Gorilas en Trova
Diciembre 17, 2024 / Por Maritza Flores Hernández
La noche nos asombra, abre un portal cuajado de astros y de Luna: la más hermosa, la de octubre; la más espectacular, la de noviembre; la última de 2024, la del 15 de diciembre. Ninguna será la definitiva y de los mortales, ninguno será el observador primigenio. Cuánta belleza y, al mismo tiempo, cuánta violencia en la faz de la Tierra. Por cierto, Querido lector, ¿Conoce Usted a algún congénere de genio destemplado?
Con el primero de diciembre se inicia el último mes del año. Con él cerramos un periodo de narrativas de tormentas bélicas por doquier. Cada uno intenta escapar de ellas de manera distinta: unos las ignoran, las desdeñan; afirman que no existen. Otros, buscan analizar, quieren entender qué está ocurriendo, combatirlas. Algunos, por el contrario, desean aportar soluciones.
No obstante, cada vez que se alza la vista al cielo, necesariamente se descubre la existencia de aquel pozo profundo, inescrutable y protector, derrochador de luz, plagado de tiempo y estrellas.
Entonces, el hombre da cabida a la reflexión. No se trata de juzgar al resto de los individuos, ni en lo bueno ni en lo malo, sino más bien de pensar en uno mismo.
¿Qué enfermedad o enfermedades físicas, mentales o espirituales se han enfrentado? ¿Qué las ha provocado? ¿Un virus, una pena, una traición, la exclusión? O algo más vulgar: ¿el desempleo, una deuda?
¿Cómo se han superado? ¿Una mano pródiga, una amistad fiel? ¿Una madre o un padre pacientes hasta el infinito? Quizás una familia solidaria. Un saludo educado, un vecino afable. Un abrazo inesperado. Un apretón de manos firme, cálido. Una broma infantil. Un “te quiero”, dicho cada noche.
Entre la suavidad que acoge al corazón humano y la rudeza de la angustia y el dolor, la desesperación parece cavar un hueco; pero la noche con sus milagros rompe y nos ofrece el hoy con toda su esperanza.
Lo importante es decidir en cuál extremo se quiere estar, dado que la posibilidad de dejarse llevar por gente atrabiliaria —ignorante de la facultad de reencontrarse en los cielos con sus noches y sus lunas—, va en aumento.
Los poetas, siempre, lo dicen mejor.
Robert Frost, en su poema “El peligro de la esperanza”, advierte:
Es justo allí
a mitad de camino entre
el huerto desnudo
y el huerto verde,
cuando las ramas están a punto
de estallar en flor,
en rosa y blanco,
que tememos lo peor.
Pues no hay región
que a cualquier precio
no elija ese tiempo
para una noche de escarcha.
Robert Frost (26 de marzo de 1874, San Francisco California, Estados Unidos de Norteamérica-29 de enero de 1963, Boston, Massachusetts, Estados Unidos de Norteamérica), célebre poeta estadounidense por la riqueza de sus metáforas y el quehacer humano, propone la experiencia de la esperanza; es decir, en confiar en que algo que queremos realmente suceda, porque es ella la que logra que completemos nuestras metas: salud, paz, armonía, ser felices; ese es nuestro huerto verde.
Mantener viva la esperanza requiere de otra experiencia personal: la serenidad ante la contingencia del infortunio —que podría ocurrir o no ocurrir—, puesto que este vive más en la suposición que en la realidad, ya que cuando acontece se desvanece transformándose en buena medida gracias al sosiego y aplomo con el que se le acepte.
Los versos de Frost ayudan a comprender que abandonar el espacio donde crecen la aflicción, la ansiedad, la indolencia, etc., exige no sólo de caminar hacia adelante, sino también de no permitirse el desaliento y no rendirse al presentimiento de que algo saldrá mal.
Esto es, la esperanza habita en nuestro pozo profundo, contemplar las noches y sus bólidos nos acerca a ella en la misma medida en que somos firmes en buscarla con la certeza de que ahí estará para continuar nuestro camino.
Como siempre, querido lector, Usted tiene la última palabra.
Cuentista, ensayista y también abogada. Egresada de Casa Lamm, donde hizo la Maestría en Literatura y Creación Literaria. Considera el arte, la ciencia y la cultura como un todo. Publica dos columnas literarias cada semana, en distintos diarios. Su obra ha formado parte de la antología de cuentos “Cuarentena 2020”.
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