La invisibilización del trabajo ejecutivo de las mujeres en casa

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¿Se pueden imaginar una casa donde el esposo se encarga de lavar los platos, limpiar, recoger a los niños de la escuela, pero a la hora de saber los nombres y números del pediatra, dentistas, el número de vacunas, datos de maestras, participación en reuniones del colegio, elegir el menú diario, lo que falta en la despensa, la planificación de las actividades extracurriculares de los niños, las vacaciones de fin de año, si los chicos van o no a jugar con un amigo, el alquiler de disfraces para una presentación de la materia de música y una infinidad más de decisiones no las tienen en las mente y todo es obligación de la mujer?

Uno de los temas de esta época, que sigue siendo parte del debate en las familias, es la distribución de las responsabilidades en el hogar. Muchos dirán que ya hay hombres que colaboran en estas actividades. Sin embargo, estamos hablando de la planificación, organización, previsión de problemas y otros que se constituyen en acciones ejecutivas. Si bien las recientes generaciones están conscientes de la necesidad de hacer una repartición equitativa, todavía se encuentran casas en las que todo el peso de las decisiones importantes está en la esposa.

En el ámbito laboral, esta carga mental de planificación y organización es remunerada y está a cargo de altos ejecutivos. En cambio, en el familiar es invisibilizado y poco reconocido. Por ejemplo, a la hora de ser los anfitriones de una fiesta, el esposo se encarga de preparar el asado y el resto lo hace la mujer, pero a quien se felicita es al parrillero. En general es así, además de que ahora las esposas también trabajan. Entonces estamos hablando de incontables listas de cosas que hacer, decidir y planificar, que tienen que estar en las mentes femeninas y que no terminan al llegar a casa, sino que se duplican.

No obstante, tampoco podemos cerrar los ojos creyendo que este problema se resume a la modorra masculina, sino que a nosotras nos cuesta mucho delegar esas responsabilidades. Cuando soltamos algo, estamos supervisando a milímetro, con la seguridad de que lo haríamos mejor, incluso volviendo a hacerlo. A veces nos peleamos porque no se hizo como nosotros queríamos, sin darnos cuenta de que cada uno tiene su forma.

Esta cuestión no ha escapado a las investigaciones que se realizan en países europeos. En España, la marca de productos para el hogar Procter & Gamble publicó una encuesta sobre el tema con datos reveladores. Los que me llamaron la atención fueron: “3 de cada 4 mujeres sufre carga mental, aunque un 40% de ellas desconoce el concepto”; “el 63% de las mamás españolas afirman que todos los días tienen en mente un listado infinito de cosas por hacer”, “el 58% de las mujeres, después de ser madres, toman decisiones que implican una cierta renuncia (reducción de la jornada laboral, excedencia o abandono del trabajo) en su carrera profesional, frente al 6,2% de los hombres” y que “un 87% de las madres se pintan como las principales responsables de que todo fluya adecuadamente en la casa”.

Por tanto, se ve la necesidad de una mejor negociación al interior de las familias en cuanto a la distribución de las responsabilidades. Algunos expertos sugieren que se dividan estas en departamentos, de salud, alimentación, educación, limpieza, etc., y que cada uno tome las riendas, aunque por supuesto pueda coordinar con la pareja. Lo imprescindible es que el peso lo lleven equitativamente ambos, ya que las mismas actividades también se las deberían delegar a los hijos. Solo así mantendremos a todos los miembros de la familia, tranquilos, felices y con tiempo para que se realicen como seres humanos.