Amor animal

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Desde que tengo memoria, los gatos fueron parte de mi vida, ya sea como mis mascotas o amigos que encontraba en la calle o en la casa de amigos. Desde esa temprana edad admiraba a estos seres que al mismo tiempo eran tan misteriosos, elegantes y etéreos. Su cariño y compañía me salvaron de la tristeza muchas veces. Todavía, ahora, si no fuera por mi Neny me sumiría en mis preocupaciones al punto de ahogarme.

Creí que solo me pasaba a mí, pero hace poco, en mis grupos de amantes de los gatos, que en todo el mundo sumamos millones, encontré una publicación en la que una mujer contaba una experiencia increíble: una noche, cuando estaba a punto de suicidarse, la gata de su vecina entró a su habitación y se acurrucó en su regazo ronroneando. No pudo terminar con su idea de quitarse la vida y durmió plácidamente acompañada por la minina. Al día siguiente le juró al pequeño animal que nunca más lo intentaría.

Otra historia que me conmovió me la compartió mi querida amiga Kiki Suarez, psicoanalista alemana. Una niña que se sentía sola porque sus padres la ignoraban e incluso golpeaban —y nunca sintió el amor filial—, también pensó en algún momento suicidarse. (Esto me chocó: no imaginé que los pequeños pudieran sufrir tanto como para sentir que ya no pueden seguir). Poco tiempo después, le regalaron un gatito de solo un par de meses, que la llenó de cariños, la necesitaba y la acompañaba; además estaba ahí atento para oír sus sueños, miedos, ilusiones. Ella afirma que si no hubiera sido por su mascota no estaría viva ahora.

¿Cuántas más historias como estas podríamos recuperar en el mundo? Estoy segura de que millones. Por eso hay tantas personas que descargan toda su capacidad de amar en estos peludos de cuatro patas. Otro tanto pasa con los perros y otros animalitos.

En Internet encuentro a menudo, y siempre apoyo, publicaciones invitando a salvar la vida de un animal adoptándolo. Existen tantos que fueron abandonados, que nacieron en la calle y que morirán si alguien nos les ofrece un hogar. Después de conocer estas historias también me imagino a los peludos hablando y animándose unos a otros a acercarse a los humanos para salvarlos de la soledad, de la tristeza, para darles una razón de vivir, de levantarse a diario. Porque con ese cariño, que solo ellos saben entregar, nos pueden salvaguardar.

El amor de una mascota es el más desinteresado que encontrarán, porque no les importa que seamos hermosas o guapos, ni flacos ni gordos, que tengamos o no dinero, exitosos o unos fracasados. Confían en que juguemos con ellos, les ofrezcamos algo de cariño, alimento y agua fresca. Será por eso que tantas personas que viven en la calle tienen mascotas que las siguen fielmente. También hemos escuchado de animales que aunque su dueño se murió lo esperan o van a visitarlos a hospitales y cementerios.

Quise hablar de este amor en la columna, porque a mí me salvó en diferentes momentos y quería compartir otras historias. A ti, que no te decides a adoptar una mascota, te lo recomiendo; ojo, que es un compromiso de por vida, porque a quien escojas te amará toda su existencia, incluso si lo abandonas seguirá esperándote siempre.