De color humano
Abril 30, 2022 / Por Eliana Soza Martínez
Abril es un mes lleno de imaginación, inocencia y redescubrimientos, tal vez porque se festejan el Día del Niño y del Libro. Ahora, con mis dos hijos, se hacen muy importantes estas fechas. Pero de un tiempo a esta parte me puse a pensar que esta generación de pequeños, que viven rodeados de estímulos tecnológicos y de información, es muy diferente a la mía.
Por ejemplo, cuando era niña apenas había comenzado la televisión local y nacional, por lo que teníamos que esperar hasta entrada la noche para poder ver dibujos animados. Hoy, no solo tienen canales locales y nacionales, sino también internacionales, exclusivos para cada edad y por si fuera poco, gracias a los Streamings (la distribución digital de contenido multimedia a través de una red de computadoras) pueden encontrar una diversidad increíble de formatos, programas, espectáculos, etc.
De mi niñez recuerdo que con mis primas jugábamos a cocinar en el patio de la casa de mi abuelo, con ollitas de barro compradas en las “Alasitas” (Feria de miniaturas, hechas a mano) del año anterior. Teníamos pocos libros y sí muchos “Chasquis”, revistas que venían con algún periódico. Estas eran nuestras únicas fuentes de información del mundo exterior.
Mi hijo mayor lee cómics de diferentes países, que están a la mano, novelas gráficas de autores que yo leí recién en el tiempo que estaba en la universidad, como Julio Verne o Robert Louis Stevenson. En Netflix está viendo un programa sobre personajes históricos y conoce la vida de Gandhi, María Antonieta, Bruce Lee, Newton, Albert Einstein. A sus once años investigó en Internet acerca del Nihilismo y lo explicaba a la hora del almuerzo. Sin contar que gracias a YouTube ha realizado una serie de experimentos infantiles para reconocer el volumen, el peso, crear volcanes con ingredientes caseros, etc.
Lo mismo ocurre en la educación. En la escuela primaria nos concentrábamos en aprender a leer fábulas o cuentos cortos, sumar, restar, multiplicar y dividir. Hoy, mi hijo aprende operaciones matemáticas complicadas; lee obras por capítulos, haciendo resúmenes de cada uno. Sus exámenes al final del bimestre, para mí, tenían una complejidad que no recuerdo en los míos a su edad.
Algo que nos debería llamar la atención es que, a pesar de esta evolución, el método educativo sigue centrándose en lo memorístico. En la actualidad, desde temprana edad se cuenta con tantas posibilidades para aprender de formas tan diversas e interactivas y continuar con el dictado en el colegio puede que disminuya el interés de los chicos en las aulas.
En síntesis, los niños actualmente tienen acceso a información que nosotros nunca nos hubiéramos imaginado y esto estimula su inteligencia, sus habilidades, su memoria, su comprensión y les da la posibilidad de conocer al mundo, la historia y las culturas de una forma completa.
Sin embargo, el mismo acceso a esta tecnología puede tener riesgos, si no manejamos ni conocemos sus alcances; si no supervisamos lo que nuestros pequeños consumen. Más bien, existen muchas maneras para hacerlo, así tenemos las aplicaciones de control parental para dispositivos como celulares, tablets y computadoras.
Estas ayudan a que los padres podamos restringir el contenido por el cual los niños naveguen, los horarios a los que tengan acceso y lo más importante, sepamos exactamente qué ven en la Red.
De esta manera podremos cuidarlos y guiar su curiosidad, aprender junto a ellos, potenciar sus habilidades y enseñarles que no todo lo que está en la nube es verdad y beneficioso. Además, que como con cualquier información y contenido, lo que es público no es necesariamente apto para su edad.
La tecnología en sí misma no es mala. Depende mucho de cómo la usemos y en cuanto a los pequeños, nosotros debemos enseñarles cómo usarla, para que se conviertan en verdaderas herramientas educativas. Esta generación, indudablemente, es más inteligente y tiene más estímulos, pero de nada sirve el conocimiento sin corazón, solo encontrando un equilibrio entre ambos, se formarán como los mejores seres humanos posibles.
Eliana Soza Martínez (Potosí, Bolivia) Autora de Seres sin Sombra (2018). 2da. Edición (2020) Ed. Electrodependiente, Bolivia. Junto a Ramiro Jordán libro de microficción y poesía: Encuentros/Desencuentros (2019). Antología Iberoamericana de Microcuento (2017), compilador Carvalho; Escritoras bolivianas contemporáneas (2019) compiladoras: Caballero, Decker y Batista, Ed. Kipus. Bestiarios (2019), Ed. Sherezade, Chile. El día que regresamos: Reportes futuros después de la pandemia (2020), Ed. Pandemonium, Perú. Brevirus, (2020), Brevilla, Chile. Pequeficciones: piñata de historias mínimas (2020) Parafernalia, Nicaragua. Historias Mínimas (2020), Dendro Editorial, Perú. Microbios, antología de los Minificcionistas Pandémicos (2020), Dendro Editorial, Perú. Caspa de Ángel: cuentos, crónicas y testimonios del narcotráfico, Carvalho y Batista. Umbrales, Antología de ciencia ficción Latinoamericana (2020), Ediciones FUNDAJAU, Venezuela. https://www.facebook.com/letrasenrojo Instagram: @Eliana.Soza https://www.youtube.com/channel/UCJC8RtYxDvq0JVrb2ZIioeg
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