Tinta insomne

La minificción como obsesión y honestidad

La minificción como obsesión y honestidad

Septiembre 23, 2022 / Por Fabiola Morales Gasca

Fotos portada e interior: alumnos de los talleres impartidos por Karla Gabriela Barajas Ramos. Cortesía de la entrevistada.

 

En esta ocasión, “Tinta Insomne” presenta la entrevista realizada a la audaz escritora Karla Gabriela Barajas Ramos, (Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, México, 1982), quien desde 2004 publica cuentos, minificciones e ilustraciones en periódicos de Chiapas, entre ellos Noticias Voz e Imagen, Mirada Sur. Es autora de Neurosis de los bichos (2017), Esta es mi naturaleza (2018), Cuentos desde la Ceiba (2019), Donde habitan las muñecas (2021), Cenizas de los amordazados por el alba (2022) y Viscerales (2022). Sus colaboraciones han sido incluidas en revistas nacionales e internacionales. Ha participado en múltiples antologías de minificción en México, Perú, Chile, Costa rica, España y otros países.

 

¿Cuáles son tus mayores obsesiones al escribir?

—A veces, luego de leer mis historias, recibo adjetivos como perversa, la realidad no es violenta. A menudo me dicen: “deberías escribir novelas, historias con moraleja, cosas serias”. No pienso renunciar a mi voz por complacer a nadie. Cada persona tiene el derecho a construir lo que manda a hacer a otras. Así que mi primera obsesión es no dejar que ninguna de esas voces me afecte y me corte las cuerdas vocales. Trato de contar lo que me interesa, usar la memoria autobiográfica y aquello que despierta mi deseo de narrar. Es la honestidad lo que conecta con vivencias individuales y colectivas, por crudas que sean las realidades tratadas a partir de un tema que se vuelve mi obsesión. Antes creía mágico que al empezar un proyecto encontraba imágenes, ideas, cuentos… acerca de lo que escribía. Ahora sé que es el sistema reticular activador ascendente, el filtro que se encarga de destilar aquello que me sucede y quedarme con lo que me interesa. Si trabajo muñecas, encuentro historias de juguetes en todas partes. El tema alrededor del que construyo mi obra se convierte en mi obsesión hasta terminar cada historia y tengo que escribirlas para poder dormir o continuar con otros proyectos. Si no lo hago no logro descansar.

Al escribir doy sentido a mi vida y comparto lo que veo, siento y entiendo. Hago caso únicamente a mi voz interior, y eso es lo que me permite vincularme con otras personas a los que atraviesa la realidad, que se parece a la contada en mis historias. En ellas no abundan los seres felices, pero sí los resilientes.

En tus libros Neurosis de los Bichos (2017), Esta es mi naturaleza (2018) y Cuentos desde la Ceiba (2019) recurriste a aspectos de la naturaleza. ¿Cómo fue tu transición hacia los objetos para escribir Donde habitan las muñecas?

—Mi idea era pasar de la naturaleza a los objetos e ir dejando minificciones que adelantaran lo que abordaría en el siguiente trabajo o en los diferentes proyectos que desarrollara a lo largo de mi vida. Pongo un ejemplo: “Pinocha” es el primer microrrelato de Esta es mi naturaleza (2018), porque llevaba años coleccionando piezas minificcionales para el juguetero literario encontrado en Donde habitan las muñecas (2022). Algunos microrrelatos, anteriormente publicados, son historias que ocurren dentro de San Cayetano, en el tiempo en que Zacarías y Catalina lo habitaron, los cuales son personajes de Cenizas de los amordazados por el alba. Dejé otras historias de San Cayetano en los libros Esta es mi naturaleza (2018), con la minificción: “Incomparable”; en Cuentos desde la Ceiba (2019) con “Donde hubo fuego”, “Mi hijo”, “Irresponsables”, “Viva”, entre otros microrrelatos. Intento tejer historias en cada proyecto y hacer mi universo narrativo o multiuniverso.

Donde habitan las muñecas, libro que se publicó en 2021, contiene minificciones interesantes, con mucha carga simbólica. ¿Cuánto tiempo te llevaste en armarlo? ¿Qué te impulsó a escribirlo? ¿Cuál es el eje fundamental de estas minificciones?

—Hice una colección de muñecas y muñecos a lo largo de más de 10 años. Tiré parte del trabajo y retomé la estructura del libro en 2019 y ese trabajo se prolongó hasta 2021.

Me impulsaron una serie de lecturas acerca de los juguetes, su importancia en nuestro desarrollo como personas. Tenemos objetos transicionales que nos permiten desprendernos de la figura materna, pueden ser sábanas o juguetes, cualquier cosa a la que le brindamos un símbolo, un significado, y es a través de ellos que nos entendemos como algo separado de la madre. Nos reconocemos como sujetos, nos constituimos como personas apoyándonos de los juguetes u otros objetos. Después de esa etapa, reconocemos la subjetividad, la realidad interna y externa, lo real y lo fantástico. Entendemos que un muñeco es un objeto inanimado. Eso leí, pero había visto lo contrario en algunos adultos y tenía muchas historias al respecto. Lo cierto es que una vez publicado el libro Donde habitan las muñecas, algunas lectoras me decían “yo no leo este tipo de libros porque los muñecos vudús y esos temas poseen energías negativas que pueden generar tal y tal cosa”… Es decir, en ciertos contextos, los libros y los muñecos siguen siendo considerados tan poderosos que cambian la realidad, incluso pueden robar el espíritu, traer desgracias. Para algunas personas, los muñecos tienen el poder de arrebatar la capacidad de elección, el pensamiento crítico. Respeto esa manera de pensar, por eso los muñecos cautivan.

Aunque un capítulo está destinado a historias de terror alrededor de los muñecos, el libro en realidad tiene como eje central la cosificación de las personas y la humanización de los juguetes. De manera colectiva o individual, en algún momento de nuestra vida humanizamos a los juguetes y deshumanizamos a las personas, convirtiéndolas en objetos de placer, consumo, máquina y/o fuerza de trabajo. Sobre eso versa el libro.

El vaso comunicante entre las 60 minificciones son las muñecas y muñecos con sus diversos significados, desde ser objetos simbólicos, estatuillas mortuorias, artefactos utilizados en prácticas mágicas y esotéricas y toda serie de figurillas que animamos con nuestros valores y creencias.

—¿Cómo surgió la idea para escribir Cenizas de los amordazados?

—Los vampiros me han cautivado desde que leí Drácula, de Bram Stoker, y vi la película basada en él dirigida por Francis Ford Coppola (1992). Era adictiva: podía verla una y otra vez e imitar al vampiro diciendo: “Escúchelos, son los hijos de la noche. Qué bella música componen”. Las sombras, la iluminación, el vestuario, el hombre lobo seduciendo a Lucy, marcaron mi infancia y mi gusto por las historias de estas criaturas. Aunque siempre me pregunté qué pasaría si un vampiro apareciera en Tuxtla Gutiérrez y fuera pobre.

En Entrevista con el vampiro me impactó cómo corrompen el espíritu de una niña al otorgarle vida eterna a un ser humano que todavía no regula emociones. Fue algo que también explotaron en las nuevas versiones de vampiros. Los niños inmortales, capaces de destruir poblaciones a causa de un berrinche. De ahí me nació la idea de ¿qué pasaría si a nuestros niños, esos que educan a chanclazos, explotan y violentan de manera estructural y familiar, se les quitara la vulnerabilidad que los hace presas?

Las cenizas me llamaron la atención desde que vi Buffy la Cazavampiros. Descubrí la belleza en las cenizas de los seres que se redimen a través de la luz del sol, a través de la película 30 días de noche, dirigida por Daved Slade, y en la serie Misa de medianoche, de Mike Flanagan, también me impactó la profundidad filosófica de sus vampiros. El jardín de las tumbas vacías, de Agustín Cadena, y la trilogía Nocturna, de Guillermo del Toro, me permitieron descubrir a otro tipo de vampiros.

Los strigois de la serie Strain, de Guillermo del Toro, seres asexuados guiados por el apego. Deseaba, profundamente, crear mi propia cepa de vampiros en un contexto parecido al que conozco.

 

 

¿Qué es lo que te gusta leer más aparte de la minificción? ¿cuento, novela, ensayo?

Me gusta leer cuentos, poemas, novelas, tesis y aproximaciones teóricas. Ensayos, artículos, ensayos clínicos, noticias y el diccionario. Las paredes en las calles, en los baños y lo que escriben las personas de su día a día porque me muestra otras maneras de pensar.

En otras entrevistas has manifestado el gusto que tienes por acudir y tomar clases ¿A qué retos te has enfrentado como mujer al acudir a centros de aprendizaje?

—Al cansancio y agotamiento físico. Falta de apoyo en los cuidados. Violencia psicológica para sentir culpabilidad al dedicarme tiempo de estudio. Mi nivel de atención disminuye conforme aumentan las responsabilidades. A veces ya no veía lo que estaba en la pantalla o un pizarrón, o veía borroso. No tenía apoyo en los cuidados, así que llevaba a mi hija conmigo, pero antes la cansaba para que se durmiera en clases. Su energía es inmensa y la mía muy baja. En alguna ocasión una señora me gritó que la callara porque no la dejaba escuchar. La mujer gritaba y gritaba porque la niña se despertó y lo primero que vio fue un raspado, así que dijo “¿mamá qué es eso?” El agotamiento físico es lo más difícil de aceptar. Me he tenido que caer y lastimar la cabeza y las manos para comprender que hay que elegir nuestras batallas y dónde depositar nuestro tiempo y esfuerzo.

Soy autodidacta y afortunadamente ahora cuento con espacios virtuales que me permiten buscar cursos y talleres de mi interés sin tener que movilizarme, gastar dinero en alguien que cuide a la niña o estar preocupada por cómo se encuentran (esa preocupación también influye en el aprendizaje y retentiva, por lo menos en la mía).

—¿Consideras que las mujeres deban ser apoyadas para continuar su crecimiento profesional?

—Sí. Creo que las desigualdades y deudas históricas con sectores vulnerables deben ser atendidas desde diversos frentes porque son problemas estructurales. No todas las mujeres tienen las mismas circunstancias de vida, económicas, culturales… y tendría que reestructurarse todo, empezando por la conciencia de género, y tomar en cuenta las condiciones en que ha nacido y crecido una mujer. No es lo mismo hablar de una mujer europea que una mujer nacida en los Altos de Chiapas.

También considero que una manera de ayudarnos entre todas es generar espacios sororos, “ejercer en libertad el derecho a emprender proyectos, iniciativas y propuestas culturales y artísticas”, además de “construir espacios colectivos, autogestivos, independientes y comunitarios de arte y cultura que contarán con una regulación específica para el fortalecimiento y desarrollo de sus actividades”, como lo dice la Carta Magna.

Había publicado minificciones desde hace 20 años en revistas, antologías y editoriales fuera de mi estado, y no encontraba a más personas interesadas en escribir minificción (ahora hay mayor apertura y proyectos que la amparen), por lo que consideré importante generar espacios para la difusión y publicación del género dentro de Chiapas. Convoqué a escritoras interesadas en escribir minificciones, deseaba formar una familia literaria dedicada a este género. Sin embargo, ninguna de las integrantes contaba con un libro de minificción o un proyecto, ya que la tradición del estado es poética, aunque existen importantes narradoras y dramaturgas, como es el caso de Damaris Disner. Así nació La Colectiva de mujeres minificcionistas

Nosotras contamos, a inicios del 2020, con el objetivo de brindar apoyo para la formación de quienes desearan escribirla y generar espacios libres de violencia y autónomos. Lorena Vasconcelos, Adelita León, Karla Gómez, Cindy Ramos, Damaris Disner y una servidora fuimos miembros fundadoras. En el 2021 se unieron al grupo Sele Argueta, quien ya tenía minificciones publicadas desde el 2015 y en 2019 su primer libro de minificciones Atún de Elefante de la casa editorial Ala Ediciones, y Kiara Fernández. En materia de formación, se han realizado charlas con escritores y académicos, como Rony Vásquez Guevara, lectura de antologías y libros acerca de la minificción, como son La minificción ya no es lo que era, de Violeta Rojo.

Hay integrantes a las que he apoyado en la edición y revisión de sus proyectos, como a Damaris Disner, no son remunerados y tienen como objetivo que cada una cuente su propia historia a través de sus microrrelatos, pueda difundir al género desde sus trincheras, apoyar a más mujeres y generar una obra propia para conformar una colección de libros escritos por mujeres minificcionistas chiapanecas desde la colectiva, la colección Soles Negros, la editorial Chicatana o su propio proyecto editorial.

Cada una del grupo ha apoyado a las otras de múltiples maneras, desde compartir convocatorias, conseguir entrevistas en medios de comunicación, espacios para realizar lecturas en centros culturales independientes, como la galería Rodolfo Disner. Lorena Vasconcelos brindó espacios para la difusión de la minificción en la revista Enheduanna. Creo que es un ritmo diferente, pero es una manera de contribuir con la carrera literaria de otras, crear comunidad, fomentar el hábito de la lectura, continuar haciendo lo que nos gusta y apoyar a otras mujeres a crecer.

A mí me han apoyado muchas mujeres. Mi tía Carmelilia me apoyó económicamente durante muchos años para que pudiera estudiar. Loreley, Amparo, Brenda, mi tía, doña Lucy, me ayudaron a cuidar a mis hijos para que fuera a talleres. Dina Grijalva, Paola Tena y Olga Gutiérrez García me han regalado talleres literarios. Con Eliana trabajamos continuamente, Lorena Escudero, entre otras mujeres, han compartido su experiencia conmigo. Las invitaciones a antologías, los libros que me envían incluso de otros países, eso nos ayuda a crecer, nos nutre y no viene de las instituciones, nace de la sororidad. Así que creo que nos necesitamos y hay que apoyarnos.

—¿En qué te ha ayudado la Literatura como persona y madre?

—Como persona me ha dado acompañamiento, paz, esperanza y un refugio. Es mi lugar feliz. He llevado a mis hijos a conocerlo y espero que lo visiten cuando les vaya bien, y sea un hogar cuando todo vaya mal.

—Hablamos de tu más reciente libro Viscerales.

Viscerales. Antología personal está integrada por una selección de minificciones que fueron publicadas en Neurosis de los bichos, número 7 de la Colección Minotauro, editado por La Tinta del Silencio; Esta es mi naturaleza, Editorial Surdavoz (2018); Cuentos desde la ceiba, Colección Bocanada, número 7 (2019), Ciudad de México; Donde habitan las muñecas, editado por Quarks ediciones digitales, en Perú (2021); y Cenizas de los amordazados por el alba, editado por Editorial EOS Villa, en Argentina (2022). Además cuenta con minificciones que forman parte de otras publicaciones colectivas, impresas o virtuales.

—¿Nos puedes regalar una de tus minificciones favoritas (autoría propia)?

—De Cenizas de los amordazados por el alba

Infancia en llamas

—¿Juan, otra vez te pegó tu papá? Cada vez te suena más duro, ¿no? Tienes manchas de sangre en la playera y en el cuello. Vamos a mi casa y te presto ropa —ofreció Rojas.

La luz del amanecer iluminó el rostro pálido y desnutrido de Juan, mismo que se enrojeció y del cual salió lumbre. El cuerpo entero se le llenó de fuego. Al ver al amigo quemarse, Rojas buscó ayuda. Cuando la mamá de Juan llegó al parque, el niño era una flama a punto de extinguirse. Solamente quedaron cenizas.

La madre de Juan negó que el incendiado fuera suyo, además, sepultó la historia, creyendo al marido responsable, porque la noche anterior golpeó a su vástago y el desamparado huyó de casa. La mamá de Rojas enterró el testimonio, para evitarse problemas. Los restos quedaron en la fosa común del olvido.

 

De Neurosis de los bichos

Reflexiones de mosca

I

Se puede escribir de tres cosas, citó el poeta Quincho: del amor, la muerte y las moscas. Cuando lo encontraron muerto, lleno de moscas, sólo le faltó el amor, pero ese estaba en su poesía y cuando lo leí, en mi corazón. Confesión de una mosca enamorada.

II

La atrajo su olor, rondaba moribunda y hambrienta cerca del trompo de carne al pastor en la taquería del Ortega. Hora de la muerte: 3 de la tarde; causa: golpe con el matamoscas. Es efímera la vida.

 

—Para los lectores interesados en tu trabajo ¿Cuáles son tus redes?

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Agradecemos a la escritora Karlas Barajas su disposición para esta entrevista que resulto nutritiva e interesante. Le deseamos que continúen sus libros y éxitos. Gracias a nuestros lectores por acompañarnos en esta ocasión y por su valioso tiempo de lectura.

Fabiola Morales Gasca

Fabiola Morales Gasca Licenciada en Informática por el Instituto Tecnológico de Puebla. Egresada de talleres literarios en la Casa del Escritor y la Escuela de Escritores. Terminó el Diplomado en Creación Literaria en la SOGEM-IMACP de Puebla. Maestra en Literatura Aplicada por la Universidad Iberoamericana. Autora de los poemarios “Para tardes de Lluvia y de Nostalgia” 2014 y “Crónicas sobre Mar, Tierra y Aire” 2016 Editorial BUAP. Libros infantiles “Frasquito de cuentos” y “Confeti” 2017, BUAP y Libro de minificciones “El mar a través del caracol” Editorial El puente 2017. El niño que le encantaban los colores y no le gustaban las letras 2018. Luciérnagas 2020. Participante de varias antologías en España, Paraguay, Chile, Colombia y México. Lectora voraz y escritora incansable.

Fabiola Morales Gasca
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