Ensayo

“Si dejas de pensar, entonces te mueres”. Entrevista a Rodolfo Herrera

“Si dejas de pensar, entonces te mueres”. Entrevista a Rodolfo Herrera

Noviembre 28, 2023 / Por Fernando Percino

Contacté a Rodolfo Herrera por mensajes de WhatsApp. Ambos somos compañeros docentes en la Casa del Poeta de San Pedro Cholula, un proyecto que dirige la maestra Elizabeth Damián y fue inaugurada a principios de este año. Se mostró muy amable cuando aceptó ser entrevistado, en algún audio comentó que era peculiar que no nos conociéramos en persona, dado que somos compañeros de una misma institución. Mencionó que durante la pandemia se hizo de muchas amistades a distancia, con las cuales incluso tiene proyectos culturales, pero con la mayoría el contacto solamente es virtual. Esos comentarios me hacen pensar que dentro de todo lo negativo que trajo la pandemia, también nos instó a crear nuevos canales de comunicación con personas distantes, que en otras circunstancias jamás habríamos conocido.

Lo esperé afuera de la UDLA, donde da clases, y fue muy cálido en el primer encuentro. Le sugerí un café que conozco para hacer la charla y caminamos algunas calles. Lo noté entusiasmado y eso me dio mucha seguridad. Yo iba algo nervioso: aunque no soy nuevo haciendo cierto formato de crónica-entrevista, no es precisamente el estilo en el que más he trabajado, pero me gusta y para mí resultó un honor que el primer creativo que aceptara participar de esta poca inexplorada faceta mía, fuera Rodolfo, quien hace unos meses ganó el Premio de Poesía Juegos Flores de Lagos de Moreno Jalisco y sobre ese tema quise abrir la conversación

—Rodo, ¿qué sentiste cuándo ganaste el concurso de Juegos Florales?

—Es una larga historia emocional, no me la creía. mi hermana se estaba casando, yo me encontraba con mi esposa justo en la misa, sonó el celular y vi la lada: era de Lagos de Moreno, Jalisco; yo ya la conocía porque la había buscado. Me emocioné, le dije a ella: “son los de Lagos de Moreno”, a lo que me respondió: “pues sal”. Al principio pensé que había ganado mención honorífica, pero mi emoción creció cuando me dijeron que había ganado el primer lugar. Ya tenía una mención con la Alianza Francesa y sentí muy lindo, porque mi esposa vio todo el proceso creativo del libro.

—¡Vaya momento para recibir una noticia así! Y cuéntanos, ¿de qué trata tu libro?

—Son varias etapas o más bien tres ejes. No tiene un punto de partida como tal, o si hay uno, es algo que escuché de una niña de cinco años llamada Mirjam, ella dijo: “por eso, si dejas de pensar, entonces te mueres”. Me llamó la atención esa poderosa frase de una niña, del cómo el pensamiento está ligado a la vida. De ahí me surgieron reflexiones sobre el sistema nervioso, es el que nos da el razonamiento y capacidad de abstracción para ponernos con en contacto con el mundo, y el libro va un poco sobre esa distancia. También me involucré en pensar sobre la formación del feto humano: lo primero que se desarrolla es el tubo neural y se requiere de una buena cantidad de ácido fólico para que el cerebro y su capacidad de pensamiento funcione bien.

—De ahí vienen muchos memes y chistes sobre la falta del ácido fólico.

—Sí (sonríe), es que es cierto: si no recibes el suficiente ácido fólico naces con malformaciones.

—Ahora que tratas esa parte, de repente a los poetas se nos ve como bohemios, rockstars, gente que escribe lo primero que se ocurre en la cabeza y no siempre es así, también hacemos una labor de investigación. ¿Cómo se dio ese proceso contigo en este libro?

—Me ayudó mucho mi esposa, quien es pedagoga y enfermera. Ella trabajó con bebés y estando cerca, aprendí bastante. Después relacioné el proceso de gestación con el Mictlán, ya que en ambos casos hay nueve fases para llegar al final y el libro va explorando todo eso, conjuntando el contraste entre mundo sensible y realidad abstracta, Muerte-Vida, el mundo orgánico, la muerte produce vida, de ahí que me atrajo mucho también desarrollar el tema del Mictlán también en el poemario.

—Qué bueno que rescates mucho del contexto de las culturas precolombinas, ¿qué te inspira a escribir, alguna temática?

— No tanto una temática en sí, me gusta la idea de jugar con el lenguaje, como si fuera plastilina y hacer de él lo que yo quiera o también verlo como piezas de Lego: ir armando y combinando con infinidad de posibilidades. Cuando estoy escribiendo, estoy pensando en jugar, de niño jugaba con juguetes, ahora de adulto juego con palabras.

—Esa metáfora de escribir como si fuera un juego me gusta mucho y ya te vas adelantando a mi siguiente pregunta: ¿se sufre y se goza al escribir o qué pasa más durante el proceso creativo?

—Diría que se goza más. Se sufre pero ya después se goza más, sobre todo porque uno lo hace por iniciativa.

—Así es: nadie te pone una pistola en la cabeza para que te sientes a escribir, bueno, generalmente no.

(Risas)

—¿Te incomodaría hablar de tus referencias literarias? Porque luego hay creativas y creativos que se ponen mal cuando se les pregunta sobre ese tema. Alguna vez, Nicolás Alvarado le preguntó a James Ellroy sobre el asunto y la cosa acabó muy mal.

—A mí no me incomoda (sonríe), aunque sí son muchas, pero mis dos grandes referentes y favoritos son Inger Christensen y Reiner Maria Rilke. Ambos son mis mayores influencias, de ahí puedo decir que la generación del 27, aunque ya me he distanciado de ellos, me siguen gustando, fueron importantes para mí, autores como Emilio Prados, Vicente Alexandre. Un poema que me marcó mucho fue “A un río le llaman Carlos”, de Dámaso Alonso.

—Ahora que mencionas a Christensen, me doy cuenta que te llama mucho la atención la literatura nórdica. Hace poco descubrí que Knut Hamsun influenció a Juan Rulfo y se nota bastante, muy oscuro.

—Sí, claro, vaya que se nota.

—También eres traductor, ¿cómo fue que llegaste a ese terreno?

—Fue precisamente por Christensen, el gusto por leer su obra en el danés, su idioma original, no me gustaban algunas de sus traducciones. Hay un libro en particular que quería traducir: Sommerfugledalen, que significa “El Valle de las Mariposas”.

—Además, eres docente. ¿Qué es lo que más te gusta de la docencia?

—Que creo en ella, creo realmente que funciona y cambia vidas.

—¿Recuerdas alguna anécdota en particular que te parezca muy especial?

—Tuve un alumno con una mente muy cerrada, tenía una actitud arrogante. Le demostré cómo construir mejor sus argumentos con una buena base investigativa. Era muy incómodo con sus compañeros, pero tuve paciencia y al final aceptó sus errores. Cambiar personas para bien es muy gratificante. Sobre todo porque era alguien que no dejaba hablar a los demás y se volvió muy prudente, reflexionó sobre su postura y al final del curso me lo hizo saber.

—Respecto a la actividad artística en nuestra región, ¿cómo ves el movimiento cultural en Cholula en general?

—Lo que hace Ely (Elizabeth Damián) me parece genial: reunir gente para hacer eventos culturales, porque Cholula lo necesita. Hace faltan más premios literarios y Ely lo hace muy bien. También destaco lo que trabajó alguien como Abundio Sandre, como formalizar el Trueque de Cholula, visibilizarlo como materia intangible, patrimonio de la humanidad. Percibo que hace falta más organización, sumar esfuerzos, impulsar creativos, como lo pude ver en Lagos de Moreno con el comité del concurso que gané. Ellos realizan muchos eventos y ese tipo de entusiasmo es que el que se podría trabajar aquí.

—Coincido contigo, plenamente, ahora mismo hay mucha gente joven que trabaja desde los espacios privados, como Canastita Literaria, Piñata Poética, El Círculo de Lectura Amanoche, que cuando los veo trabajar juntos se pueden ver resultados increíbles.

 

Rodolfo también es músico. En algún momento de la charla me comentó que le gusta el rock progresivo, pero sobre todo el metal y eso me hace pensar, a lo mejor me equivoco, que muchos creativos contemporáneos de la poesía se han influenciado bastante por ese subgénero, porque yo mismo he platicado con ellas y ellos. Después de eso hablamos de su obra.

—Para quienes nos falta leerte, me gustaría saber ¿cuántos libros tienes?

—Diría que este poemario es el primero, tengo otro, pero la verdad me avergüenzo de él, por lo mal hecho que está. Se publicó antes de la pandemia, ya se agotó y qué bueno, tenía mucha paja. Siento que cometí muchos errores que ya no repetí en mi nuevo poemario y por eso creo que gané el concurso. No quise volver a apresurarme en mis procesos creativos y fue lo mejor

—Es de mucho respeto encontrar alguien que sea capaz de tener ese sentido de autocrítica, porque luego los agentes culturales pecamos de soberbia y nos falta corregirnos mucho, en diversos casos.

—Si me fuera posible, desaparecería todas las copias de mi primer libro.

Su comentario me hizo reír a carcajadas.

Le agradecí a Rodolfo por todo lo compartido. Creo que los dos quedamos contentos al cerrar la charla. Me maravilla la idea de visibilizar a creativos como Rodolfo, figuras de la cultura local que han bregado con intensidad para obtener logros importantes y que son personalidades emergentes que van renovando las voces de una muy vasta literatura poblana contemporánea.

Cuando caminé a casa después de la entrevista, pensé en el número 400 en diferentes formatos: 400 ml de Pepsi en una botella de plástico, Los 400 golpes de Truffaut, 400 nubes que flotaban arriba de mi cabeza. Pensé en Coatlicue, la madre de los 400 surianos. Pensé en los 400 mg de ácido fólico que diario deben tomar las mujeres en edad reproductiva para evitar defectos del tubo neural en sus posibles gestantes. Lo siguiente que haré será leer el poemario de Rodolfo Herrera.

 

Y como anuncio final, Rodolfo presentará su libro el próximo viernes 1 de diciembre en la Biblioteca Franciscana de San Pedro Cholula, ubicada en la 2 norte, número 6. Dicha presentación será a las seis de la tarde.

Fernando Percino

Es mexicano y nació en algún momento de los años ochenta; además es licenciado en Administración Pública por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Publicó cuentos en el suplemento cultural *Catedral* del diario *Síntesis*, la novela *Velvet Cabaret* (2015), el libro de cuentos *Lucina* (2016), el libro de crónicas *Diarios de Teca* (2016) y la novela breve *Volk* (2018). Fue miembro del consejo editorial de las revistas: *Chido BUAP* y *Vanguardia: Todas las expresiones*. Fue funcionario público. Actualmente es chofer de UBER y estandupero ocasional.

Fernando Percino
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