Káos

La amistad

La amistad

Enero 09, 2024 / Por Antonio Bello Quiroz

Imagen de portada: Montaigne y La Boétie. Tomado de Le Point.

 

 

El psicoanálisis sería una práctica de la amistad, es decir, de una erótica con ética. [...] La amistad es la escucha de la voz del vacío del Otro. La amistad es, tal vez...la voz del amor.

Helí Morales

 

...la esencia del lenguaje es bondad o, aun, que la esencia del lenguaje es amistad y hospitalidad

Emmanuel Lévinas

 

 

 

A Helí, Marcela y Marcel, dilectos amigos.

A mi amigas y amigos.

 

¿Qué es la amistad? Sin duda, se trata de uno de los lazos sociales más amenazados y descuidados por la modernidad. La amistad se hace trenza con el amor: amigo es el que ama, Philíaphilos. En la amistad se conjugan lo semejante que convoca y lo diferente que atrae, tal como lo señala Platón en el diálogo Lisias. El filósofo francés Jacques Derrida escribe en 1998 Políticas de la amistad y ahí plantea que los valores occidentales de igualdad, libertad y democracia se asientan en el concepto binario de amigo-enemigo. Dirá Derrida que la fraternalización de lo humano se sustenta en la figura imaginaria del amigo y la exclusión del enemigo en tanto que representa o encarna las faltas a los ideales de los amigos. En el fondo de este par amigo-enemigo se encuentra el enigma de la tensa dialéctica entre lo propio y lo extraño. De eso están constituidas las políticas. Otro francés, ahora un psicoanalista, Jacques Lacan, da cuenta del poroso litoral entre este par de posiciones, litoral entre lo Mismo y lo Otro, al acuñar el término extimo.

Es Derrida mismo quien nos recuerda que el valor de la amistad y el tratamiento que diversos filósofos le han dado a lo largo de la historia. Aunque ya hay referencia en el fragmento 53 de Heráclito, nos recuerda que es en el Lysis de Platón donde se discute por primera vez la cuestión de la amistad. En el diálogo se pone de manifiesto la enorme dificultad para definir lo que es amistad y el amigo. Platón le hace decir a Sócrates en el Lysis: “Parece que no hemos logrado definir lo que es el amigo”. También Aristóteles destacará esa dificultad, escribe: “Amigos míos, no hay amigos”.

Quizá sea por esa dificultad que Aristóteles se dio a la tarea de sistematizar los tipos de amistad, en la Ética Eudemia. Nos habla de cuatro Philias: la de sangre, que es la familiar, la que busca la protección del otro; la hospitalaria, es decir, la de la asistencia como un deber; la amistosa, la de los intereses comunes, la que busca el bien del otro, lo que hoy sería propiamente la amistad; y la erótica, que busca la posesión del otro.

Michel de Montaigne, considerado el precursor del ensayo y de la modernidad, mantiene una entrañable amistad con Étienne de la Boétie, compartían la filiación con la doctrina estoica. Sólo la muerte interrumpió su amistad. De la Boétie le lega su enorme biblioteca a Michel. Montaigne le dedica a Étienne el primer libro de sus famosos ensayos titulado, justamente, De la amistad. Montaigne hace un cuadro de Étienne (del modo en que procede un pintor que en ese momento está a su servicio), destaca, en en el centro de su “pintura”, la enorme obra de Étienne de la Boétie, De la servidumbre voluntaria. Montaigne define la amistad entre ambos como “tan entera y perfecta”, y escribe más tarde: “Estoy particularmente obligado con esta obra porque sirvió de intermediario en nuestro primer encuentro; pues ella me fue mostrada mucho tiempo antes de haberle visto e hízome conocer su nombre por vez primera, encaminándome así hacia esa amistad que hemos alimentado entre nosotros, en tanto que Dios ha querido, tan entera y tan perfecta que no se conocen ciertamente otras semejantes y entre muchos hombres no acostumbra a verse ni rastro de ellas. Son precisas tantas casualidades para construirla, que ya es mucho si el azar lo realiza una vez cada tres siglos”

Son palabras que Montaigne escribe ante la ausencia de su amigo Étienne. Lo hace porque, es cierto, la amistad incluye también la ausencia del amado amigo. La amistad, como un rostro del amor que es, se sostiene en un duelo siempre en el horizonte, en el por-venir de la amistad está una falta, la amistad está enferma de ausencia.

Jacques Derrida, por su parte, hace un discurso fúnebre y habla de su amistad ante el cadáver de su amigo y maestro Emmanuel Lévinas. “Adiós” es una alocución pronunciada en el cementerio de Pantin con motivo de la muerte del filósofo lituano-francés Emmanuel Lévinas el 27 de noviembre de 1995. Lévinas habría muerto dos días antes. Habla Derrida: “Desde hace tiempo, mucho tiempo, temía tener que decir adiós a Emmanuel Lévinas. Sabía que mi voz temblaría en el momento de hacerlo en voz alta, aquí, ante él, tan cerca de él”. Y más adelante en su alocución se pregunta ¿A quién nos dirigimos en semejante momento?, y se responde que el que habla en las honras mortuorias se está dirigiendo no a la audiencia que le escucha sino “[...] a aquel de quien se dice que ya no está, que ya no está vivo, que ya no está ahí, que ya no responderá más. Con lágrimas en la voz, tutean a veces al otro que guarda silencio, lo interpelan sin rodeos ni mediaciones, lo exhortan, lo saludan [...] como un discurso reflexivo que regresase hacia la comunidad herida, hacia su consuelo o su duelo, hacia lo que se denomina, con esa expresión confusa y terrible, el trabajo del duelo”. Derrida hace una exposición de lo que fue Lévinas como amigo y como maestro, o un maestro amigo, y quizá pudo terminar su alocución diciendo las palabras de Montaigne destacando la singularidad del lazo de amistad con De la Boétie, “Porque él era él, porque yo era yo”. Efectivamente, la verdadera amistad se tendría que fundar en la singularidad de cada uno de los amigos, en la diferencia.

Tanto en la antigüedad, como hasta hace poco, no se había dejado de hablar de la amistad, de practicar la amistad. A principio de nuestro siglo, por ejemplo, la escritora francesa Anaïs Nin, escribe sobre la amistad “cada amigo representa un mundo en nosotros, un mundo que posiblemente no nace hasta que ellos llegan, y es sólo en este encuentro que un nuevo mundo puede surgir”.

Antonio Bello Quiroz

Psicoanalista. Miembro fundador de la Escuela de la Letra Psicoanalítica. Miembro fundador de la Fundación Social del Psicoanálisis. Ha sido Director fundador de la Maestría en Psicoanálisis y Cultura de la Escuela Libre de Psicología. Ha sido Director de la Revista *Erinias*. Es autor de los libros *Ficciones sobre la muerte*; *Pasionario: ensayos sobre el crimen* y *Resonancias del deseo*. Es docente invitado de diversas universidades del país y atiende clínica en práctica privada en Puebla.

Antonio Bello Quiroz
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