Ensayo

Oposición crítica frente a un algoritmo voraz

Oposición crítica frente a un algoritmo voraz

Febrero 10, 2023 / Por Fernando Percino

Unos cuatro años atrás escuché en un programa de televisión al crítico cultural Nicolás Alvarado decir que la “alta cultura” y la “cultura popular” estaban cada vez menos separadas, pues había cantantes de música pop introduciendo elementos de la alta cultura en sus composiciones. Este es un fenómeno muy evidente sobre todo en Estados Unidos, donde podemos encontrar bandas que, por ejemplo, fusionen una canción de Hooverphonic con el Lago de los Cisnes, de Tchaikovsky. Aunque hay quienes pensamos que esa división entre lo alto y lo popular sólo son concepciones separatistas que sobran y que la cultura es una sola, con diferentes matices, quizá.

En su ensayo El reino de la hipercultura: cosmopolitismo y civilización occidental, Gilles Lipovetsky hace una un análisis muy agudo sobre el contexto contemporáneo de la cultura. Él considera que hoy día existe una desterritorialización y desorientación en la creación de productos culturales, por lo que es más oportuno hablar de variedades de modernidad que de modernidades múltiples. El aporte crítico de su texto se sustenta en que en la actualidad el éxito está concebido con un notable vacío de ideas. Para las sociedades contemporáneas se ha vuelto más importante consumir, vivir en opulencia, comprar carros de lujo, artículos innecesarios que se ofertan día con día, que crear y reinterpretar la cultura establecida, es por ello que Lipovetski considera que son momentos donde estamos contemplando el fin de los simbolismos. Los políticos son cada vez menos populares y ya no son ejemplos a seguir, como sí lo son los divos emergentes: modelos, deportistas, actrices y actores del cine y la televisión; algo que en días más cercanos serían los youtubers o los influencers, todo ello en un mundo hipercomercial globalizado en el que la cultura ya está al servicio de la frivolidad. Aunque las desigualdades sociales permanecen y se evidencian más. Lipovetski no encuentra en los actores sociales disposición para crear criterios de reflexión y acción que vayan a permitir una sociedad frugal, pero sí un hiperconsumismo sostenible.

En los actuales criterios, la producción y distribución de bienes culturales hay manipulaciones evidentes de inversión, publicidad, medios de masas, renovación de productos, concentración del éxito: como sucede con empresas como Amazon, que no sólo ostentan un capital económico descomunal, también le permiten a sus consumidores disponer de una oferta a manos llenas de un sinfín de ítems que incitan a este consumo desmedido.

En la televisión y el cine se promueven narrativas que enaltecen la autorrealización. De forma extraña y ambigua, ese culto a la individualización contiene también un discurso de sentimiento comunitario, quizá de ahí la emergente promoción de una economía sustentable y protectora del medio ambiente.

Lipovetski establece que a pesar de toda la vorágine de consumo y vacío de ideas, no hay individuos sin vínculos culturales, es por eso que se dan manifestaciones religiosas complementarias, simbióticas o en defensa de una identidad. Crecen los casos de occidentales que se suman al budismo, como de orientales que se mudan al catolicismo o de individuos de otras latitudes que dejan la religión predominante de sus países para buscar respuestas en otros contextos.

Otro aspecto importante que discute Lipovetsky es que la producción cultural ya no se concentra en Occidente. Países como China, Japón o la India ya compiten al mismo nivel económico y creativo con productos culturales que no se desprenden de su identidad y dialogan con el actual entorno globalizado para ingresar de forma seductora a los mercados occidentales.

Con esos referentes de diversidad que se están dando en el mundo, Lipovetski aboga por las potencias de lo imaginario y el poder creativo para crear resistencia a las monstruosidades del consumo vacío, sin ideas.

 

Hace poco vi y escuché en un canal de Youtube un debate entre un promotor de coaching y un youtuber con afinidad a lecturas filosóficas. La crítica del máster en negocios a su oponente fue que este último no debía de considerar a la práctica de la mercadotecnia como algo vacío y que vende basura. El entusiasta lector de filosofía le explicó al promotor de coaching que era peligroso no saber diferenciar entre las ideas y los hechos, dado que la mercadotecnia sólo trabaja con ideas y que esas ideas no siempre empatan con una realidad inmediata. El debate que se dio fue propio de mucha de la crítica que Lipovetski expone en su ensayo, la confrontación de un individuo que promueve ese consumo desmedido porque es su natural forma de subsistencia, con base en un éxito de ideas vacías, contra otro que con dialéctica y su capital cultural defendió una identidad que empata con el potencial creativo como resistencia, en un mundo donde son los algoritmos que poseen las grandes corporaciones los que buscan someternos a ser consumidores obedientes, antes que entidades pensantes.

 

Bibliografía

Lipovetsky, Gilles. “El reino de la hipercultura: cosmopolitismo y civilización occidental.”

El occidente globalizado. Barcelona: Anagrama, 2011. 11-102.

Fernando Percino

Es mexicano y nació en algún momento de los años ochenta; además es licenciado en Administración Pública por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Publicó cuentos en el suplemento cultural *Catedral* del diario *Síntesis*, la novela *Velvet Cabaret* (2015), el libro de cuentos *Lucina* (2016), el libro de crónicas *Diarios de Teca* (2016) y la novela breve *Volk* (2018). Fue miembro del consejo editorial de las revistas: *Chido BUAP* y *Vanguardia: Todas las expresiones*. Fue funcionario público. Actualmente es chofer de UBER y estandupero ocasional.

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