La depresión y el suicidio infantil

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La ignorancia es peligrosa. Antes de escuchar sobre este tema ni siquiera lo había imaginado. Pensar que un niño o una niña deseen terminar con su vida era algo inconcebible para mí. Sin embargo, después de recordar en las noticias que veo a diario, donde tantos pequeños son violentados física, sexual, y psicológicamente, no parece tan extraño. Al ser un grupo tan vulnerable y depender de sus cuidadores, su existencia llega a ser bastante difícil.

Otro dato que me perturbó es la manera en la que las y los chicos buscan suicidarse, que no es la misma que la de los mayores. Entonces, esos accidentes en los que las manitos de menores de doce años se acercan demasiado a una ventana que está varios pisos arriba o esos cuerpos que son atropellados puede que no sean realmente accidentes, sino las formas que encuentran de terminar con su profundo dolor.

Pero tan poco conocido es este fenómeno que solo algunos países grandes tienen estudios científicos, pues no se puede realizar una estadística de aquello que parece ser el resultado de un descuido o de mala suerte. Más aún si los niños viven en las calles: ninguna autoridad realizará una investigación de sus muertes.

A estos suicidios, como a los demás, les antecede el trastorno de la depresión y me pregunté ¿cómo podemos saber que un niño está deprimido? Según los especialistas, dicen que no es una simple tristeza, a no ser que esta dure mucho tiempo, se transforme en falta de sueño o somnolencia permanente, desinterés de actividades que antes se disfrutaban, una disminución considerable del apetito o, por el contrario, una avidez por comer que no era característica, de improviso malas notas, irritabilidad, confusión, aislamiento, etc. Esto no quiere decir que si vemos uno o un par de estos síntomas creamos que nuestros hijos padezcan depresión. Si tenemos alguna duda, es imprescindible pedir la ayuda de un profesional.

Es primordial conocer las causas probables de la depresión. Entre ellas están la violencia de la que son víctimas. Para mí la peor es la sexual, porque puede desencadenar en embarazos que son otra forma de violentar a niñas de tan solo doce o catorce años. Hechos trascendentales en la corta vida de los niños también pueden ser factores desencadenantes, la muerte de un ser querido, el divorcio de los padres, ser testigos de violencia en sus hogares. Así mismo otros problemas fuera de la casa, como el acoso de sus pares en la escuela, sentirse discriminado por sus características raciales. Será por eso que en un estudio realizado en Estados Unidos es cuatro veces más alta la tasa de suicidio en grupos étnicos minoritarios.

Lo que nos queda hacer como padres, maestros, tíos, hermanos es estar atentos a cambios abruptos de conductas, una curiosidad inusitada sobre la muerte, decaimiento anímico, baja autoestima, pérdida de interés por todo. Busquemos ayuda profesional, tal vez sea solo el inicio de la pubertad, pero si no es así, podremos atacar con anticipación la depresión y prevenir el suicidio, porque de nosotros depende la salud física y mental de los más pequeños.