Mi experiencia en el mundial de escritura

“No se escribe compitiendo contra nadie. Las Olimpiadas de la literatura no existen”, decía Colum McCann, escritor irlandés, en su libro 50 consejos para ser escritor, publicado en 2017. Sin embargo, en 2020, Santiago Llach, desde Argentina, abrió al público en general un ejercicio que ya realizaba en 2013 como un juego en sus talleres: el Mundial de Escritura. Una iniciativa en la que autores de habla hispana desde cualquier parte del mundo pueden participar agrupados en equipos de diez personas, escribiendo a diario por lo menos 3.000 caracteres. Si bien existe un ganador al final de la versión, la competencia no es lo más importante. El objetivo que se planteó el fundador es incentivar el hábito de la escritura y la edición entre pares.

En mi experiencia, habiendo participado en cinco de sus versiones, incluida una especial de traducción, puedo aseverar que me ayudó a reafirmar mi propósito de escribir a diario. Durante la semana dedicada a la fase de escritura nos comparten consignas diarias que inspiran la creación, aunque no es obligatorio seguirlas. Lo relevante es cumplir los 3.000 caracteres y hacerlo en ese día. Después, se pasa a la etapa de edición, donde se debe elegir un texto por participante, mismo que se postulará y los compañeros de equipo votarán para elegir uno que los represente.

Intento participar en todas las versiones, porque al final de cada año me doy cuenta de que es la época en la que más he escrito. Si bien la premura de hacerlo en menos de veinte horas puede agobiar, también es una estrategia para agilizar la mente y la imaginación. Como resultado, tengo por lo menos con un primer borrador de cuento. Gracias a este material tuve la oportunidad de participar en otras convocatorias porque ya contaba con una obra, la que debía corregir, pero tenía la mitad del camino andado.

Otro aspecto valioso fue conocer personas que están en el mismo ámbito. En algunas ocasiones, hicimos amistad y nos encontramos en otros espacios, leyendo en alguna actividad literaria o como parte de una publicación. Una gran satisfacción fue que el año pasado eligieron uno de mis textos para representar al equipo. Todo esto ha contribuido a sentirme más segura al ejercer el oficio; adiestrar la mente y las manos a la hora de crear y fundamentalmente ejercitar el hábito de escribir a diario.

También me gustaría comentar sobre las consignas. En algunas versiones las daban, a través de un video subido a YouTube, escritores reconocidos de Latinoamérica. En otras, las recabaron con anticipación de los propios participantes de versiones anteriores. Lo cierto es que estos disparadores son creativos y algunos bastantes específicos. Por ejemplo, hoy era la siguiente: “Escribir un relato en el que una persona se levante, se mire al espejo y no se reconozca. Lo que le devuelve el espejo es la imagen de su ídolo o ídola”. En lo personal, esta y las anteriores me sirvieron para impulsar la creación de una historia.

Una novedad de las últimas versiones ha sido que se abrieron dos categorías: una de adolescentes y otra de niños, donde los participantes escriben 1.500 caracteres y tienen sus propias consignas. En esta novena versión, además, se han incluido premios en efectivo para un ganador o ganadora anual y para el mejor equipo; a su vez, a los más pequeños se premiará con legos y tablets.

En fin, estoy de acuerdo con McCann, que uno debe competir consigo mismo, sobre todo a la hora de ejercer como escritor, pero espacios como los abiertos por el Mundial de Escritura son ideales a la hora de promover hábitos, contribuir a mejorar el músculo de la imaginación, crear redes entre escritores y en último caso animar a quienes soñaron con escribir y hasta ahora no se animaban a empezar. La próxima versión será en agosto, queda tiempo para que te inscribas y vivas tú también esta experiencia.