Ubú
Octubre 29, 2021 / Por Ismael Ledesma Mateos
Mucho revuelo han provocado los comentarios del presidente Andrés Manuel López Obrador, quién señaló que durante el periodo neoliberal la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) se volvió individualista y defensora de proyectos de dicho sistema.
“Fue mucho tiempo de atraso, de saqueo; además de manipulación. Fue muchísimo tiempo, afectaron a dos generaciones. En las universidades públicas, hasta la UNAM se volvió individualista, defensora de estos proyectos neoliberales. Perdió su esencia de formación de cuadros, de profesionales para servirle al pueblo”.
En una de sus conferencias matutinas comentó que de la máxima casa de estudios ya no salen economistas ni sociólogos ni politólogos ni abogados que busquen defender y servir al pueblo. “Ya no hay Derecho Constitucional, ¿y el Derecho Agrario? Es historia ¿El Derecho Laboral? Todo es Mercantil, Civil, Penal. Todo es esto [ahí, hizo una señal de dinero]. Entonces, sí fue un proceso de decadencia”. El mandatario señaló que afortunadamente tiene la oportunidad de sentar y consumar la Cuarta Transformación para modificar todo, pues dijo que es un proceso que se tiene que ir dando poco a poco. “Se tiene esta oportunidad de sentar las bases de la transformación y sí es posible consumar la Cuarta Transformación, pero es un proceso. Tiene uno que remar contra la corriente”, comentó. (Con información de Forbes México, 21 octubre de 2021).
Se trata de un punto de vista que debe ser tomado en cuenta, analizado y debatido, digno de una reflexión profunda sobre la situación de la máxima casa de estudios de la nación, aunque creo que fue expresado de manera imprudente y en un mal momento, cuando toda la atención del aparato del Estado debe centrarse en la reforma eléctrica y no dar pie a los ataques de comentócratas y opinócratas, que no dejan pasar oportunidad para atacar al régimen, ahora saliendo en defensa de una universidad que siempre han denostado y despreciado. La derecha en todo el mundo es enemiga de la educación pública, pero ahora, ante un comentario crítico del mandatario, reaccionan con vehemencia.
A este respecto, el embajador de México ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y ex rector de la UNAM, Juan Ramón de la Fuente, señaló que la máxima casa de estudios es un espacio de pensamiento plural. En entrevista para el diario El Universal, el funcionario señaló que en la UNAM caben la crítica, la autocrítica y todas las ideas. “El espíritu crítico forma parte de la naturaleza de la Universidad. De hecho, revisar periódicamente, con ojo crítico y autocrítico, lo que hacemos o dejamos de hacer los universitarios, es una práctica frecuente que no debe abandonarse. La crítica se cultiva en todas las universidades públicas y en los espacios académicos de casi todo el mundo”.
Por su parte el presidente afirmó: “La crítica al neoliberalismo no surgió de la UNAM. De todas las atrocidades que se cometieron, del saqueo del país, el saqueo más grande en la historia de México, y que la universidad no haya tenido un papel determinante, al contrario, muchísimos intelectuales, académicos de la UNAM, se dedicaron a legitimar la privatización, Salinas los cooptó a casi todos”.
Por su parte, la UNAM, en un comunicado oficial, aseguró que siempre ha sido respetuosa de las distintas ideologías, corrientes del pensamiento, posiciones políticas y opiniones expresadas por integrantes de su comunidad, de sus egresados o por cualquier persona, manifestaciones que “son parte de las libertades y del espíritu crítico que se cultiva en los espacios universitarios y que tienen soporte en la autonomía y la democracia. Gracias a esto, la Universidad sirve a la nación con un compromiso social en permanente transformación. Así ha ocurrido durante años, con millones de profesionistas formados con responsabilidad social mediante planes y programas de estudio que son actualizados por órganos colegiados internos, en donde convergen y se enriquecen la pluralidad de voces y la diversidad ideológica”.
La expresión “respetuosa de distintas ideologías”, o bien “pluralidad de voces y diversidad ideológica”, implica una visión de la ideología que puede considerarse incorrecta desde algunas posiciones filosóficas, donde se presenta como algo opuesto a la verdad —idea que yo sostengo—. De hecho, para mí es un término despectivo, por ejemplo en una discusión donde uno descalifica al adversario, diciendo “eso es pura ideología”. De acuerdo con la concepción marxiana, ideología es consciencia distorsionada de la realidad —Marx dice “invertida”—, pero independientemente de matices, es una toma de postura opuesta al saber y a la ciencia. Pero más allá de debates epistemológicos, una realidad es que la UNAM ha utilizado el argumento del “pluralismo ideológico” como una manera de enmascarar una toma de posición de derecha.
Entender la UNAM hoy y siempre implica un conocimiento de su historia, de cómo se da la obtención de la autonomía y el tránsito de Universidad Nacional de México a Universidad Nacional Autónoma de México en 1929 y cómo, en este proceso, las fuerzas reaccionarias y de derecha tienen un papel preponderante. Durante el gobierno del General Lázaro Cárdenas la UNAM fue adversa al régimen y evitó cooperar con él, al extremo de que se pensó en cerrarla. No obstante, los asesores intelectuales de Cárdenas tuvieron una mejor idea, algo genial, crear una universidad del Estado: el Instituto Politécnico Nacional, que sí colaboraría con los proyectos encaminados, como su lema lo dice, a poner “La técnica al servicio de la patria”.
Tendríamos que hacer un análisis, gobierno tras gobierno, para ver las posiciones de la UNAM en relación con ellos. No olvidemos que el primer presidente civil en el México postrevolucionario fue un abogado universitario, Miguel Alemán Valdés, quien creó la ciudad universitaria e inauguró el predominio de una élite universitaria crucial para la consolidación del poder del Partido Revolucionario Institucional (PRI). El vínculo entre la UNAM y el gobierno fue indisoluble hasta el momento en que hizo crisis al darse el movimiento estudiantil de 1968, donde podría decirse que numerosos universitarios —que no todos— tomaron “consciencia de clase” y se rebelaron en contra del poder autoritario. A partir de 1968, la UNAM cambió y, aunado a la masificación, hubo profundas transformaciones en las estructuras curriculares, en los planes de estudio y formas de enseñanza.
Luego del rectorado de Javier Barros Sierra, que apoyó al movimiento estudiantil, la rectoría fue ocupada por Pablo González Casanova, un científico social con una gran visión de futuro, que concibió el proyecto de una nueva forma de bachillerato, el Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH), así como la desconcentración de la universidad, planeando la creación de la unidades periféricas, las Escuelas Nacionales de Estudios Profesionales (ENEPs, ahora Facultades de Estudios Superiores, FES), lo que permitió ampliar la cobertura tanto en enseñanza como en la investigación.
No obstante, la derecha volvió a tomar el control de la UNAM y la salida forzada —mejor dicho derrocamiento— del rector González Casanova colocó en la rectoría al gran científico, eminente bioquímico, Guillermo Soberón Acevedo, hombre de derecha y afín al PRI. Figura trascendental en la investigación mexicana, fue un vehemente enemigo del sindicalismo universitario, buscando poner en marcha el apartado “C” del artículo 123 constitucional para impedir el derecho de huelga de los trabajadores universitarios. A partir de ese rectorado se buscó mermar las posiciones de izquierda y hacer una UNAM a modo con los regímenes priístas.
En ese periodo se buscó impedir que un sindicato de izquierda tuviera la titularidad del contrato colectivo de los trabajadores académicos, y para ello se formó el sindicato blanco Asociaciones Autónomas del Personal Académico de la UNAM (AAPAUNAM), que hasta la fecha detenta el contrato y está al servicio de las autoridades universitarias. Recuerdo un cartel de esa época, que por ahí tengo, que tenía la leyenda: “el pluralismo ideológico, esencia de la universidad”, con imágenes de diferentes filósofos —como Hegel—, lo cual es un recurso ideológico contra la izquierda y el marxismo. Se trata de una declaración tácita de oposición a una orientación peligrosa. Que la universidad no sea marxista, sino plural, aunque su pluralismo es una visión de derecha, lo cual se da cuando algunas universidades del país se posicionaron a la izquierda, por ejemplo, la Universidad Autónoma de Puebla, con su proyecto de Universidad Crítica, Democrática y Popular, enarbolado por el rector Luis Rivera Terrazas, un gran científico, un astrónomo comunista.
A pesar de todo ello, un momento de estremecimiento para las visiones burocráticas y autoritarias de la UNAM fue el documento elaborado por el rector Jorge Carpizo Mc Gregor, titulado “Fortaleza y debilidad de la UNAM”, donde hace un análisis de la situación que prevalecía en la institución en ese momento. Algo parecido debería hacerse ahora, donde es crucial una evaluación rigurosa, de ninguna manera basada en los esquemas tecnocráticos de puntajes y “puntitos”, sino algo fundamentado en diagnósticos que permitan tomar decisiones para transformar a la universidad. La huelga estudiantil de 1999 fue un ejemplo de cómo los universitarios organizados pueden luchar por mantener una universidad que reivindique lo más altos valores del saber y la cultura, en un régimen de libertad y autonomía.
Yo creo que, en efecto, la ideología neoliberal permeó a la universidad, incorporando conceptos aberrantes como el de la “globalización”, tomada como categoría absoluta, o el “mercado laboral”, que se repiten en las disertaciones institucionales, que dejan ver un discurso donde el neoliberalismo está presente. No obstante, el criticar todo ello es algo que nos corresponde a los universitarios, no a este gobierno ni a ningún otro. Creo que lo dicho por el presidente debe ser tomado como una llamada de atención para fortalecer a la UNAM y no como un ataque, y debe conducirnos a la discusión, tendiente a la eliminación de estructuras anquilosadas como la “Junta de Gobierno”, encarnación de un elitismo autoritario, y a modificar los procesos de elección de Rector y Directores, que son anacrónicos y corresponden a una realidad que no es la del mundo actual, un mecanismo antidemocrático, con consultas en la mayoría de los casos simuladas, que no reflejan el debate de ideas y proyectos de cara a sus comunidades. En consecuencia, es sin duda urgente una nueva Ley Orgánica de la UNAM, lo cual aterra a los reaccionarios, defensores del status quo.
Creo que todas estas ideas molestarían al Padre Ubú, que hubiera anhelado una universidad autoritaria y despótica, sin libre discusión de las ideas, y solo sumisión, como ha pasado en nuestro país por muchos años. Pero el México contemporáneo no es el reino de Ubú y la universidad, en este caso la UNAM, debe ser un garante de la transformación necesaria, evitando las ideologías acordes a la explotación y la desigualdad, basada en la verdad y el conocimiento.
¡Vamos a interrumpir aquí!
Biólogo (UNAM), Maestro en Ciencias en Bioquímica (CINVESTAV), Doctor en Ciencias (UNAM), Premio a la mejor tesis doctoral en ciencias sociales en el área de historia por la Academia Mexicana de Ciencias (1999), Postdoctorado en el Centro de Sociología de la Innovación de la Escuela Nacional Superior de Minas de París, Francia. Director fundador de la Escuela de Biología de la UAP, Presidente de la Sociedad Mexicana de Historia de la Ciencia y de la Tecnología A.C (SMHCT) (2008-2014), profesor-investigador de la FES Iztacala de la UNAM.
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