Ensayo
Enero 05, 2024 / Por Fernando Percino
A finales de 2016 presenté mi primer libro en la Casa del Caballero Águila de San Pedro Cholula, se trató de Velvet Cabaret, un texto que había alcanzado cierto éxito mediático en internet gracias a la difusión que tuvo con el blog ERRR Magazine. Me encontraba nervioso: aunque gracias a esa novela yo había alcanzado cierta fama, en realidad era un completo desconocido y tocar las puertas de las instituciones gubernamentales me daba cierto pánico. Sin embargo el gobierno municipal de San Pedro Cholula me recibió bien. Yo estaba tenso el día de la presentación, pero cuando vi que la logística y la organización habían trabajado bien para mi evento, me fui serenando de a poco. Aunque los asistentes llegaron tarde, en sí puedo decir que la presentación fue un éxito y me abrió el camino, me dio seguridad para eventos similares posteriores. Muchos años después se habló mucho en la comunidad cultural de Cholula de aquel funcionario que abrió los espacios públicos para artistas emergentes y promovió eventos culturales como pocas administraciones municipales lo hicieron. Ese joven entusiasta es Michael Bricaire. Cuando platico con otros colegas sobre él, todos coincidimos en lo importante que fue para la comunidad los alcances de su gestión. Años después le volví a agradecer a Mike por abrirme las puertas de la Casa del Caballero Águila, él dijo que no tenía nada que agradecerle, pues era su trabajo, a lo que le respondí que no todos los funcionarios tenían la disposición de abrir esos espacios para los artistas emergentes. Derivado de esas experiencias que tuvo trabajando para el área cultural de San Pedro Cholula, fue que le pedí un espacio en su agenda para hacerle una entrevista.
—Mike, ¿puedes platicar sobre tu trayectoria como gestor cultural desde el ámbito gubernamental?
—Yo empecé en el área de planeación, ahí te das cuenta que muchos funcionarios no dominan el tema, sobre todo en la elaboración de un Plan Municipal de Desarrollo, algo que se tiene que hacer con un diagnóstico con información actualizada. Muchas de esas personas hacían la planeación con datos muy genéricos de Cholula, de lo que viene en el Google o Wikipedia. Les ayudé a conformar ideas, con líneas de acción, con hechos cualitativos y cuantitativos, cuestiones muy técnicas, que pide la ley, lo ideal es que ese Plan no sea tanto texto. Muchas veces sólo hacen copypaste y lo suben así al Periódico Oficial de la Federación. Esa fue mi experiencia inicial, después conocí al director de cultura, yo traía muchos proyectos desde que estaba en la uni, porque me la pasaba haciendo eventos. Le llevé una propuesta, le gustó y la aceptó. Llevamos proyectos para San Pedro y para San Andrés. Uno de nuestros primeros eventos fue hacer una proyección de cine usando el muro de la parroquia del zócalo de San Pedro como una enorme pantalla. Congregamos mucha gente porque hicimos mucha promoción, fuimos de casa en casa pegando carteles. Me pareció un evento muy lindo, eso lo hicimos en 2014. La parroquia era amarilla y como la película era en blanco y negro, ahí proyectamos el film y se vio increíble; la gente disfrutó mucho de Enamorada, una obra además emblemática para Cholula. Del gran impacto, el personal de cultura nos llamó para incorporarnos de lleno en la dependencia. Diseñamos el festival “Qué chula es Cholula” y empezamos a traer personalidades como Natalia Lafourcade, pero también empezamos a difundir presentaciones de artistas locales, que no contaban con un espacio para dar a conocer su arte; incluso artistas de academia, como la UDLA, IBERO, muchos de ellos con larga trayectoria. Apoyamos también a jóvenes que iban creciendo con esas experiencias conjuntas. Lo que nos catapultó bastante fue bajar recursos federales y no depender tanto del presupuesto municipal. Nuestra área era menospreciada al inicio. El dinero del Presupuesto de Egresos de la Federación nos permitió darle mantenimiento a la Casa de la Cultura, que estaba muy descuidada por las administraciones pasadas; también con ese dinero hicimos un festival público como fue el “Vaniloquio”, en aquella ocasión vino Lila Downs , y aunque había festivales como el “Rodará”, del municipio de Puebla, al que le daban más recursos por tener más tiempo activo, sus gastos se veían algo inflados, a diferencia de nosotros que con lo poco que nos daban tratamos de maximizar los recursos. Nuestros festivales se hicieron de mucho prestigio, teníamos mucho marketing, atraíamos mucho turismo y activamos la economía local desde el área de cultura. Tuvimos mucho apoyo del municipio, el presidente en turno, José Juan Espinosa, tuvo que deslindarse del gobernador Rafael Moreno Valle, por un momento coyuntural muy importante: el gobierno estatal traía el conflictivo proyecto del Parque de las Siete Culturas, con el que la gente del pueblo de Cholula no estaba de acuerdo. El presidente hizo bien en distanciarse de aquello para no comprarse un problema político de gran magnitud.
—El gobierno de Moreno Valle hizo mucha represión política para aquellos agentes que no se querían alinear con sus mandatos.
—Así es, tuve compañeros que se fueron al extranjero porque tenían órdenes de aprehensión por todo el problema social que representó el movimiento en contra del Parque de las Siete Culturas. Ahora mismo seguimos pagando las consecuencias del morenovallismo: nos dejó con una deuda pública de una duración de más de cincuenta años. Estamos hablando de un tirano.
—Tú fuiste creciendo durante esa gestión municipal en los puestos de cultura.
—Sí, empecé como auxiliar, luego subdirector y en los últimos momentos de ese gobierno municipal terminé como director. Fui parte del grupo de trabajo que trajo a los inversionistas que instalaron la plaza Explanada en Momoxpan y se logró una gran detonación económica en la zona.
—Mike, conozco a mucha gente que se benefició de una manera saludable con las políticas públicas de tu gestión, yo mismo siempre te agradezco por abrirme las puertas de Casa del Caballero Águila para la presentación de mi primer libro cuando yo era un completo desconocido. Lo sigo siendo, pero quizá un poco menos que en 2016 (risas). Ahora mismo, ¿cómo percibes la dinámica con las políticas culturales en los tres niveles de gobierno y particularmente en los municipios de Cholula y aledaños?
—Noto que en Cholula sí hubo un estancamiento en los últimos años. Se sigue haciendo política cultural, quizá más por insistencia de la ciudadanía que por la intervención directa del gobierno. Durante mi gestión, uno de los mayores logros fue la instauración del Teatro Municipal: crear un foro con esas dimensiones para traer ópera, teatro, grupos musicales y demás es algo que me da mucha satisfacción, porque era muy necesario para la comunidad. Yo todavía continué en la administración que sucedió a la de José Juan Espinosa, pero tuve que salir por cuestiones políticas; yo no estaba de acuerdo en despedir a los 35 maestros de Casa de Cultura que daban los diversos talleres, es decir, llegamos a tener la matrícula más alta del Estado de Puebla para una Casa de Cultura, que fueron 1300 personas, tan sólo las maestras de danza tenían 500 alumnos. Si yo corría a esos docentes, todos los padres familia se me iban a venir encima con su enojo y con justa razón. Cholula es un gran semillero de talentos y queríamos impulsarlos con todo, pero no todas las administraciones tienen un concepto óptimo de lo que implica invertir en cultura. En algún momento, nos vimos superados por la alta demanda de alumnos, nos faltaban espacios, tuvimos que improvisar con varios lugares, y reconozco que a veces no sabes hacer las cosas bien. Nos faltaba experiencia en diversos rubros, esa fue nuestra curva de aprendizaje.
—Es bueno reconocerlo, no nacemos sabiendo todo. Suele pasar con mucha frecuencia, como lo decías al principio, que los gobernantes no sabían hacer cosas básicas como la planeación, pero sí hay agentes de gobierno que tienen interés de aprender y de ir corrigiendo para hacer las cosas bien para, de esta manera, obtener buenos resultados, como ocurrió con la gestión de ustedes. Hay funcionarios que no tienen esa disposición, también hay que decirlo.
—Sí, recibí capacitaciones con la UNESCO, con la Secretaría del Cultura Federal y otras más de Planeación Cultural, es decir, el estar ahí también implicaba que te tenías que formar y hacerte de herramientas que en experiencias previas no tenías.
—Y además, tres años, los habituales para administrar un municipio, resulta poco. Es un lastre histórico.
—Claro, está el tema del sindicalismo, pero eso no asegura tener funcionarios eficientes, porque ellos sólo se cambian la camiseta según el partido, pero no necesariamente se hacen de un compromiso para realizar gestiones que sean óptimas, sirven al gobernante en turno, pero no al pueblo, y no generalizo, pero sí son casos muy frecuentes y pasa en todos los niveles. Por ejemplo, policías muy buenos, entregados a su labor. Esos funcionarios deberían servir de ejemplo a otros, porque también está el contraste de la gente que no se le valora y no se le reconoce el esfuerzo real que hacen por la comunidad. A mí tocó pasar noches enteras en Casa del Caballero Águila y resultado de esas desveladas fue que pudimos bajar los recursos federales para llevar acabo muchas de las actividades más importantes de nuestra gestión, de ahí salió el dinero para el teatro, que no es poca cosa.
—Cuando tu sales del Ayuntamiento y las administraciones que continúan recortan de forma notoria el presupuesto para cultura, sin embargo se creó una sinergia en la comunidad cholulteca, donde la sociedad civil, aunque dejó de tener espacios y eventos auspiciados por el municipio, empezó generar con sus propios medios un amplio espectro de proyectos, que hoy están a la vista del mundo y mucha gente los aprovecha: colectivos ciudadanos que han logrado grandes alcances.
—Así es, yo lo viví estando afuera, que hice un centro cultural. Eran tiempos donde no recibíamos apoyo de nadie, ni del gobernador Barbosa. Tuvimos acercamientos con funcionarios de la Secretaria de Cultura, eran sonrisas y nada más, nos quedó mal en muchos sentidos. La actual administración tiene ya otra disposición y ojalá podamos concretar varias cuestiones que tenemos pendiente de sacar adelante. El estado ahora mismo está rescatando varias líneas importantes, como el Festival Internacional de Puebla. De tu pregunta anterior, también en el caso de la federación rescato su forma de trabajo en colectivo. En su Plan Nacional de Desarrollo no piensan tanto en la capital, que casi se gestiona sola, piensan más en las comunidades de la periferia, programas como Raíces, por ejemplo, van con maestros a comunidades rurales a formar precisamente gente de esa periferia, eso me parece un gran acierto. Ahora mismo yo trabajo con un grupo llamada Cultura Nacional, en la que se llevan proyectos a pueblos de Tabasco, Chiapas y demás; estas gestiones las encabezan Tania Mena y Teresa Zacarías, con ellas estamos trabajando una red nacional de artistas, gestores y demás para presentar a la siguiente administración un Plan Nacional de Desarrollo más orgánico y que exista una extensión de la cultura de forma sana, no de dominación, como históricamente se ha gestionado. Ahora corresponde apelar a la diversidad cultural.
La plática con Mike nos dio espacio para hablar un poco de Casa Tlacuache, un proyecto autogestivo dirigido por Denisse (Pekas) Guerra y Older Escarbajo. Ambos coincidimos que los resultados de este colectivo (que dejará de tener una sede en 2024 y pasará a ser itinerante) son invaluables. Pekas Guerra difundió muchos eventos para infancias, dio espacio para artistas alternativos y emergentes, presentó espectáculos que difícilmente tendrían cabida en instituciones gubernamentales. Casa Tlacuache es un claro ejemplo que haciendo comunidad y sin recursos públicos también se pueden hacer proyectos culturales titánicos.
—Y es que hoy en día el gran movimiento cultural lo tienen los foros independientes, como lo demostró Casa Tlacuache, así mismo Jazzatlán, el Autocinema Cocodrilo, sólo por mencionar algunos. Para que los artistitas de Cholula lleguen a foros nacionales e internacionales es necesario que desde aquí mismo les demos ese impulso. Durante nuestra gestión hicimos convenios con Colombia y Cuba, dejamos esas puertas abiertas. También conviene hacer sociedad con los privados, con las grandes empresas podríamos hacer de Cholula un espacio cultural como lo es, por ejemplo, San Miguel de Allende; tenemos todo para serlo.
De esa manera cerré la charla con Michael Bricaire y me quedé pensando en lo que un gran maestro mío me dijo no hace mucho, respecto a lo que ocurre en estos días: Cholula no tarda en volver a ser la gran capital política y cultural de la región. Lo dijo medio en broma, pero entre broma y broma, la verdad se asoma.
Es mexicano y nació en algún momento de los años ochenta; además es licenciado en Administración Pública por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Publicó cuentos en el suplemento cultural *Catedral* del diario *Síntesis*, la novela *Velvet Cabaret* (2015), el libro de cuentos *Lucina* (2016), el libro de crónicas *Diarios de Teca* (2016) y la novela breve *Volk* (2018). Fue miembro del consejo editorial de las revistas: *Chido BUAP* y *Vanguardia: Todas las expresiones*. Fue funcionario público. Actualmente es chofer de UBER y estandupero ocasional.
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