Crónica

Resistencia artística y deportiva frente al caos

Resistencia artística y deportiva frente al caos

Diciembre 24, 2021 / Por Fernando Percino

I

Llegué a Tecamachalco un sábado a mediodía y lo primero que me recibió fue la lluvia. La kriptonita debilita a Superman, un aguacero es lo que nos merma a los bikers, así que me tocó viajar en camión.

Regresé ese sábado para charlar con viejos conocidos. La maestra Ana Lucina y sus dos hijos: Alejandro y Sebastián. Ellos fueron mis mejores aliados cuando viví en Teca en 2016. A Ana la conozco desde que éramos estudiantes universitarios y a Ale y Sebas los he visto crecer.

Ana me mandó un mensaje de Whatsapp para indicarme su ubicación: el recinto deportivo del centro de Tecamachalco. Al entrar, me encontré a mucha gente limpiando las instalaciones. Llevaban largo tiempo abandonadas porque se cerraron a raíz del confinamiento. Ana tenía poco de ser nombrada Regidora de Educación del Ayuntamiento de Teca y convocó en sus redes sociales a sus vecinos para que se sumaran a la limpieza del inmueble deportivo y pudiese, de nuevo, ser utilizado por la gente de la comunidad.

Fue difícil encontrar a Ana entre tantas personas congregadas. Me tardé varios minutos en dar con ella.

—No seas malito, déjame terminar de barrer en esta zona y ya después platicamos, ¿va? Un favor, ¿podrías ayudar a los hombres a cargar todo lo que hay de metal, como porterías y demás, para ponerlas allá, al fondo? —Señaló hacia una sala al final del inmueble.

Le dije que sí y me puse a chambear. Cargué varios fierros pesados. Cuando terminé de esa labor regresé con Ana.

—Estoy abusando mucho de ti, perdóname, otro favor: ¿podrías hacer un Facebook Live y narrar lo que estamos haciendo? Es para ver si más gente se anima a venir a apoyar.

Eso me entusiasmó mucho. Ella me dio su teléfono y comencé a describir, apoyado con las imágenes, lo que el entusiasmo de la gente de Teca transmitía al recuperar su espacio deportivo después de tanto tiempo abandonado.

—Aquí hay maestros, padres de familia, alumnos; personas de todas las edades que están limpiando con mucha alegría este inmueble para volver a echar retas de fut, de básquet. Yo no soy de Tecamachalco, pero le agradezco a la maestra Ana por permitirme narrar este momento en sus redes sociales. Quiero mucho a esta comunidad. Aunque pasen por momentos difíciles, hay muchas personas honradas que salen a trabajar todos los días para hacer de este un lugar mejor y aquí lo podemos ver. Hoy están rescatando este espacio para el deporte y eventos culturales, también para que poco a poco la normalidad se haga presente.

Recorrí el inmueble entero, conformado por unas seis canchas de usos múltiples. Creo que fue mi debut como corresponsal de noticias.

—Ahora sí. Discúlpame. Ando ocupada en tantas cosas —le sonreí a Ana, pero no pudo ver mis labios porque llevaba el cubrebocas puesto.

—No te preocupes. Es bueno que hayas llegado tan lejos. Sé que trabajarás con mucha pasión por Teca, ya lo veo ahora mismo.

Recuerdo una foto que subió Ana a su Facebook hace como cinco años. Ella viajaba en una carreta con sus alumnos de primaria. Ana era maestra de educación física de la escuela primaria rural de Xochimilco, un pueblo que pertenece a Tecamachalco. Era docente hasta hace unas semanas, que pidió licencia para tomar el cargo como Regidora de educación del Ayuntamiento. Pero esta vez no vengo a platicar sobre su trayectoria profesional como profesora o luchadora social, ya tendría que hacer otra crónica sobre esos temas. Ana, además de todo eso, coordina un grupo de danza folklórica llamado Alma Danzante.

 

II

Le pregunto a Ana cuál fue el primer gran grupo de danza al que ingresó. Ella comenta que fue en la secundaria, con un profesor que era muy querido en la zona. Ese maestro de danza le dio mucho brillo al grupo, lo promocionaba en diversos eventos; se iban de gira a municipios cercanos. Luego, en la prepa, Ana continuó hasta que, siendo ya docente y con un grupo magisterial de amigos, hicieron su propio colectivo. Incorporaron bailes regionales de casi todo el país. Invirtieron dinero propio para comprar sus vestidos y trajes, de vez en cuando conseguían algún patrocinio gubernamental o privado, pero al hacer las cuentas del día siempre era mucho más lo que ellos ponían de sus bolsillos, y valía la pena: la danza era y es una pasión muy arraigada en sus corazones. Han ido a representar a Puebla a diversos eventos nacionales y llegaron a ser el grupo de baile oficial de la Casa de Cultura de Tecamachalco.

—¿Qué se siente darse cuenta de que por estos rumbos los índices delictivos ahora son tan altos que se vuelve peligroso salir a carretera?

—Eso se ha dado por la falta de apoyos de muchos tipos, lo que ha orillado a las personas a ingresar al crimen organizado. Hay mucha pobreza en las comunidades. Es muy difícil, ya no salimos por la noche. Sí hemos salido con miedo, esperando regresar con bien a casa. Es algo que nos cambió la vida, pero no dejamos de hacer lo que nos gusta, si no qué chiste. Hay lugares a los que de plano no vamos, como a Palmar de Bravo por ejemplo, porque nos arriesgamos a que nos roben todo.

—¿Qué tan necesarias son las actividades culturales y deportivas en un entorno como el que vive Teca y sus zonas aledañas? Ahora que vengo, reabren su multideportivo después de mucho tiempo.

—Son muy importantes. Si invertimos en nuestros hijos, podríamos abatir esas cosas como las drogas, el crimen. La cultura y el deporte son básicos porque somos personas. Estamos dotados de una conciencia, de un razonamiento. La cultura, las artes, el deporte son aspectos que nos hacen diferentes de otras especies.

—¿Cuál es el viaje más emotivo que has realizado con Alma Danzante?

—Fue un viaje a Casitas, Veracruz. Tuvimos una presentación de más de dos horas y media, fuimos con poca gente porque varios compañeros no pudieron ir. Pero me encantó el reto y el disfrute de ir hasta allá, sobre todo el recibimiento que nos dio la gente. Fue maravilloso, muy emocionante.

Ana cierra la plática deseando que más personas se animen a participar en los grupos de danza. Considera que es un gran ejercicio de manejo de emociones que muchos podrían darse la oportunidad de disfrutar. Ahora que ejerce un cargo público manifiesta que su mayor compromiso es el de conseguir que los niños y jóvenes encuentren sus talentos educativos, deportivos y culturales para darles apoyo y promoción.

 

III

Alejandro es el hijo mayor de Ana, estudia cine en la BUAP. A pesar de ser muy joven y de no contar con un título universitario todavía, ya tiene algunos documentales en su haber, sobre todo de promoción cultural respecto a su comunidad.

—Mi papá me dijo que quería ver Titane conmigo y yo andaba shockeado. Recordé cuando vimos juntos Naranja Mécanica. Fue un momento entre incómodo y raro.

Ambas películas que Alejandro menciona presentan estéticas visuales muy violentas, tal vez la incomodidad de la que habla es la que un joven siente de igual forma con una escena erótica de alguna película que ve junto con sus padres.

Le pregunto si en su filmografía se colará cierta influencia de la violencia con la que creció en Teca en su día a día.

—Sí, en algún momento saldrá. Es curioso, porque el momento más violento que viví en mi infancia fue un día que acusaron a mi mamá de tomar un dinero de cuotas escolares en la escuela donde trabajaba y muchos padres de familia fueron a esa primaria a querer linchar al director y a ella. Por suerte salió bien y se aclaró todo, pero fue un momento muy rudo. Me sentí impotente, que el mundo se acababa.

Alejandro se quiebra. Llora un poco. También estoy consternado, yo no conocía esa anécdota.

No siempre los criminales con un estigma en la frente son los únicos capaces de lo atroz.

 

IV

Sebastián es el hijo menor de Ana, tiene 15 años. Le gusta dibujar y cuando sea más grande hará el proceso para ingresar a la naval, le gustaría ser piloto aviador.

—Sebastián, ¿cuál es tu pintor favorito?

—Me gusta mucho Van Gogh, sus tonos, sus paisajes. Me encanta La noche estrellada.

Sus dibujos ya han participado en exposiciones de cómics en la ciudad de Puebla. Comenta que el sentimiento que más lo motiva a dibujar es la tristeza.

—Tú has crecido en un entorno difícil, ¿te sientes seguro en Tecamachalco?

—La verdad es que no. Me la he pasado la mayor parte del tiempo encerrado en mi casa porque mis padres nos protegen mucho a mi hermano y a mí. Desde que era niño ya se hablaba que vivíamos en el Triángulo Rojo y me tocó muchas veces que, saliendo de la escuela, había balaceras en las calles.

—¿Dibujarías en algún momento sobre esa violencia con la que has crecido?

—Sí, para expresar lo que pasa, para liberarme un poco de la tristeza que esa violencia me genera.

Sebastián dice que sólo va a dibujar por hobbie pero que no dejará de hacerlo, pues lo considera algo muy suyo y lo hará toda la vida.

—¿Se puede dibujar sobre Teca de algo que no tenga que ver con la violencia?

—Sí, he dibujado el cerro y al exconvento franciscano. Son lugares que me gustan mucho.

Después de entrevistar a los tres, confirmo que el arte y el deporte son también una resistencia natural, humana, frente al caos.

Fernando Percino

Es mexicano y nació en algún momento de los años ochenta; además es licenciado en Administración Pública por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Publicó cuentos en el suplemento cultural *Catedral* del diario *Síntesis*, la novela *Velvet Cabaret* (2015), el libro de cuentos *Lucina* (2016), el libro de crónicas *Diarios de Teca* (2016) y la novela breve *Volk* (2018). Fue miembro del consejo editorial de las revistas: *Chido BUAP* y *Vanguardia: Todas las expresiones*. Fue funcionario público. Actualmente es chofer de UBER y estandupero ocasional.

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