Ensayo

Del Terminator de carne y fierro al Bladerunner de los hologramas

Del Terminator de carne y fierro al Bladerunner de los hologramas

Noviembre 22, 2022 / Por Fernando Percino

Unos dos años atrás viajé desde la Ciudad de Puebla a Tehuacán. Poco antes de llegar a mi destino tomé una foto desde el parabrisas del carro en donde viajaba, en mi posición de copiloto. La tomé a la mitad de la autopista que conecta a Cuacnopalan con Tehuacán. La fotografía muestra una carretera por delante y la Reserva de la Biosfera Tehuacán-Cuicatlán, un escenario desértico donde predominan las cactáceas. Hice un ejercicio de Écfrasis con esa foto. Después vi esa imagen en mi computadora y me di cuenta que la experiencia de verla en un monitor era muy similar a los recorridos que se pueden hacer por Google Maps. Vinculé esa sensación con la pérdida de corporeidad de la que habla Mark Hansen en Bodies in code, la pérdida del sentido de viaje físico por una experiencia virtual que nos ofrecen las tecnologías contemporáneas. Ese recorrido que hice desde la Ciudad de Puebla hasta Tehuacán en automóvil se puede emular en una computadora, porque hoy en día existen representaciones más sofisticadas de la realidad. Con ese punto de partida, Hansen explora y revisa diversas perspectivas críticas sobre los entornos virtuales con los que interactuamos en nuestra cotidianidad.

El ensayo de Hansen hace un recorrido interesante por diversos conceptos apropiados ya por la posmodernidad para hacer usufructo de revisiones críticas de nuestra realidad en constante cambio. De inicio se considera que el espacio tridimensional es más primitivo que el bidimensional, al ser la realidad palpable tridimensional en sí misma. Con la incorporación a las sociedades contemporáneas de dispositivos que recrean una realidad en 3D hemos sido testigos de nuevos niveles de medidas de inmersión en fantasías representacionalistas, de los cuales Hansen asocia a lo que Gillez Deleuze ya nombraba como ilusión cinematográfica. Estamos viviendo muchas vidas en una sola: nos recreamos como individuos cuando vamos al cine a ver una película y proyectamos nuestras emociones en las aventuras que tienen los personajes que la pantalla proyecta, reinventamos mundos y posibilidades cuando tomamos el joystick de una consola de videojuegos, los médicos expanden la realidad cuando usan cascos para hacer recorridos virtuales por un cuerpo humano en busca de alguna anomalía.

A pesar de estas extensiones, por más sofisticadas que sean presentadas, el cuerpo aún mantiene una primacía por ser el único acceso ontológico al mundo, esto considerando el importante papel de la tactilidad para el acceso a dichos dispositivos. Al realizarse una simbiosis entre la función táctil con el mundo virtual, Hansen refiere que transitamos por una realidad mixta en la que convergen la sensibilidad con lo trascendental y son los medios electrónicos los que determinan esa situación, pero hace un acertado énfasis al exponer que la vida, o el sentido de la vida, para generar una realidad sólo se hace posible con la actividad motora y no con la verosimilitud representacionalista.

Hansen nos invita a estar conscientes del impacto de estas herramientas tecnológicas. Es importante no dejar de reconocer al poder del cuerpo para abrir el mundo, así como no dejar de considerar el poder de una imagen que puede generar que las coordenadas del cuerpo se confundan. Son reflexiones pertinentes y se acentuaron desde el momento en que inició el encierro que padeció el mundo entero durante la pandemia de 2020. Estamos tan aferrados a los dispositivos, sobre todo desde 2010, con la incorporación a nuestras vidas de los teléfonos celulares inteligentes, que quizá la pandemia nos ha descubierto que ya nos desvinculamos de forma extendida cada vez más de la realidad palpable, para asirnos, de forma consiente e inconsciente, además con exceso y adicción, a lo que vemos y escuchamos en un celular o una computadora.

Como narrador agradezco este tipo de debates y discursos que nos obligan a replantearnos el uso y abuso de los dispositivos, sus consecuencias, el impacto social y psicológico en los individuos, que cada vez son afectados de diversas formas por las constantes y crecientes adaptaciones tecnológicas. De repente pueden preocupar escenarios apocalípticos como los que presenta la ciencia ficción: una humanidad obesa viajando en el espacio como en Wall-E, dilemas morales frente a entidades creadas por el hombre que sean capaces de desarrollar emociones, como en Blade Runner, o una robótica dominante que busque la extinción humana, como en Terminator. Lo cierto es que la imaginación y el sentido crítico siguen siendo motores para crear ficciones que especulen, se adelanten o renieguen de las posibilidades tecnológicas, tanto de las bondades que ofrecen como de sus riesgos. Pienso en un director como David Cronenberg, que en los años ochenta presentó un film llamado The Fly, que presenta a un científico creador de un dispositivo capaz de lograr una teletransportación. Las cosas marchan bien para él hasta que una mosca se cuela en una de las máquinas, lo que provoca que el científico se vaya metamorfoseando en un monstruo con las características de una mosca. Ese discurso fílmico de Cronenberg expone que el desarrollo de tecnologías destinadas al mejoramiento de cualquier proceso no quedo exento de errores en la falta de apreciación de posibles amenazas.

Ahora mismo seguimos discutiendo los efectos que ha conllevado tener clases en línea como consecuencia de la pandemia. Es inevitable reconocer que hay elementos favorables y otros negativos. El medio tecnológico es el que determina nuestra situación, como de forma oportuna y anticipada lo cuestionó Hansen en Bodies in code.

Bibliografía

Hansen, Mark. Bodies in code: Interfaces with digital media. Nueva York: Routledge, 2006. Print

Fernando Percino

Es mexicano y nació en algún momento de los años ochenta; además es licenciado en Administración Pública por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Publicó cuentos en el suplemento cultural *Catedral* del diario *Síntesis*, la novela *Velvet Cabaret* (2015), el libro de cuentos *Lucina* (2016), el libro de crónicas *Diarios de Teca* (2016) y la novela breve *Volk* (2018). Fue miembro del consejo editorial de las revistas: *Chido BUAP* y *Vanguardia: Todas las expresiones*. Fue funcionario público. Actualmente es chofer de UBER y estandupero ocasional.

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