Rudas y técnicas, comentarios sobre un libro de Patricia Vázquez

La poeta Patricia Vázquez presentó hace unas semanas en San Andrés Cholula su más reciente poemario La novela de las mujeres murciélago, publicado en este 2022 por editorial Espina Dorsal. En dicho evento comentó un dato que viene incluido en uno de los poemas del libro:

En México

la lucha libre fue prohibida a las mujeres

de 1952 a 1986

Con esta pincelada, la poeta abre un discurso narrativo y poético respecto a las diversas restricciones que tuvieron las mujeres en esos años, ya no sólo en el aspecto deportivo, también al ser limitadas en su esfera familiar para ser tratadas sólo como amas de casa y madres de familia. Ser una luchadora significaba una rebelión, la posibilidad de agredir al esposo en casa en un rato de furia y descontento. Claro, los priistas en turno tenían que restringir a las mujeres de esa y otras actividades.

El poemario de Patricia también es un duelo de amor entre dos amantes mujeres que combaten en el ring del espacio público y el ring del espacio privado, es el amor lésbico un exhibición con máscaras que despierta al eros de una multitud en la arena de lucha libre, es también un espacio único y privado en el tatami puesto sobre la alfombra de una sala. Las imágenes del libro se esmeran en mostrar el conflicto interno que implica la exhibición y la censura de los cuerpos en los rituales del erotismo, sobre todo en un momento donde la comunidad LGBT caminaba en rutas subterráneas para evitar la lapidación.

Aquellos que somos contemporáneos de la poeta de Aguascalientes nos sentimos melancólicos y cercanos a la atmósfera que los versos del libro recrean, sobre todo cuando se referencia a un momento histórico donde muchas niñas y niños sólo teníamos algunos canales de televisión abierta como diversión. En esos días el tema de la lucha libre tuvo momentos de esplendor y alto consumo, sobre todo en los años ochenta y noventa. Los poemas se desviven en adorar y padecer los combates en el cuadrilátero, un deporte espectáculo en el que las mujeres nunca debieron haber estado ausentes. Patricia Vázquez piensa y construye con esmero cada verso, cada palabra, para mostrar con notable solvencia estética su universo personal y su perspectiva sobre una actividad que ella vio en la tele y jugó desde niña en casa con su hermana. La vida es así: jugarse la máscara, exhibirle al mundo quién eres, perder la cabellera, vencer a la amante oponente en el encordado del amor y el exceso; perder, perder, perder; aferrarse al cuerpo, que nos recuerda de forma perpetua que el dolor y placer pelean a dos de tres caídas y sin límite de tiempo.