Ensayo

Autopsias de mis encuentros con Luis Pérez Boitel

Autopsias de mis encuentros con Luis Pérez Boitel

Septiembre 30, 2022 / Por Fernando Percino

Foto: Luis Manuel Pérez Boitel. Foto tomada de Editorial Verbum

 

Conocí a Luis Manuel Pérez Boitel de una manera muy peculiar. El año pasado me dio por subir a mi Facebook una transmisión de lectura de poesía, eligiendo autores que habían colaborado con la extinta revista Crítica de la BUAP. Ya había hecho lecturas de poesía vía Facebook live, pero con autoras y autores clásicos, como Baudelaire, Poe, Alejandra Pizarnik, entre otras personalidades más. A varias amistades les gustó la dinámica y decidí continuar con ella.

Elegir poetas y poemas de mi colección de números de la revista Crítica no fue fácil, me llevó algún tiempo. La memoria me ayudó un poco a recordar cuáles habían sido los poemas que más me gustaron y con paciencia los fui recuperando. Tuve que husmear en varias cajas y me ruboricé cuando en algunas aparecieron revistas Playboy de mis años mozos y números de Letras Libres, una publicación que un tiempo después desprecié por ser dirigida por grupos culturales con los que estoy en desacuerdo de muchas maneras —aunque superé ese desprecio por la revista considerando la obra por encima del autor y siempre habrá textos en Letras Libres que me parecerán notorios. En fin, alguno de tantos avatares que se dan al invocar el pasado, tal como sucede por momentos entrañables en el poemario de Luis Pérez Boitel, Autopsias a la noche, pero ya hablaré de ese tema más adelante.

Realicé la transmisión y me dio gusto recuperar y compartir textos de una revista que aún extraño, como lo es Crítica, fue parte muy importante en mi formación como un lector que se fue volviendo exigente, por la buena calidad de los textos que se publicaban ahí. También fue una influencia capital en mi carrera literaria: ahí conocí autores que no podía encontrar en otras publicaciones.

Meses después de hacer la transmisión, recibí unos mensajes de voz en la bandeja de Facebook. Uno de los poetas que leí estaba agradecido porque yo elegí uno de sus poemas para compartirlo con mis amistades. Se trató de Luis Manuel Pérez Boitel, quien se comunicó conmigo desde Cuba. Me emocioné bastante, no podía creer que un poeta tan notorio me contactara.

Platicamos un rato. De alguna manera hicimos autopsias a días del pasado. Hablamos de la vez que visitó Puebla y la hoy desparecida Casa del Escritor. Él vino a mediados de la década antepasada, cuando José Prats daba clases en ese lugar. Prats fue mi maestro y me dio mucha nostalgia cuando Luis lo mencionó. Todavía recuerdo cuando Pepe Prats, corrigiendo uno de mis textos, me dijo: “¡Pero muchacho!... ¿Qué quieres tú? ¿Escribir canciones de Luis Miguel o hacer Literatura?” Fue esa fuerza para ser sincero y directo al criticar mis textos, lo que me ayudó a crecer como autor en mis años juveniles, a disciplinar mi carácter creativo. Le dije a Luis que la revista Crítica y que la Casa del Escritor ya no existían, él lo lamentó. Con esas dos entidades se fueron tantos recuerdos…

Hace poco hice otra lectura de poesía vía Facebook live. Luis fue muy amable y me regaló un libro suyo, del cual tomé algunos textos para volver a leerlo: Autopsias a la noche (ganador del premio de poesía Pastora Marcela en 2019), un poemario que hace un recorrido lleno de saudade por épocas pasadas. El lenguaje de Luis hace autopsias poéticas de diversos personajes, entre ellos escritores, artistas plásticos, familiares y amistades del autor que ya no caminan por este Midgard. Breves encuadres en prosa, al estilo Baudelaire, que encierran imágenes entrañables, musicales, a veces serenas, otras furiosas o en todo caso con un espíritu de frustración nostálgica. Las palabras son decoradas con barroquismo pero también con sinceridad y transparencia. El lector se adentra en estos encuadres verbales, a ratos como  una sensación de laberinto manierista cuyos guías son mitos griegos, ensoñaciones, recuerdos que regresan en forma de ucronía. Es una lectura exigente, poesía que arriesga por el rigor, que niega la simpleza de la moda o los esquemas educativos que atiborran al presente o un grupo de individuos en el presente que tanto le temen al lenguaje.

El autor hace de Tiresias su profeta, ciegos sus ojos del cuerpo, clarividentes sus ojos del alma. Un ayer que se reconstruye con la palabra para ser revisado de forma clínica por un cirujano de la estética, como resulta ser Luis, puntual y ambiguo, misterioso y honesto:

“Así dejé las cenizas de mi padre a mansalva de estos escupitajos. Eran también las cenizas del país, de islas que sucumbieron desde antes y solo estaban obligadas a existir en el poema, como un náufrago que ha dejado tanto mar en su corazón que se hace una embebida ola de recuerdos, un toque de queda, un fingimiento del ayer.”

El mar se percibe como un personaje antagónico en el poemario, tan inmenso y devorador, el azul líquido que rodea a la isla, al hogar, al amor, a los amigos; el mar como un sepultador del padre y una presencia abrumadora que no da tregua:

“Alguien me pregunta cómo piensan los que residen en una isla, el horizonte es como un nudo en la garganta al que no me puedo resistir. A este nivel del mar. Isla que ha caído en el poema, sin pensarlo, de bruces, como el sediento pez, no hay otras explicaciones. Ditirambos estos. Gran embestida hace el tiempo para los que viven Isla adentro, y más adentro, y mucho más adentro, sin recorrer los caminos que conducen al mar, que van del mar a las costas de la isla o viceversa. Isla esta donde enterré a mi padre, como si fuera un altar sagrado y no un insignificante trazo en el mapamundi.”

El poeta hace simbiosis de manera apoteósica con la experiencia, de la que tanto expuso Benjamin, con la exigencia y el rigor creativo de una poesía exhaustiva, en búsqueda perpetua de identidad y extensión de la misma. Es un suceso tremendo que persistan poetas de tal estirpe

Conocer a Luis como artista y como ser humano, resultado de divulgar poesía, es una celebración a la poesía en sí misma.

Fernando Percino

Es mexicano y nació en algún momento de los años ochenta; además es licenciado en Administración Pública por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Publicó cuentos en el suplemento cultural *Catedral* del diario *Síntesis*, la novela *Velvet Cabaret* (2015), el libro de cuentos *Lucina* (2016), el libro de crónicas *Diarios de Teca* (2016) y la novela breve *Volk* (2018). Fue miembro del consejo editorial de las revistas: *Chido BUAP* y *Vanguardia: Todas las expresiones*. Fue funcionario público. Actualmente es chofer de UBER y estandupero ocasional.

Fernando Percino
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