Desde el Sur

La narco poesía se populariza en los versos del narcocorrido

La narco poesía se populariza en los versos del narcocorrido

Septiembre 24, 2024 / Por Márcia Batista Ramos

La violencia criminal se transmuta en estigma que afecta a la víctima, el asesinato se convierte en venganza, la violación tumultuaria se vela como “levantón” y se acalla como vergüenza personal. El lenguaje se contamina de espanto, la mirada se congela, estupefacta, en un solo punto, vacío de sentido, en que palabra y pensamiento han estallado. Como en un espejo roto, vemos sólo fragmentos...

Lucía Melgar

 

La gente decente se va arrinconando de a poco y la delincuencia, en su paso errático, hace gala de su existencia, por medio de su excéntrico y soberbio derroche en vida o por su trágica manera de morir, a balazos.

A diario constatamos que el narcotráfico se impone en la sociedad latinoamericana como una especie de modus vivendi y sólo no ve quien no quiere ver. El problema, además de político, es económico, social y ético. Por ende, su influencia atañe a diferentes estamentos sociales, afectando también la producción cultural. Por ejemplo, el narcotráfico ha generado sus propias formas de lenguaje que no se circunscribe apenas a los criminales, ya que el vocabulario del ciudadano común se ve invadido por la nueva terminología. Arraigando la narcocultura en casi todos los ámbitos de la sociedad Iberoamericana, ya que los componentes que la configuran, así como las formas que la expresan, son parte de una cultura que está permeado todas las capas sociales, culturales, económicas y políticas de la sociedad.

Como México siempre fue una especie de vitrina para Iberoamérica, influenciando a través de la música, cine y literatura a los demás países de la región, hay que tomar en cuenta que los fenómenos socioculturales rápidamente se expanden por los países de Centro y Sud América.

Por otro lado, la industria del espectáculo —en el cine, con la temática narco, especialmente las narconovelas— encontró una veta que genera miles de millones de dólares al explotar la narcocultura en sus diversas expresiones, desde el estilo de vida ostentoso, violento y rápido, hasta la música y la literatura que exponen un léxico propio y provocan la reasignación de significados a ciertas palabras y la creación de nuevos vocablos, creando así el narcolenguaje.

No obstante, estar consciente de que el narcotráfico es un fenómeno criminal creciente y trasnacional y lejos del afán de banalizar el problema, aunque parezca un melodrama del estilo Los narcos también aman o Los narcos también lloran, quiero referirme a la narco poesía, otro aspecto de esa cultura que invade el continente desde adentro, con mucha fuerza, sin tregua y sin vergüenza de ser y existir.

Inicialmente, es menester recordar que el corrido es un género musical popular que nace de la representación de un sentimiento, una historia o una idea, con un talante estético muy particular que, alejado de los academicismos, cautiva a los sectores más populares. Por su parte, el narcocorrido se alimenta de las tradiciones corridísticas que siempre estuvieron presentes en la cultura popular de México, con mayor auge durante la Revolución Mexicana.

Igual a la poesía, las letras de los narcocorridos se llevan a cabo a través de la palabra, en forma de verso, utilizando recursos como la métrica, la rima y la musicalidad para transmitir emociones, ideas y sensaciones de manera estética, con temáticas referidas a historias de narcotraficantes, donde las vidas de sus personajes ejemplifican al hedonismo delincuencial, encarnado en personajes reales.

Entonces, podemos decir que el narcocorrido es el legítimo predecesor de la narco poesía, ya que en la década de los setenta aparecen los primeros narcocorridos, siendo en los años ochenta cuando el género musical gana amplia popularidad, afincando en el imaginario colectivo las hazañas y las vidas de traficantes famosos como el caso de Camelia la Texana, que fue inspiración para Ángel Gonzáles, quien compuso “Contrabando y traición”:

 

Salieron de San Isidro, procedentes de Tijuana

Traían las llantas del carro repletas de hierba mala

Eran Emilio Varela

Y Camelia, la Texana

Pasaron por San Clemente, los paró la emigración

Les pidió sus documentos, les dijo: ¿de dónde son?

Ella era de San Antonio

Una hembra de corazón

Una hembra, si quiere un hombre, por él puede dar la vida

Pero hay que tener cuidado si esa hembra se siente herida

La traición y el contrabando

Son cosas incompartidas

A Los Ángeles llegaron, a Hollywood se pasaron

En un callejón oscuro, las cuatro llantas cambiaron

Ahí entregaron la hierba

Y ahí también les pagaron

Emilio dice a Camelia: Oye, te das por despedida

Con la parte que te toca, tú puedes rehacer tu vida

Yo me voy para San Francisco

Con la dueña de mi vida

Sonaron siete balazos, Camelia a Emilio mataba

La policía ya solo halló una pistola tirada

Del dinero y de Camelia

Nunca más se supo nada.

 

La narco poesía surge en menor proporción que el narcocorrido dada la poca costumbre de lectura que tienen los habitantes de la región y, en especial, los admiradores del fenómeno social llamado narcocultura. Pese a que emerge con una fuerte marca contradiscursiva, producto de su condición subalterna dentro del entramado social, motivo por el cual la narco poesía muchas veces es confundida con la poesía urbana.

Empero, hay que recalcar que la poesía urbana es la poesía de la calle, es una derivación de la poesía tradicional que se caracteriza por la libertad en sus rimas y métricas, sirve como plataforma de denuncia por referirse a temas candentes en el ámbito político y social y, por ser interpretadas, en su vertiente más tradicional, por gente oprimida, desamparada o sea por los sectores más empobrecidos de la población, que son víctimas de la miseria social derivada de la pobreza y de las drogas y que no encuentran una salida para su depauperización. Como ejemplo de poesía urbana podemos ver el poema del poeta portorriqueño Georgie López, publicado en An Anthology of Puerto Rican Words and Feelings, New York, Morrow, 1975, titulado “About los Ratones”:

 

Los ratones venden las drogas

las cogen —las usan— se meten las agujas

sucias

Las usan en el Bronx

se meten la coca como se meten en los clubs de

billar

they play nodding out pool

they are behind the eight ball

georgie lopez va a ser el DDT contra

los ratones

se meten en los basements

con una ganga de yerba y coca

Los ratones les venden a los viejos y

las viejas y a los Young people like

me, georgie lopez

pero georgie lopez es el DDT contra

los ratones

yo soy el rat poison que se mete en las

esquinas de las esquinas de las calles

oh man, yeah, man sí there are mucho rats

and we need more cats

los gatos will tener una guerra contra los

ratones very soon

yo sé, yo sé, porque yo soy

georgie lopez DDT contra los

Ratones

 

En cambio, la narco poesía promociona la narcocultura con el estilo de vida idealizado, basado en el consumo y la mitificación de personajes con un poder adquisitivo alto, que dejaron de ser pobres porque se unieron al mundo del crimen. Además, la narco poesía mitifica y normaliza el modus operandi violento de los carteles, la constante confrontación entre narcotraficantes y los efectos devastadores de sus actividades ilegales, con toda la violencia que conlleva en sus vidas personales, sin importar que quebrantan las normas legales y sociales al maltratar la sociedad en su conjunto. Como ejemplo, los versos de Mario Quintero, “Los más buscados”, que se popularizaron como narcocorrido por Los Tucanes de Tijuana:

 

Hoy somos los más buscados

Pero cuál es el problema

Si ya nos acostumbramos

A trabajar en la quema

Nacimos con sangre brava

Y pólvora en nuestras venas

 

Las leyes se dan de topes

Por la culpa de nosotros

Pero ya no hay vuelta de hoja

Así es este gran negocio

Por ahí dicen cría cuervos

Y te sacarán los ojos

 

Que somos los más buscados

Por ahí dicen noticieros

Pero andamos en la calle

Haciendo lo que sabemos

Y le pese a quien le pese

Aquí mismo seguiremos

 

Billetes y más billetes

Tiramos por todos lados

Pero, así como gastamos

Se regresa triplicado

Por eso es que no hay problema

Que seamos los más buscados

 

Para controlar países

Se gasta mucho dinero

Hoy quieren echarnos guante

Eso es traición compañeros

Si somos del mismo equipo

Porque andan con tantos pelos

 

Hoy somos los más buscados

Por toda la policía

Pero somos más buscados

Para surtir mercancía

Ya estamos bien preparados

Para darles batería.

 

El fenómeno del narcocorrido es ampliamente estudiado por la Antropología Social, la Literatura y otras corrientes académicas.

En Latinoamérica las realidades están cada vez más amalgamadas e, infelizmente, la narco delincuencia está asfixiando a los Estados, de tal manera que la narco cultura, entendida como un conjunto de manifestaciones culturales —simbólicas y concretas— vinculadas al mundo narco y su poder instituyente que opera paralelo al poder legitimado del Estado, está instaurándose en el continente. Por eso hoy, la poesía como género literario que consiste en la representación de un sentimiento, una historia o una idea de un modo estético, también está permeada por la temática narco y sus versos se popularizan en la región por medio de los versos del narcocorrido.

Es así que se puede constatar que la ficción siempre se queda corta ante la realidad, por eso la realidad social, tan caótica, de Latinoamérica, carcomida por la ilegalidad contemporánea representada por el narcotráfico, es explicada a través de la narcoliteratura en todas sus vertientes, empezando por la narco novela, que se populariza por medio de las telenovelas, de igual manera, pasando por la narco poesía que se populariza en los versos del narcocorrido.

 

Márcia Batista Ramos

Nació en Brasil, en el Estado de Rio Grande do Sul, en mayo de 1964. Es licenciada en Filosofía por la Universidade Federal de Santa María (UFSM)- RS, Brasil. Radica en Bolivia, en la ciudad de Oruro. Es gestora cultural, escritora y crítica literaria. Editora en Conexión Norte Sur Magazzín Internacional, España. Columnista en la Revista Inmediaciones, La Paz, Bolivia y columnista del Periódico Binacional Exilio, Puebla, México, Mandeinleon Magazine, España, Archivo.e-consulta.com, México, Revista Barbante, Brasil, El Mono Gramático, Uruguay. Además, es colaboradora ocasional en revistas culturales en catorce países (Rumania, Bolivia, México, Colombia, Honduras, Argentina, El Salvador, España, Chile, Brasil, Perú, Costa Rica, USA, China, Nepal, Uzbekistán, Paquistán, Arabia Saudita). Publicó: Mi Ángel y Yo (Cuento, 2009); La Muñeca Dolly (Novela, 2010); Consideraciones sobre la vida y los cuernos (Ensayo, 2010); Patty Barrón De Flores: La Mujer Chuquisaqueña Progresista del Siglo XX (Esbozo Biográfico, 2011); Tengo Prisa Por Vivir (Novela Juvenil, 2011 y 2020); Escala de Grises – Primer Movimiento (Crónicas, 2015); Dueto (Drama, 2020); Rostros del Maltrato en Nuestra Sociedad –Violencia Contra la Mujer. (Ensayo, 2020); Universo Instantáneo (Microficción, 2020).

Márcia Batista Ramos
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