Ser joven es un estado mental

En la comedia norteamericana Sisters —Hermanas, en español—, protagonizada por Tina Fey y Emy Poehler, escuché una conversación muy graciosa, pero real. Fey preguntaba a una amiga por qué estaba tan deprimida, ella le respondía contándole lo siguiente: “Ayer, mientras caminaba por la calle, me paré frente a un escaparate de una tienda y pude ver a una mujer muy vieja y cansada, me miraba muy triste y no pude dejar de sentir mucha pena por ella. De pronto, la saludé y me di cuenta de que era mi propio reflejo”. Cuando vi esta escena reí hasta llorar, por la forma en la que se narra la anécdota, pero luego me puse a pensar que a muchos nos pasa esto: tenemos una imagen de nosotros mismos en la cabeza que no siempre concuerda con la manera en cómo nos ven los demás.

Por eso, cuando estamos comenzando un nuevo año y eso significa que el paso del tiempo es imparable, me gustaría reflexionar sobre el tema de la juventud. Todos deseamos ser jóvenes. Yo me veía siempre como alguien de 20 años, hasta que muchos me empezaron a llamar señora y mi ilusión se rompió a pedazos. Entonces me puse a pensar: ¿Por qué deseamos seguir siendo jóvenes por tiempo indefinido? ¿Qué tiene la juventud que es tan deseada? ¿En qué se diferencia con la edad adulta? ¿Podemos prolongar esta etapa?

Pienso que deseamos la juventud porque es sinónimo de belleza y de energía. La sociedad, a través de toda la maquinaria de medios de comunicación, nos bombardea con este mensaje: Los jóvenes tienen todo el tiempo por delante; seguros de que lo mejor en sus vidas todavía está por llegar; son más arriesgados en sus decisiones y en su forma de amar, tienen poco que perder si se equivocan; sueñan con un futuro brillante y prometedor, algunos esperan cambiar al mundo para hacerlo un mejor lugar para vivir; atesoran sueños e ideales; aprenden todo rápido y no temen emprender cosas nuevas; no les cuesta trabajar mucho y ven la realidad de forma fresca; se divierten más; se ilusionan no solo con el amor, sino con lo que les apasiona; pueden comer sin engordar; creen más en las otras personas; con facilidad se animan a ayudar a los demás.

Toda esta enumeración de características nos hace desear ser jóvenes por siempre. ¿Quién no quisiera ser así el resto de la existencia? Yo lo deseo, pero pienso que es mentira que solo sean inherentes a una etapa, sino que podemos tenerlas a cualquier edad, pero combinándolas con la experiencia que obtuvimos con los años y así demostrar que la juventud es un estado mental.

Por ejemplo, si bien en una edad adulta no tenemos tanto tiempo, debemos aprender a usarlo de forma más efectiva, así seremos más reflexivos y menos impulsivos; estemos conscientes y orgullosos de haber cumplido algunas metas y sueños y si no sigamos luchando por hacerlo tal vez no con el ímpetu juvenil, pero sí con la constancia y perseverancia que nos ayudó a llegar donde estamos.

No perdamos sueños e ideales, todavía podemos conseguir cambiar el mundo, una forma es con el ejemplo y formando hijos que sigan nuestros pasos. No dejemos de aprender, a pesar de que no sea tan fácil y venzamos el miedo de probar cosas nuevas, esto nos ayudará a mantener más saludable a nuestro cerebro.

Aunque no podamos trabajar tanto como los jóvenes, que lo que hagamos marque la diferencia, volvamos a mirar de forma nueva y fresca todo. Sigamos divirtiéndonos, no dejemos de reír y sonreír; siendo positivos viviremos más y mejor. Continuemos ilusionándonos con el amor, tal vez no con la pasión de los jóvenes, pero sí con la madurez de un amor más sabio y paciente.

Sigamos disfrutando la comida, aunque cuidándonos un poco más, démonos gustos que nos hagan felices. Creamos en los demás, a pesar de las malas experiencias que hayamos tenido y finalmente no perdamos nuestra capacidad y corazón para ayudar a los demás, es una de las mejores características que aprendimos cuando fuimos jóvenes.

Estoy segura de que si aplicamos la mitad de estos consejos lograremos prolongar la juventud, sin importar los años que pasen, porque la vida es muy corta para lamentar la pérdida de esta. Entonces, les propongo que podamos vivir el resto de nuestro camino aprovechando la experiencia y sabiduría que nos dieron los años que ya vivimos pero con ojos, corazón y mente jóvenes, teniendo la seguridad de que lo mejor está por llegar y que la juventud es un estado mental que cada día podemos elegir vivirlo.