Héroes reales ignorados

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Hace unos días escuché una noticia sobre Oscar, un hombre de sesenta años que trabajaba como voceador (anunciando el recorrido e informando cuántos asientos libres tiene la movilidad) para los minibuses (transporte público en Bolivia) y que recibió un balazo en su pierna al intervenir en el asalto a una pasajera por cuatro antisociales. Lo que me indignó es que la víctima desapareció y ahora el señor Oscar necesita dos operaciones que no puede pagar y, por tanto, sigue con la herida abierta. La familia, hija y hermano, están preocupados porque el tiempo pasa y no hay mejoría.

Sus colegas, los demás voceadores en la ciudad de El Alto, se organizaron para hacer una colecta. Decidieron reunir lo que ganan en un día: seis dólares. Al ser ellos dieciséis, solo llegaron a casi cien dólares, que no cubre ni la tercera parte de lo que necesita Oscar. La pregunta que me hice es: ¿quién o quiénes son los llamados a colaborar con un ciudadano que realizó una acción heroica? Pienso que las primeras son las autoridades locales, porque no es común que alguien arriesgue su vida por una persona a la que no conoce. La fuerza policial es quien debe resguardar la seguridad de la población. Finalmente, nosotros también deberíamos solidarizarnos con esta generosa persona.

Lo más contradictorio es que admiramos a los personajes que salen en las películas, esos con súper poderes o que poseen tanto dinero que tienen acceso a tecnología que los protege a la hora de ejecutar sus acciones. Sin embargo, cuando conocemos verdaderos héroes no los apoyamos. Tal vez por eso menos gente hace algo por otros. Es más fácil grabarlo en los celulares y compartirlo. Los principios van cambiando: son más importantes seres que no existen sobre los que en la cotidianeidad están luchando por sobrevivir y en medio ayudan a los demás.

Trato de ponerme en los zapatos de Oscar, quien en un día ordinario actuó de forma extraordinaria, llevado por sus valores. Cabe aclarar que había muchas personas más alrededor y solo él ayudó a la mujer. Como consecuencia de aquello, ahora está internado en un hospital, no puede llevar el sustento diario a su hogar, al no contar con un seguro médico su alta es incierta y, aunque lo lograra, el tiempo de recuperación será largo porque necesita una operación reconstructiva. ¿Quién apoyará a su familia?, ¿podrá trabajar después? La lección que podría sacar Oscar de todo esto es que no debió meterse y hoy estaría trabajando sin ningún problema.

Entonces, los que soñamos con conocer a un Capitán América, Iron Man, Superman o Batman, o deseamos convertirnos en uno de ellos, ignoramos a los verdaderos héroes: únicamente son protagonistas de una noticia que vimos en televisión. La historia de Oscar es una más de muchas. Algunos o algunas tendrán mayor fortuna porque no saldrán heridos o las autoridades se fijarán en su heroísmo y los apoyarán materialmente. Pero estoy segura de que la mayoría quedará en el anonimato, abandonado a su suerte. Ese destino dice mucho de las sociedades en las que vivimos y que estamos construyendo cada uno de nosotros.