Crónica

Anna

Anna

Julio 01, 2022 / Por Fernando Percino

I

Ella trabajaba en un laboratorio de Tehuacán, su pueblo natal. Se hartó de ver por tanto tiempo las mismas calles, el mismo polvo, los mismos cactus que nunca llegaban a pudrirse. Se hartó de ser desierto y vivir en la casa de sus padres.

Un día le llegó una oferta para trabajar en La Piedad de Cabadas. Lloró de miedo y alegría: era tomarla, aventarse a la nada. “Allá están matando gente todo el tiempo”, se dijo, pero ya había estudiado Veterinaria en Tecamachalco, otro nido de ratas y de matanza, así que esa soledad con la muerte no le era nueva.

Tomó ese viaje de más de diez horas para darle brillo a la especialidad de la UNAM que recién había concluido. Necesitaba de eso, de su espacio, de su tiempo, de volver a correr en un mundo abierto, le urgía dejar en Puebla a un amor que no paraba de sangrar por exceso de insistencia.

 

II

Dos gatos negros con blanco atraviesan la noche.

Uno vive en Michoacán y el otro en Cuautlancingo.

Ambos son cargados por dos personas que se aman entre sí, pero se niegan la posibilidad de estar juntos.

 

Los gatos son el Yin y el Yang de un amor improbable.

 

III

Anna es reservada y manierista. Tienes que leer los enigmas que guarda en su mirada con paciencia. Ser paciente con Anna quizá sea lo más importante, pero no es lo definitivo. Ya pasaron seis años y sigues sin saber qué sea lo definitivo para Anna y está bien: de eso no depende el amar, el amar es un perpetuo acertijo sin tregua. Anna te deja de hablar un día, pasan seis meses y ya vive en otro país. Te has dado cuenta que el enorme poder que acumuló Anna en sus años de estudio no puede quedarse encerrado en una aldea. Esto de irse fue lo mejor que le pudo pasar. Su poder conquistará al mundo y su fuerza y su voluntad; así como su silencio conquistó tu corazón ¿Te lo iba a decir alguna vez por iniciativa propia? A veces cuesta la vida sacarle la voz a Anna, las palabras, la verdad,” la verdad que viene acompañada de una daga, de una soga, esa que se enquista en el alma”, como dice San Pascualito.

Muy buena suerte, le deseas.

Piensas que es tiempo de ir a regar las plantas, de destapar una cerveza, de beber cerveza mientras riegas las plantas.

También te vas.

 

Fernando Percino

Es mexicano y nació en algún momento de los años ochenta; además es licenciado en Administración Pública por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Publicó cuentos en el suplemento cultural *Catedral* del diario *Síntesis*, la novela *Velvet Cabaret* (2015), el libro de cuentos *Lucina* (2016), el libro de crónicas *Diarios de Teca* (2016) y la novela breve *Volk* (2018). Fue miembro del consejo editorial de las revistas: *Chido BUAP* y *Vanguardia: Todas las expresiones*. Fue funcionario público. Actualmente es chofer de UBER y estandupero ocasional.

Fernando Percino
En pocas palabras

Mayo 10, 2024 / Por Márcia Batista Ramos

Konrad o la madre que abrió la lata

Mayo 10, 2024 / Por Maritza Flores Hernández

Con las valijas a cuestas

Mayo 07, 2024 / Por Márcia Batista Ramos

En pocas palabras

Mayo 03, 2024 / Por Márcia Batista Ramos

Entre Pessoa y Nandino, la infancia recobrada

Abril 30, 2024 / Por Maritza Flores Hernández

Para Cristina Botelho (hilandera de utopías)

Abril 30, 2024 / Por Márcia Batista Ramos

La niñez abandonada

Abril 30, 2024 / Por Antonio Bello Quiroz