Cine
Febrero 07, 2023 / Por Francisco González Quijano
Por si no les ha pasado, les pondré en aviso del horror que supone que alguien te deje de hablar (traducido en querer) sin motivo aparente. El cerebro del agredido tarda en superar el golpe, al tiempo que devora muchas ideas por minuto: ¿habré dicho algo?... quizá fui un poco pesado… fue por lo del otro día… debe ser un tema de política… otra persona le habló mal de mí… se le subió… mañana se le pasa. El agresor, en cambio, puede darse cuenta de su violencia demasiado tarde, o no, pero cargará con ello de alguna manera.
De esta simple pero terrible premisa parte Los espíritus de la isla, la más reciente película de Martin McDonagh, el director y dramaturgo británico que hace un lustro nos impactó con la coeniana Tres anuncios por un crimen para llevarse premios en los Globos de Oro, Oscar y BAFTA.
La cinta empieza justo después de que Colm (Brendan Gleeson) decidió dejar de ser amigo de Pádriac (Colin Farrell) y, por lo tanto, ya no ir juntos al pub de una isla irlandesa que no tiene otra distracción que caminar en el campo o contemplar el paisaje. Colm, neurótico y deprimido violinista, ha reflexionado acerca de trascender en la vida y cree que el poco nivel intelectual de su único amigo solo le quita tiempo para conseguirlo; sin embargo, para Pádriac, que no entiende de música ni de arte, la vida consiste en dar y sentir cariño por sus cercanos y por los animales.
Pronto, estas observaciones desencadenan violencia física y psicológica de uno y otro lado, lo que termina por involucrar a otros personajes de Inisherin, el lugar imaginario donde se desarrolla esta historia ubicada en los años veinte, en medio de la guerra civil-religiosa irlandesa, no poca cosa. No es gratis la metáfora de que así, de algo “muy sencillo”, estallan cosas tan trágicas como las guerras, las peleas, las rupturas amorosas, el bullying o los suicidios; rara vez hay soluciones sensatas.
La película, además, es formalmente magnífica. La fotografía, el ritmo, las actuaciones, los paisajes y la música son tan buenas que sirven para decorar con amabilidad (y hasta con humor) preguntas durísimas: ¿qué es ser bueno?, ¿qué diablos es ser tonto?, ¿para qué queremos trascender y con qué objeto?, ¿será que es mejor ser violento que bueno?, ¿sirve de algo ser bueno?, ¿sirve de algo ser violento?
En medio de una oferta cinematográfica saturada de historias políticamente correctas, remakes y biopics, Los espíritus de la isla intenta, sin juzgar, poner el dedo sobre la llaga de cosas que realmente duelen. Porque me apuesto un dedo de la mano a que duele más dejar de querer o ser querido que muchas otras cosas en la vida.
Comunicólogo, periodista, director y productor audiovisual, futbolero y melómano. Ha escrito en diarios, revistas y medios de comunicación desde hace más de veinte años. Estudia la Maestría en Literatura aplicada. Está trabajando en un proyecto de crónica sobre rock y cine.
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