los hijos. El recuerdo de un padre que acompaña a sus niños a la escuela es insustituible, pero ¿cómo se narra una vida desde la ausencia? ¿Cómo se describe una vida de pobreza y violencia sin un padre de familia? Alma Murillo, en su libro La cabeza de mi padre, lo narra de una manera demoledora.

El lado opuesto de la moneda interroga: ¿Cómo llenar el hueco de décadas por la ausencia paterna? ¿Cómo es la vida día con día ocultando que el padre abandonó a la familia? ¿Cómo hablar de un país de Juanes Preciados que buscan de forma desesperada a su progenitor? México es un país que, por desgracia, tiene millones de hogares criados por un solo miembro. Miles de mujeres mexicanas trabajan día a día para sustituir en todos los planos a un varón ausente. En una entrevista de El país a Alma Murillo (Junio, 2022), se señala: “La ausencia del padre es la piedra angular de México. Está en nuestra historia, en cómo nos relacionamos con la legalidad, con la vida, con nuestros mitos femeninos: la Virgen de Guadalupe, la Malinche, el día de las Madres... Nuestras figuras masculinas son débiles y accesorias. A nosotros nos hicieron las madres de este país.” Y esa carga, como peso impuesto, se refleja en las mujeres y niños mexicanos abandonados, así como en el subconsciente de millones de paisanos.

 

De acuerdo con cifras oficiales, hay unos 26 millones de hijos sin padre y sin presencia masculina. La novela La cabeza de mi padre menciona “En este país todos somos hijos de Pedro Páramo”. En poco más de 200 páginas, la escritora narra su viaje para encontrar a Porfirio Murillo, el hombre que aparece sin cabeza en las fotos familiares, una cabeza que la intriga y afecta de todas formas. La autora ha señalado que la referencia constante a Frankenstein en su libro se debe a que “en Frankenstein la criatura busca a su padre y, un poco, yo me sentía eso. Este libro también tiene sus costuras, sus cicatrices... es un cuento Frankenstein. No podría ser un cuento lleno de hermosura. No es mi punto de vista. Creo que es importante desmitificar a la familia como un lugar perfecto. En la familia también se tejen las peores oscuridades.” (El país, junio 2022)

 

David Barrios Martínez, en Resignificar lo masculino. Guía de supervivencia para varones del siglo XXI, reflexiona:

 

Es bien sabido que papel los hombres en la crianza de los hijos e hijas es tardío y secundario puesto que el rol de la maternidad es iniciado por las mujeres desde que se saben embarazadas, lo continúan durante la gestación y lo consolidan en la crianza. En cambio, los varones viven “a distancia” el embarazo de su pareja y, después de nacimiento, carecen de habilidades emocionales y prácticas para participar en la puericultura. (30)

 

Además, agrega que este papel pasivo toma dimensiones diferentes tras nacer su hijo. “Después el parto o la cesárea, al hombre ‘le cae el veinte’ de que es papá y comienza a experimentar las obligaciones inherentes al cargo social: ahora tiene que atender más necesidades materiales y alimentarias. En cambio, no asume que también le corresponde la satisfacción de las necesidades afectivas de su descendencia. A veces es un hombre distante, expresivo con sus afectos, es un simple ‘convidado de piedra’ o mero espectador del amor filial que sólo es brindado por la madre”. (Barrios, p. 30) La construcción cultural de este papel de los hombres en la crianza de los hijos ha permitido que la ausencia sea hasta cierto punto normal. En un país como el nuestro, la ausencia paterna es normal.

 

Una arista de la violencia contra las mujeres es el abandono de sus parejas junto con los respectivos hijos. La idealización cultural ha hecho de la maternidad una parte fundamental de la mujer, limitándola en otras de sus funciones, de tal modo que si una mujer no es madre o no desea serlo, es mal vista. Es común en nuestro país que el mayor peso de la crianza recaiga sobre ellas. Alma Murillo señala “Me parece una tiranía la exigencia de la madre santa, todopoderosa, que desaparece para sí misma narrada todos estos siglos desde un punto de vista masculino. Pero, oigan, las madres también se ponen furiosas, se enamoran, sufren, son cabronas, chambeadoras y se quieren rendir.” (El país, junio 2022) Pero la ausencia del padre no es tan criticada o trascendental y no se ha habla mucho de ello porque las mujeres tienen que soportar la ausencia del varón y sacar por todos los medios posibles a su familia.

Hay un enorme desequilibrio y falta de equidad cuando los hombres abandonan el hogar y dejan a las mujeres. Los estudios de género han puesto al descubierto que el abandono de los hombres en el hogar tiene una relación directa con la pobreza y la violencia. Octavio Salazar Benítez, en el capítulo “Padres presentes, familias plurales”, de su libro Masculinidades y ciudadanía: Los hombres también tenemos género (2013), señala que la concepción del padre está presente en el imaginario colectivo y en el orden cultural del patriarcado (332). Su figura está representada en la mayoría de las religiones como Dios padre. “Su concepción como una figura distante, ausente, con la que en raras ocasiones era posible mantenernos vínculos afectivos emocionales (...) Ello ha dado lugar que para muchos hijos e hijas el padre haya sido el gran desconocido, la referencia simbólica más que real” (333).

 

En las personas con padres ausentes se manifiesta una amplia gama de sentimientos que van desde el resentimiento, el odio, la incapacidad de perdonar, hasta el agradecimiento hacia sus progenitores de no pertenecer a su vida. La ausencia de la figura paterna se ve aumentada de forma significativa con los años y las necesidades insatisfechas en los procesos comunes de la vida. Desde los chistes simples a la manifestación clara de rechazo e incapacidad de perdonar a quien los desamparó en una edad vulnerable hasta la reiteración de una necesidad de afecto que refleja en sus relaciones de pareja, las secuelas del abandono son evidentes. Salazar Benítez menciona:

 

para los hijos varones, el padre ha constituido el referente de la masculinidad correcta, normativa. El patrón a imitar para hacer un hombre de verdad. El admirado y esperado (...) pero también el continuado de roles y estereotipos del patriarca. Es decir la habitual ha sido que el padre ofrezca un modelo que ha reforzado la masculinidad patriarcal  y que ha rechazado los valores y actitudes ligadas a los femenino (334)

 

Tal vez por eso hay un ciclo repetitivo donde los hijos abandonados se vuelven hombres que abandonan. Para los hijos abandonados hay una enorme carga de resentimiento por el dolor y las humillaciones causadas a la parte femenina y por la vida ardua que pasó la madre. Murillo lo manifiesta así:

 

Es decir, hay una realidad ahí patente que tiene que ver con la pobreza, pero también con el racismo, con el clasismo, con la falta de oportunidades, con la carga emocional de crecer así. Es muy difícil cambiar de escalón socioeconómico, por eso el país está tan polarizado. Mi madre trabajaba limpiando casas, ¿sabes cuántas veces vi a las dueñas de esas casas humillarla? Esos momentos se te quedan grabados cuando te dicen que eres una mierda, cuando no te dejan entrar a un lugar, cuando insisten en que no vales... y ese sentimiento se ha traducido en furia durante generaciones. (El país, junio 2022)

 

Pero no sólo del abandono y de la pobreza, también habla de la transgresión que significan las conductas misóginas. “Ser mujer y crecer en un país donde asesinan a once mujeres cada día es sobrevivir. Mayormente si naciste y creciste en el Estado de México, que hoy es el municipio con la tasa más alta de feminicidios”. Contar historias de feminicidios, de acoso y de violación es tener el valor de denunciar. Hablar de la pérdida de dientes y de la ansiedad, “la ansiedad es un monstruo que tiene la espeluznante cualidad de hacerse más grande que quien lo aloja,” es desnudar el alma. Por ello es importante hablar sobre estos temas y no seguir dejándolos en el silencio.

 

Otra vertiente de esta violencia son las relaciones padre-hijos, proveniente de la cultura y de cómo están los varones acostumbrados desde la masculinidad a relacionarse con su hijos. Barrios Martínez señala que:

 

No es extraño que una gran cantidad de varones se muestren carentes de afecto con sus hij@s sin prodigarles contacto físico, ausente si no siempre lo físico, sí en emocional. En el peor de los casos el único modo conocido de comunicarse afectivamente con los hij@s, es con la violencia verbal y física, pues el machismo que el hombre como género ha internalizado, le conduce indefectiblemente a agredir so pretexto de hacerlo educativa o ejemplarmente “por el bien de sus hijos.” (30)

 

Para Barrios Martínez, hay varios escenarios de acción en una educación no sexista como en la escuela, el trabajo, las casa y las relaciones de pareja y, por supuesto, la paternidad (p. 32-34) además “establecer una educación sentimental y las reglas sociales básicas que las figuras de autoridad trasmiten a hijos e hijas, deje de ser diferencial, esto es, que el trato y entrenamiento social de hijos e hijas sea idéntico” (32).

 

Sin duda alguna, la figura del padre es trascendental en nuestra formación como seres humanos. A lo largo de la historia universal recae en el hombre la figura de paternidad como un elemento importante en su papel de varón. Tenemos como ejemplo la mitología, donde el padre es la ley impuesta e inviolable. Vemos que en los hombres se refuerza el deber y compromiso del cuidado. Por desgracia, en México, esa figura paterna de fuerza y poder es sólo apariencia pues muchas veces está cimentada en la figura femenina y su trabajo. Millones de mexicanos son sostenidos por una madre que vive en situación de precariedad. “Millones infinitos de madres mexicanas que están criando solas porque el padre se fue, como decía mi mamá: yo soy ‘mapá’, y lo que eso configura”. Para la autora de La cabeza de mi padre, “Está muy cabrona la exigencia sobre una madre, la mía, que crió a ocho, ella ¿cómo pudo?” (Ciudadanía Express, 2022)

Por desgracia, la paternidad en nuestro país significa ausencia, tanto física como económica e ideológica, y se perpetúa en estos términos por el machismo que impera. En una entrevista que Infobae México hizo a la escritora Murillo, comentó que es una imagen tan pesada que incluso se debe de obedecer, aunque no esté con nosotros. “La figura del padre es universal, arquetípica, gigante, monolítica, pesada. Casi siempre obliga a soportarla o mirarla con un respeto absoluto, pero como dice Guillermo del Toro ‘Pero soy mexicana’ y ser mexicana implica esta cultura brutal, donde por un lado el padre está ausente” (Avreimy, 2022).

Esta figura dura, enérgica e incapaz de comunicarse con sus hijos fuera de la violencia debe modificarse. Tanto los estudios de género y los de nuevas masculinidades ponen el dedo en la llaga y proporcionan las herramientas para reconstruir la masculinidad y la paternidad fuera de los falsos lineamientos impuestos de dureza y rigor concebidos para el hombre. Octavio Salazar es claro en señalar: “La paternidad debería ser vivida como un proceso más de realización personal y, por lo tanto, también disfrutada en todo lo que supone de enriquecimiento afectivo y emocional y no simplemente como respuesta masculina a una exigencia social.” (Salazar, p. 337) El autor además considera que:

 

Este proceso debe asumirse como un aprendizaje continuo, como una negociación constante, como un inestable equilibrio entre incertidumbre, ensayo e improvisación. En todo caso es que proyecto personal debería asumirse no como una pérdida de tiempo, de autonomía, de oportunidades profesionales, de relación con los pares, si no como factor esencial para el desarrollo personal y como la apertura de otras vías de crecimiento y felicidad. Por lo tanto como proceso central y su propia vida (Salazar, p. 337-338).

 

Debemos aprender a erradicar los comportamientos dañinos. Debemos reconstruir al hombre y al padre para generar una mejor sociedad. Aunque existe dificultades para concebir una nueva paternidad: primero la dificultad de encontrar modelo que sirvan de referentes alternativos. Segundo la valentía que supone transgredir la norma y romper con los estereotipos establecidos (Salazar, p. 338). Estas dificultades deben de vencerse. Se debe de considerar la revisión de la paternidad “Es decir, todo el proceso de ‘deconstrucción’ del héroe patriarcal ha de incidir finalmente en la asunción de una nueva paternidad caracterizada por la presencia, por la mayor empatía, por la cercanía emocional y afectiva, por la dedicación temporal y sentimental” (Salazar, p. 340). Los varones merecen un mejor papel en la historia, como padres de sus hijos y compañeros de vida. Es justo reconstruir la paternidad para el bien social. Todas las fotos familiares merecen mostrar el rostro de sus padres.

 

REFERENCIA

Avreimy Hugo. Infobae. “En este país todos somos hijos de Pedro Páramo”: Alma Delia Murillo hizo una crítica a la ausencia del padre.9 de Junio de 2022. Recuperada de https://www.infobae.com/america/mexico/2022/06/19/en-este-pais-todos-somos-hijos-de-pedro-paramo-alma-delia-murillo-hizo-una-critica-a-la-ausencia-del-padre/

Barragán Almudena. Alma Delia Murillo: “La ausencia del padre es la piedra angular de México” . México - 12 JUN 2022 - 05:15 CDT. El País Recuperado de https://elpais.com/mexico/2022-06-12/alma-delia-murillo-la-ausencia-del-padre-es-la-piedra-angular-de-mexico.html

Barrios Martínez, D. (s. f.). Ser menos machos y más hombres. En Guía de supervivencia para varones del siglo XXI (pp. 19–36). Aldía

Ciudadanía Express. Periodismo de Paz. Somos hijos de Pedro Páramo en México: Alma Delia Murillo Domingo 19 de junio, 2022.Recuperado de https://www.ciudadania-express.com/2022/igualdad/somos-hijos-de-pedro-paramo-en-mexico-alma-delia-murillo#:~:text=%E2%80%9CEst%C3%A1%20muy%20cabrona%20la%20exigencia,mujer%20m%C3%A1s%20que%20como%20madre%E2%80%9D.

Murillo Alma Delia (2022). La cabeza de mi padre. Alfaguara.

Salazar Benítez, O. (2013). Padres presentes, familias plurales. En Masculinidades y ciudadanía: Los hombres también tenemos género (pp. 330–370). Dykinson.

Fabiola Morales Gasca

Fabiola Morales Gasca Licenciada en Informática por el Instituto Tecnológico de Puebla. Egresada de talleres literarios en la Casa del Escritor y la Escuela de Escritores. Terminó el Diplomado en Creación Literaria en la SOGEM-IMACP de Puebla. Maestra en Literatura Aplicada por la Universidad Iberoamericana. Autora de los poemarios “Para tardes de Lluvia y de Nostalgia” 2014 y “Crónicas sobre Mar, Tierra y Aire” 2016 Editorial BUAP. Libros infantiles “Frasquito de cuentos” y “Confeti” 2017, BUAP y Libro de minificciones “El mar a través del caracol” Editorial El puente 2017. El niño que le encantaban los colores y no le gustaban las letras 2018. Luciérnagas 2020. Participante de varias antologías en España, Paraguay, Chile, Colombia y México. Lectora voraz y escritora incansable.

Fabiola Morales Gasca
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