Crónica
Febrero 13, 2024 / Por Fernando Percino
Para mis Puro Tocho
Fue gracias a la generosidad de unos amigos que conozco desde la prepa, quienes me invitaron a ir por primera vez a un partido de la NFL al estadio Azteca, como lo conocí el 22 de noviembre de 2016. Estar con ellos aquel día hizo más grande la experiencia. Vimos aficionados con jerseys de todos los equipos desde que llegamos a la explanada del estadio. Nunca había recorrido un inmueble deportivo tan grande: desarrollé un amor a primera vista.
Cuando llegamos a nuestros asientos, había volantes publicitarios del banco Banorte. La gente a nuestro alrededor se mostraba festiva.
Algo que me molestó fue que la comida que vendían era casi toda de puras marcas gringas, incluida la cerveza. A mí, la mayoría de las marcas gabachas me saben horrible, salvo quizá la Samuel Adams, que desde luego no había en ese momento. Pura Budweiser, ¡fúchila! Pero la sed es canija y ni hablar, los vasos conmemorativos en las que te la servían valían el sacrificio.
Al poco tiempo de empezado el partido, las ganas naturales de varios mexicanos de hacerse los chistositos se hizo presente. Primero empezaron a lanzar los volantes de Banorte a la cancha en forma de avioncitos; parecía que competían entre quién era el que lo hacía llegar más lejos. Varios jugadores tuvieron que ayudar al staff a sacar los papeles del emparrillado. Qué pena. Aunque mucha gente se reía del asunto, mis amigos y yo nos sentimos muy incómodos por eso. Es como cuando tienes visitas y vive en tu casa un tío borracho que se pone a contar chistes macuarros que hacen sentir mal a los invitados.
Las graciosadas de mal gusto no quedaron ahí. Llegó el momento en que los paisanos empezaron a gritar “¡puto!” cada que salían los pateadores de despeje, como sucede con los despejes de los porteros en el balompié. Uno de mis amigos dijo que era una nacada. Todos nos quedamos callados, estaban arruinando una grata experiencia. Me puse a pensar que si el grito persistía, quizá la NFL podría cancelar visitas siguientes a México. Lo único que me consoló fue que, si se confirmaba alguna cancelación, al menos a mí ya me había tocado vivir la experiencia de un partido de americano en vivo y a todo color.
Desde entonces creo que los mexicanos jamás dejarán de decir “puto” en los estadios, aunque la FIFA amenace con quitarnos el derecho de ir a un mundial o quitarnos el que ya nos otorgó para el año 2026. Les dices: “no lo hagas, está mal” y ellos responden con un “me vale verga, es mi forma de ser reaccionario, dolido, mal perdedor”, al grado de que adaptaron el grito a otros deportes.
Es mexicano y nació en algún momento de los años ochenta; además es licenciado en Administración Pública por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Publicó cuentos en el suplemento cultural *Catedral* del diario *Síntesis*, la novela *Velvet Cabaret* (2015), el libro de cuentos *Lucina* (2016), el libro de crónicas *Diarios de Teca* (2016) y la novela breve *Volk* (2018). Fue miembro del consejo editorial de las revistas: *Chido BUAP* y *Vanguardia: Todas las expresiones*. Fue funcionario público. Actualmente es chofer de UBER y estandupero ocasional.
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