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La UNAM, algunas vivencias

La UNAM, algunas vivencias

Noviembre 05, 2021 / Por Ismael Ledesma Mateos

En 1978 me fui a estudiar a la UNAM. Quería ser biólogo y esa carrera no existía en Puebla. Era egresado de la preparatoria diurna Benito Juárez, de la UAP, y tuve que presentar examen de admisión para la UNAM. Fue la primera vez que se hizo en el Estadio Azteca, anunciado en televisión por Ángel Fernández, que decía ‑modificando su anuncio del futbol‑: “A todos los que quieren y aman la educación, el examen de admisión en el estadio Azteca. Ahí nos vemos”. La experiencia fue horrible: sentado en unos escalones fríos, bajo el rayo del sol ‑yo odio el sol‑ y luego me empapé por una lluvia tremenda, pero debía llegar a Puebla para una votación del Consejo Universitario de a UAP, del que era miembro. Al día siguiente estaba enfermo. A los pocos días me notificaron que fui aceptado, pero como vivía en el rumbo de San Cosme me tocó la ENEP Iztacala, una de las unidades periféricas creada por iniciativa del rector Pablo González Casanova, aunque luego de ser derrocado la inauguró el rector Guillermo Soberón. Ahí me inicié como integrante de la UNAM, donde me gradué de biólogo y me doctoré con una tesis sobre historia de la institucionalización de la biología en México.

Desde 1981 empecé a trabajar en la UNAM, la que dejé algunos años para fundar y dirigir la Escuela de Biología de la UAP (1987-1993). Regresé desde 1994 y aún trabajo ahí, por lo que digo con orgullo que me formé principalmente en la UNAM (también en la UAP, en el CINVESTAV y en el Centro de Sociología de la Innovación de Escuela de Minas de París) y vivo de la UNAM. De ahí tengo mi comida, bebida, lecturas y el estímulo de la vida académica. Por ello me enfurece que, ante comentarios críticos del presidente López Obrador ‑también formado en la UNAM‑, la derecha reaccione con falsa indignación, defendiendo una institución educativa que no conocen y en la que no han vivido ni trabajado.

El rector José Sarukhán habló en defensa de la universidad pública y es un ejemplo de un gran científico que fue rector de la UNAM y defendió su autonomía. El rector anterior, Jorge Carpizo, también fue un defensor de la institución y realizó profundas críticas acerca de su situación, la cual era atroz después de la salida del rector González Casanova. Yo estudié en la UNAM durante el rectorado de Soberón. En ese entonces estaba como director de la ENEP Iztacala, Héctor Fernández Varela, alguien a quien Soberón le dio todo su apoyo. Una escuela con nuevo equipamiento, modelo de lo que sería la Universidad de Soberón.

Pero, efectivamente, la UNAM se derechizó, guardó silencio ante el neoliberalismo, mantuvo estructuras autoritarias y antidemocráticas como la junta de gobierno, y sin denostar su gran calidad académica, es un ejemplo del modelo de un régimen anquilosado, con el PRI y el PAN enraizados. Cuando era joven, con Chucho Bonilla y Armando Pinto publicábamos un periódico estudiantil que se llamaba La Pulga Roja. Ahí escribí un artículo donde criticaba a mi escuela, la ENEP Iztacala de la UNAM, donde la crítica y la actividad política no existían. Una escuela “bonita”, para niños bien portados.

Yo fui expulsado del Partido Comunista Mexicano (PCM) en 1981, que al poco tiempo desapareció para dar lugar al PSUM. Un día daba clase en Iztacala y llegó a mi salón un profesor de la Facultad de Economía de la UNAM para pedirme que hiciera una célula para ese partido. Yo le dije que me habían expulsado del PCM, pero él me dijo que era otro partido. Hice la célula, pero no me afilié a ese partido. Por mucho tiempo no tuve ya militancia partidista, hasta que con Manuel Camacho Solís y Marcelo Ebrard hicimos el Partido de Centro Democrático (PCD), que fue un fracaso: ni el registro conservamos, pero fue una rica experiencia.

Mezclo la historia de mis vivencias políticas con la universidad donde me formé. Todo es parte de la vivencia y la existencia. Por ello me indigna que los reaccionarios derechistas hablen a favor de una universidad que siempre han despreciado y odiado, postura que solo obedece a sus intenciones perversas en contra del presidente López Obrador. La UNAM está más allá de todo ello, con una larga y maravillosa historia.

El Padre Ubú no tendría que decir nada de este tema, aunque le hubiera gustado la idea de imponer una estructura autoritaria como es la Junta de Gobierno y la Fundación UNAM. Sobre de ello habrá mucho que discutir.

 

¡Vamos a interrumpir aquí!

 

 

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Ismael Ledesma Mateos

Biólogo (UNAM), Maestro en Ciencias en Bioquímica (CINVESTAV), Doctor en Ciencias (UNAM), Premio a la mejor tesis doctoral en ciencias sociales en el área de historia por la Academia Mexicana de Ciencias (1999), Postdoctorado en el Centro de Sociología de la Innovación de la Escuela Nacional Superior de Minas de París, Francia. Director fundador de la Escuela de Biología de la UAP, Presidente de la Sociedad Mexicana de Historia de la Ciencia y de la Tecnología A.C (SMHCT) (2008-2014), profesor-investigador de la FES Iztacala de la UNAM.

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