El miedo en el amor

Portada: Edvard Munch, Separación II, 1896.

 

Esta semana en la que todavía el amor se encuentra en el aire y el festejo de San Valentín llenó las calles de varias de nuestras ciudades con ramos de flores, chocolates, osos de peluche y variedad de regalos, les propongo reflexionar acerca del miedo en el amor. Lo hago porque es un tema del que se conversa poco en pareja, menos en nuestras autoexploraciones sobre los sentimientos y tampoco lo hacemos a la hora de sopesar el porqué del final de un noviazgo o matrimonio.

Por experiencia propia, creo que el miedo es una emoción poderosa y puede marcar el destino de nuestra vida. Según el diccionario, es una “sensación de angustia provocada por la presencia de un peligro real o imaginario”. En la prehistoria sirvió a los seres humanos para la supervivencia y aunque en la actualidad los peligros, en comparación, han disminuido, todavía es una sensación atávica que se esconde en nuestro interior.

En cuanto a las relaciones personales, es una emoción que aprendemos desde la niñez, cuando en la familia nos enseñan a ser amados y amar. Por ejemplo, en mi caso, debido a que mi padre no fue cercano y el vínculo con mi madre no era lo mejor, el miedo al abandono, a no ser lo suficiente y a no merecer amor, son temas que luego reproduje en mis relaciones de pareja.

El miedo al abandono puede tener varias consecuencias. En algunas personas se traduce en aceptar maltratos, control, manipulación y hasta violencia para no volver a sufrirlo. En mi caso, me llevó a adelantarme, es decir, mejor abandonar que ser la víctima. Supongo que también tenía que ver con una baja autoestima, una forma de demostrar ser más fuerte. Pero ninguna es una buena decisión: ni aguantar ni adelantar el final. La comunicación con la pareja, la profundización de la intimidad, entendida como ese espacio en que puedo contarle todo, especialmente nuestros miedos y cómo nos sentimos, contribuirá a encontrar juntos soluciones.

El miedo a no ser lo suficiente está relacionado con el anterior. En un matrimonio o noviazgo en el que el amor lo sostiene, esta emoción puede provocar autosabotearla porque nace el temor de que pronto la otra persona se dará cuenta de que no valemos la pena. Entonces, el cerebro inventa problemas, celos, mala comunicación, falta de atención; incluso imagina que un tercero puede ser la salida y se dan las infidelidades. También aquí la comunicación hace la diferencia, en especial compartir el origen de los miedos; al igual que el apoyo de un profesional a través de terapia será una buena solución.

En este punto final se preguntarán: ¿Cómo alguien no sería merecedor de amor? Y es que, a su vez, se relaciona con no ser lo suficiente. La baja autoestima de las personas que sentimos este temor nos lleva a concentrarnos solo en los defectos y en lo negativo, que no deja a un lado las virtudes, en las razones por las que merecemos ser queridos.

A estos tres miedos se suman los de quedar solo y que nadie más podrá amarnos. Entonces las expectativas de parejas es muy bajo y aceptamos casi a cualquiera, a pesar de que no sean personas que nos apoyen en los sueños, nos hagan sentir seguros y bien con nosotros mismos.

Por tanto, esta emoción puede llevarte a tomar las peores decisiones en tus relaciones. El primer paso es ser consciente de ella, saber cuáles son nuestros mayores temores, analizar a donde nos han llevado y profundizar en las causas. Lo que no significa buscar eliminarla porque también sirve para evitar malas relaciones. Lo más importante es disminuir sus consecuencias negativas y, si no podemos solos, buscar ayuda, porque con el apoyo profesional podremos encontrar la mejor salida.

“Y en ese instante como si lo supera todo, ella le dijo que el miedo es más fuerte que el deseo, el amor, el odio, la culpa, la rabia, más fuerte que la lealtad” (Isabel Allende).