De color humano

En cuarentena celebremos un maravilloso invento: el libro

En cuarentena celebremos un maravilloso invento: el libro

Abril 23, 2021 / Por Eliana Soza Martínez

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Debido a que el 23 de abril se recuerda el Día del Libro, es imprescindible hablar de este maravilloso invento del hombre. Algunos lo califican como el más importante en la historia, incluso mayor que la rueda porque trasciende lo material, el tiempo, las fronteras, las religiones y muchos otros aspectos. Desde el primer escrito que se conoce y se atribuye a los sumerios de Mesopotamia, y es anterior al 3000 a.C., hasta la actualidad, el libro no ha perdido el interés de las personas por tenerlo en sus casas para su lectura.

En la época que vivimos, entre cuarentena obligada y voluntaria, es más significativo porque gracias a sus páginas podemos viajar no solo por lugares de este planeta sino de otros, a tiempos pasados y futuros, salir de casa sin ponernos en peligro. Una de las actividades a mano en esta cuarentena y que sirve para cualquier edad es leer un libro de cuentos, novela, poesía, teatro, científico, etc.

Para mí fue un descubrimiento tardío. Aunque en la escuela lo conocí, cobró real importancia en mi vida recién en la universidad, gracias a una apasionada docente: Lidia Valverde. Ella transformó mi mundo por medio de este invento y estoy segura de que hizo lo mismo con muchos de mis compañeros. Recuerdo que, al conocerla, nos apabulló a todos su personalidad estricta, pero a medida que se iba dejando llevar por su pasión, la literatura, contagiaba ese ímpetu. Tanto, que con algunas compañeras nos animamos a tomar clases extras sobre autores latinoamericanos y bolivianos. Así, leer se volvió parte de nuestra cotidianeidad, porque debíamos hacerlo para su clase, los otros cursos y algunos por simple placer.

De esta forma conocí al escritor argentino Julio Cortázar y entendí que un solo libro te puede llevar a conocer lugares increíbles o te convence de la verosimilitud de una historia fantástica donde su protagonista vomita conejitos. En definitiva, cómo un autor te hace vivir, experimentar, imaginar con cada descripción de espacios, sentimientos, emociones, olores y sabores. En algunos casos, enamorarte de un personaje o volar con tu imaginación a través de mundos paralelos o futuros ideales (utopías) o apocalípticos (distopías). Todo esto gracias a la literatura.

Pero estos artefactos que contienen palabras sobre todo, no sólo poseen la virtud de emocionar, como lo hizo conmigo en mis primeros años universitarios, sino que son una de las mejores formas para adquirir conocimientos de toda índole. Pónganse a pensar por qué las religiones basan su doctrina en un libro, al igual que las ideologías políticas. También los descubrimientos científicos y otros fueron socializados a través de obras, debido a que su alcance es mayor; y ahora, gracias a la era digital, podemos descargar de forma gratuita o comprar en línea casi cualquier temática.

Es cierto que sus medios han evolucionado. Ya no solo podemos leer hojas físicas (que yo prefiero porque no hay nada como el olor de un libro nuevo), sino que a través del Internet existen copias virtuales que en algunos casos son más económicos y/o gratuitos, y pueden ser descargados a nuestros teléfonos inteligentes, lo que nos da la posibilidad de leerlos en cualquier momento y lugar. Otra forma de consumirlos, ahora, son los audiolibros, que pueden ser escuchados mientras trabajamos, manejamos o viajamos. Cuando estuve en el hospital, mi sobrino me salvó con varios audiocuentos que me entretuvieron durante mi recuperación.

Una consecuencia de contar con distintos formatos para consumir libros se traduce en una mayor democratización de éstos, porque si no existiera Internet tal vez nunca los hubiéramos leído. Es así que un porcentaje alto de autores nóveles se han beneficiado al tener la posibilidad de difundir sus historias, conocimientos y pensamientos por redes sociales y otros espacios, como plataformas especializadas. Por tanto, las excusas para no leer han disminuido.

Un tema delicado respecto al libro y que será parte de nuestra reflexión es, por supuesto, la lectura. Damos por sentado que todos tienen la posibilidad de leer, pero es un hecho que en Bolivia la tasa de analfabetismo es de casi el 3%, lo que incluye a 200.000 personas, informó el Gobierno. Estos datos deben alarmar porque sigue siendo un desafío para nuestra sociedad. Recuerdo que una amiga muy querida, poco después de concluir sus estudios profesionales, trabajó alfabetizando a mayores y me contaba sus experiencias. Lo que en principio le quedó fue su gran satisfacción de ver cómo las señoras cambiaban al obtener la habilidad de escribir su nombre o leer cartas que les habían enviado, el periódico o lo que ellas quisieran. Esto demuestra el poder de la lectoescritura en la vida de cualquier ser humano, mejorando su autoestima y abriéndole un mundo de posibilidades.

No obstante, además de las personas que no pueden leer porque no lo han aprendido, existen las que no lo hacen por falta de hábito o porque no le encontraron el gusto, y en esto los padres y maestros somos los responsables. Si como progenitores en casa les leemos a los pequeños desde que son bebés, hacemos que nos lean cuando empiecen a aprender, motivaremos la lectura y pasaremos momentos inolvidables con ellos. El ejemplo es la mejor forma de educar; por esta razón, si nos ven leyendo lo harán también.

Por otra parte, en las manos de los maestros está que puedan compartir con los alumnos libros interesantes que capten la atención de niños y jóvenes y los enamoren rápidamente. Basta de pedir que se lean obras complicadas de las que todos buscan la película; mejor acercarlos con esos que les hagan soñar, imaginar, aquellos que con sus tramas compitan con los productos transmedia de Internet.

Entonces los invito, en esta cuarentena, a leer para emocionarnos, aprender, relajarnos, viajar sin movernos de nuestro sillón favorito; vivir aventuras insospechadas, adquirir más conocimientos, conocer el pensamiento de grandes autores; las creencias y las culturas de todo el mundo. Leamos en papel, en electrónico, a través de audiolibros, no importa cómo ni qué, pero leamos porque con la lectura seremos mejores cada día.

 

 

Eliana Soza Martínez

Eliana Soza Martínez (Potosí, Bolivia) Autora de Seres sin Sombra (2018). 2da. Edición (2020) Ed. Electrodependiente, Bolivia. Junto a Ramiro Jordán libro de microficción y poesía: Encuentros/Desencuentros (2019). Antología Iberoamericana de Microcuento (2017), compilador Carvalho; Escritoras bolivianas contemporáneas (2019) compiladoras: Caballero, Decker y Batista, Ed. Kipus. Bestiarios (2019), Ed. Sherezade, Chile. El día que regresamos: Reportes futuros después de la pandemia (2020), Ed. Pandemonium, Perú. Brevirus, (2020), Brevilla, Chile. Pequeficciones: piñata de historias mínimas (2020) Parafernalia, Nicaragua. Historias Mínimas (2020), Dendro Editorial, Perú. Microbios, antología de los Minificcionistas Pandémicos (2020), Dendro Editorial, Perú. Caspa de Ángel: cuentos, crónicas y testimonios del narcotráfico, Carvalho y Batista. Umbrales, Antología de ciencia ficción Latinoamericana (2020), Ediciones FUNDAJAU, Venezuela. https://www.facebook.com/letrasenrojo Instagram: @Eliana.Soza https://www.youtube.com/channel/UCJC8RtYxDvq0JVrb2ZIioeg

Eliana Soza Martínez
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