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El problema judío

El problema judío

Julio 08, 2022 / Por Ismael Ledesma Mateos

El problema judío es algo trascendente desde hace mucho tiempo. En el mundo occidental el judaísmo siempre ha impactado de diversas maneras y muchos de los filósofos con mayor influencia en el pensamiento occidental han sido de origen judío o se han ocupado del tema. Así, por ejemplo, dos de los autores más importantes en mi formación tienen relevantes textos al respecto.

Uno de ellos, “Sobre la cuestión judía” (traducido del alemán: “Zur Judenfrage”), es un ensayo escrito por Karl Marx en el otoño de 1843 y publicado por primera vez en febrero de 1844 en el Deutsch-Französische Jahrbücher (Anales franco-alemanes) durante su estancia en París. Es una respuesta al texto de Bruno Bauer, “La cuestión judía”, de 1843. Este ensayo es uno de los primeros intentos de Marx de trabajar con categorías que luego darán paso a la concepción materialista de la historia.

Se considera a “Sobre la cuestión judía” uno de los trabajos clásicos más importantes de filosofía política, por haber reformulado el problema del interés general de Rousseau, asociando la plena ciudadanía con la colectivización de la sociedad convertida en vida genérica y total del hombre, y no con la participación en la colectividad de un Estado total en contradicción con la sociedad en la que se habita. Aún nos encontramos en la etapa que se ha llamado “del Marx Filósofo”, o “el Marx de la juventud”, época que coincide con la escritura de los Manuscritos económico-filosóficos de 1844.

Como señala Jorge Lastra (Campo freudiano de Bilbao, 2014) Lacan nos invita a leer esta obra de Marx en su clase XVI sobre La pulsión de muerte, quizás como adelanto a lo que desarrollará en sus siguientes clases sobre la función del bien y la función de lo bello dentro de los capítulos nombrados por Jacques-Alain Miller “Las paradojas del goce”. Lacan nos lo apunta en Seminario 7, ediciones Paidós): “Marx asume el relevo de un pensamiento que culmina en esta obra que fue objeto de sus observaciones más pertinentes, la filosofía del derecho de Hegel, en la que se articula algo de lo que no hemos salido, los fundamentos del Estado, del Estado burgués que da la regla de una organización humana fundada en la necesidad y la razón. Marx nos hace percibir el carácter parcial, fragmentario, insuficiente, de la solución dada en este marco y muestra que la armonía de la necesidad y de la razón no es a ese nivel más que solución abstracta y disociada”.

Ante este punto de partida, Marx va a comenzar realizando una distinción entre la emancipación política y la emancipación humana. Inicialmente se podría decir que la emancipación política es la que se da cuando el Estado se emancipa de la religión volviéndose un estado laico, y dejando la práctica de la misma para la esfera privada de los hombres (de allí que se divida al hombre entre su vida pública y privada). El Estado no elimina la religión por enviarla a la esfera privada. El Estado, al enviar estas diferencias a la esfera privada, las presupone y naturaliza. En ello podemos ver una contradicción. Es así como la emancipación humana sería la que elimine dichas contradicciones, haciendo que el hombre se encuentre consigo mismo eliminando el comportamiento religioso. La emancipación humana es en la que el hombre se libera del yugo feudal y de los privilegios de unos sobre otros, en la materialidad. El hombre ya no se libera solo en la esfera pública, sino que esta división entre esfera pública y privada en que se divide al hombre desaparece.

El otro texto al que me refería al inicio es Reflexiones sobre la cuestión judía, libro de Jean-Paul Sartre aparecido en 1946. En este ensayo nos describirá, para iniciar, dos cuestiones: el antisemita y el antisemitismo. Si Luckás, en el libro El asalto a la razón, expone cómo el pueblo alemán, en busca de su identidad y de la unidad (ante la división de los principados en el siglo XVI), llega al nazismo (siglo XX), Sartre hablará de Francia. Pero ambos muestran a Europa. Señala Carlos Liendro (Rebelión 2005)

Si un hombre atribuye total o parcialmente las desgracias de su país y sus propias desgracias a la presencia de elementos judíos en la comunidad en que vive, si propone remediar ese estado de cosas privando a los judíos de algunos de sus derechos o apartándolos de algunas de sus funciones económicas y sociales o expulsándolos del territorio o exterminándolos a todos, se dice que tiene “opiniones” antisemitas. Así comienza el libro.

“La lógica y rigurosidad del pensamiento sartriano describe: ‘Un hombre puede ser buen padre y buen marido, ciudadano escrupuloso, amante de las letras, filántropo y además antisemita. Puede ser aficionado a la pesca y a los placeres del amor, tolerante en materia religiosa, lleno de ideas generosas sobre la condición de los indígenas del África central, y además, aborrecer a los judíos. No los quiere —suele decirse— porque su experiencia le ha revelado que eran malos, porque las estadísticas le informaron que eran peligrosos, porque ciertos factores históricos han influido en sus juicios’. No será una simple ‘opinión’ sino que comprenderá a toda su persona. El antisemitismo se presenta como una pasión”.

No quieren opiniones adquiridas sino innatas. “Como temen el razonamiento, quieren adoptar un modo de vida en que el razonamiento y la búsqueda tengan un papel subordinado, en que solo se busque lo que se ha encontrado ya, en que solo se vuelva uno lo que ya era. Así se construye el prejuicio cargado de odio, la discriminación y el racismo”.

La filosofía de Sartre presenta al hombre como un ser en situación. Escribe: “Lo que todos tienen en común no es una naturaleza sino una condición, es decir un conjunto de límites y sujeciones: la necesidad de morir, de trabajar para vivir, de existir en un mundo habitado ya por otros hombres.

”Ubica el antisemitismo en algún sector social: ‘No fue por azar por lo que la pequeña burguesía alemana de 1925 era antisemita. Este ‘proletariado de cuello duro’ tenía por principal cuidado el distinguirse del proletariado verdadero. (…) El antisemitismo no es sólo la alegría de odiar, procura placeres positivos: al tratar al judío como un ser inferior y pernicioso, afirmo al mismo tiempo que pertenezco a una ‘elite’, la cual, muy diferente en esto de las modernas ‘elites’ que se fundan en el mérito o en el trabajo, se parece en todo a una aristocracia de nacimiento’.

”¿Cómo surge el antisemitismo?, ¿dónde surge? ¿quién es el antisemita? Y poco a poco va surgiendo el tema de los nacionalismos y la religión: ‘Por eso el antisemitismo es originariamente un maniqueísmo, explica la marcha del mundo por la lucha del principio del Bien contra el principio del Mal’. Hoy podemos verlo en el fundamentalismo islámico y antes en la Inquisición: es el totalitarismo de la religión fanática”.

Sartre nos dice: “…Y puesto que también nos hablan de datos sociales, observémoslos mejor y encontraremos el mismo círculo: hay demasiados abogados judíos, nos dicen. ¿Pero es que alguien se queja de que haya demasiados abogados normandos? Si todos los bretones fuesen médicos, ¿no se limitarían a decir que Bretaña suministra médicos a toda Francia? ¡Ah, replicarían, no es que en modo alguno es lo mismo! Sin duda, pero se debe precisamente a que consideramos a los normandos como normandos y a los judíos como judíos. Por eso, de cualquier lado que miremos, la idea de ser judío surge como lo esencial”.

Lo que me motivó a escribir estar columna son los absurdos infundios del publicista panfletario, derechista y reaccionario Carlos Alazraki, quien se indignó por haber sido señalado por el presidente López Obrador como alguien de pensamiento hitleriano, ante lo cual señalo que él es judío, y un sector de la comunidad judía en México, seguramente de derecha, salió en su defensa. Sin embargo, Alazraki tuvo la desfachatez de comparar hace dos años al presidente de México con Hitler y, en una entrevista televisiva, Alazraki expresó elogios a Hitler. Hábilmente el mandatario señaló posteriormente que si Alazraki no fuera hitleriano, sí es discípulo de Goebbels, el encargado de la propaganda nazi. De hecho, ha declarado públicamente, que es importante mentir, para destruir a la 4T. “Calumnia que algo queda” dice un viejo dicho.

Pero antes de abordar un tema tan desagradable que muestra la bajeza moral de un personaje que no tiene nada que ver con la condición judía, me parece importante reflexionar sobre todos los aportes judíos al pensamiento, al saber y la cultura y no permitir las simplicidades. El que ese individuo sea racialmente judío no tiene nada que ver con sus afirmaciones, que son de un derechista fascista en todo el sentido de la palabra. No obstante, pensar la cuestión judía tiene todo sentido y no debe dejarse de lado.

En el reino de Ubú, el antisemitismo no existía. Tampoco una inquisición como la española en la Nueva España, que persiguió ferozmente a los judíos —parte fundamental de México—. Para el Padre Ubú lo importante no era el control religioso ni ideológico, sino la sumisión a su poder y lograr la gran marcha de las phinanzas.

 

¡Vamos a interrumpir aquí!

 

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Ismael Ledesma Mateos

Biólogo (UNAM), Maestro en Ciencias en Bioquímica (CINVESTAV), Doctor en Ciencias (UNAM), Premio a la mejor tesis doctoral en ciencias sociales en el área de historia por la Academia Mexicana de Ciencias (1999), Postdoctorado en el Centro de Sociología de la Innovación de la Escuela Nacional Superior de Minas de París, Francia. Director fundador de la Escuela de Biología de la UAP, Presidente de la Sociedad Mexicana de Historia de la Ciencia y de la Tecnología A.C (SMHCT) (2008-2014), profesor-investigador de la FES Iztacala de la UNAM.

Ismael Ledesma Mateos
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