Entendiendo lo que es la humildad

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La humildad ha sido altamente apreciada en todos los tiempos. Entendida como el valor de los seres humanos de ser conscientes de las virtudes y defectos que tiene cada persona; evitando la comparación o por lo menos estar seguros de que siempre habrá mejores y peores que uno, en algún aspecto de la vida. Es cierto que puede ser confundida como una debilidad o una falsa modestia, que solo demuestra el concepto contrario: una mayor soberbia. En este artículo quiero reflexionar, junto con ustedes, sobre la importancia de esta virtud en nuestras vidas.

Desde que nos damos cuenta de lo que hacemos bien y de lo que no, podemos practicar la humildad. Por supuesto que esta conciencia nos ayuda a mejorar. Todo es parte de la formación de la autoestima, este aspecto tan importante en la vida que nos hace aceptarnos tal como somos y que evita compararnos con los demás. En algunos casos puede dar como resultado que nos creamos mejor que todos o, por el contrario, menos que los otros, cuando en realidad con el único con quien deberíamos compararnos es con nosotros mismos: desear y trabajar para que mañana seamos mejores de lo que fuimos hoy.

Algo que sabemos es que la humildad es contraria a la soberbia. Cuántas veces nos hemos encontrado con personas que andan alardeando sobre lo que tienen, haciendo énfasis en lo material y no lo en lo intelectual o moral. En realidad yo pienso que nada, ni la inteligencia ni los valores morales, te hacen superior, pero mucho menos las cosas que uno posee.

Lo que debemos transmitir a las nuevas generaciones es que cada ser humano es único. Esto es difícil, ya que en varios ámbitos nos están comparando. Por ejemplo en la escuela, con los cuadros de honor o en las diferentes competiciones deportivas. Por supuesto que no está mal la sana competencia, pero es lamentable que no siempre se promueva en estos ambientes, sino el mensaje de que el objetivo debe ser salir primeros sin importar lo que hagamos. Pienso que es por esta razón que, cuando crecen, los niños aprenden a enfocarse en conseguir sus metas sin que importe lo que deban hacer por alcanzarlas, incluso engañar, dañar, pasar por encima de muchos. El objetivo: ser mejor que otros, sobre todo.

La humildad está relacionada con ser agradecido y solidario. Valorar lo que tenemos, es decir lo que la vida nos dio y por lo que trabajamos, sino también por la ayuda y el apoyo que cada día recibimos de los seres queridos, amigos e incluso desconocidos. A la par, está lo que podemos colaborar a los que nos rodean.

La soberbia, muchas veces, nos encierra en una burbuja de egoísmo en la que no necesitamos de nadie y tampoco sentimos como responsabilidad nuestra hacer algo por alguien. En cambio, la humildad, ese sentimiento que nos hace sentir en sintonía con otros, nos impulsa a ayudar, a tender la mano, a servir a los demás, sin sentirnos superiores por hacerlo, sino más bien afortunados por tener esa oportunidad.

Finalmente, podemos decir que ser humilde ayuda a que podamos ser empáticos; esta habilidad servirá para la convivencia en sociedad y esto se traduce  a que, en los diferentes espacios, como la escuela, la universidad, el trabajo, etc., seamos personas amables, sencillas y por tanto con relaciones positivas. En suma seremos más agradables al trato con los demás; nos recordarán y conseguiremos que sean considerados y agradecidos con nosotros y en consecuencia viviremos en armonía.