Amamos tanto a Matilde

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Sucre es una de las ciudades con más leyendas de Bolivia. Una de esas leyendas está viva y se llama Matilde Casazola Mendoza. Poeta, compositora e intérprete con 55 años de trayectoria literaria y artística. Publicó 22 libros en Bolivia y otros más en países hermanos. En el ámbito musical compuso más de un centenar de canciones y grabó diez álbumes dentro del género de la canción poética, convirtiéndola en la compositora más prolífica y con la obra musical más prolongada en la historia de la música nacional. Cuenta con más de 40 distinciones en el país y a nivel internacional, así como innumerables poemas incluidos en antologías de todo el mundo. Es reconocida como una de las voces poéticas más importantes de Bolivia y Latinoamérica.

En este medio siglo de actividad, Casazola ha llenado la literatura boliviana de belleza a través de sus versos y de melodías con sus canciones. Gary Daher, poeta y escritor cruceño, conocedor de su obra asegura que: “Matilde Casazola es para nuestro país lo que Chabuca Granda para Perú o, si tomamos cómo llega a su gente, lo que Chavela Vargas para México, en la medida en que su voz, sus originales melodías, sus letras y sus ritmos nos tocan en tal profundidad que no sabemos sentir otra cosa que Bolivia en nuestros corazones”.[i] En la misma línea, en la presentación del libro: Estampas, Meditaciones, Cántico, de Matilde, en Cochabamba en el año 1990, Luis H. Antezana afirmó: “La vasta obra de la poetisa chuquisaqueña está irrumpiendo con una fuerza generacional y femenina, comparable solo a la pedagogía de Adela Zamudio”.[ii]

Su voz amplificada por su poesía y sus canciones es una de las mejores representaciones femeninas, no solo en la literatura sino en el ámbito artístico de toda Bolivia, terminando con el silencio que pesó sobre grandes mujeres de la historia. Es así que la figura de Casazola es paradigmática en cuanto a la identidad femenina, pues su lucha en contra de la discriminación hacia las mujeres se plasma en la forma que vivió y por supuesto también en sus letras.

Esta rebeldía frente a lo impuesto a su género ya se denotaba cuando desde muy joven salió de la casa materna para conocer el mundo a través siempre del arte; en este caso como parte de una compañía de títeres junto a quien luego sería su esposo, el titiritero Alexis Antíguez. Después de varios años viviendo en la Argentina, y de publicar allá su primer poemario, Los ojos abiertos (1967), vuelve enriquecida de ese caminar por paisajes argentinos. Sin embargo, la melancolía por sus raíces y la voz de sus ancestros, la hacen regresar a la ciudad de La Paz, para luego vivir en su natal Sucre, donde escribirá la mayor parte de su obra. Este regresar significó también ir en contra de la marea social y la falta de oportunidades, dedicando gran parte de su vida a la expresión artística.  

Dentro de su obra poética se encuentran dos rutas claras en las que escribió sus versos: una más intimista, denominada “Serie Autobiográfica”, con poemarios a manera de diarios poéticos escritos además a lo largo de su vida y desde una perspectiva femenina. Por otra parte, la “Serie Temática”, compuesta por libros que tocan asuntos variados.

Algunos de los tópicos de interés de la poeta más importante de Sucre son: “el deterioro humano, el mal, la muerte y el amor, los siempre preocupantes temas sociales, los oficios de la gente y los otros, la casa y sus habitantes, es decir, la familia, los objetos, la espiritualidad y la aparentemente perturbadora divinidad, la filosofía, su sensibilidad con la naturaleza, y el tiempo, cómo no, el tiempo como una rosa que aroma sus obras”.[iii] Asimismo, la tierra que la vio nacer, la naturaleza, las montañas, ríos y flora, la misma Pachamama que se encuentra dentro de sus más reconocidos versos.

Se puede inferir, por tanto, que a través de sus poemas como de sus canciones, Matilde Casazola, transmite a sus lectores su peculiar mirada de lo cotidiano, de las diferentes emociones y sentimientos que se experimentan a través de la vida, pero también de las grandes preguntas que nos hacemos como seres humanos.

Entre las recientes satisfacciones de Casazola está la publicación del libro de poesía póstumo de su madre Tula Mendoza, que además de ser un acto de amor, también es un acto de justicia, la continuidad de la lucha en contra del silencio en el que vivieron muchas artistas que debieron dejar su obra para seguir las nociones sociales de la época. También es una forma de gratitud a su progenitora que inculcó en ella y su hermana la poesía y la música.

Este año, la notable poetisa fue postulada por varias instituciones a la Condecoración Nacional de la Orden del Cóndor de los Andes, con el apoyo de gran parte de la población sucrense que recolecta firmas para este fin.

[i] Ensayo: Pétalos del tiempo, autor Gary Daher

[ii] Citado por Wilson García Mérida en “Las musas de Matilde” de Revista Facetas, 1990

[iii] Ensayo: “Pétalos del tiempo”, autor Gary Daher