Ubú
Septiembre 17, 2021 / Por Ismael Ledesma Mateos
México es un país que siempre ha estado dividido con etapas paradójicas donde han imperado visiones distintas y antagónicas. Esto se ha vivido desde la época colonial, en el México independiente, durante la guerra de Reforma, con la intervención francesa, en el porfiriato, con la revolución, en los periodos revolucionarios y hasta la actualidad. Pasamos un periodo donde las contradicciones se muestran con gran agudeza ante un gobierno que ha emprendido un proyecto de transformación de grandes alcances, a lo que la derecha se opone de manera radical.
En estos días, el presidente ha colocado en el terreno de la discusión y el debate cuestiones cruciales para la historia del país: Una de ellas, la caída de Tenochtitlán, con particulares posturas acordes a su visión particular de ver la historia.Tal como apareció en una nota de El País (Camila Osorio,13 de agosto 2021): El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, conmemoró el viernes 13 de agosto 500 años desde la caída del imperio mexica, también conocido como azteca, con una disculpa. “Ofrecemos perdón a las víctimas de la catástrofe originada por la ocupación militar española de Mesoamérica y del resto del territorio de la actual república mexicana”, dijo al principio de su discurso, ofrecido en el zócalo capitalino frente a una enorme maqueta implantada en el centro que reconstruye el antiguo Templo Mayor mexica.
El evento de gran importancia fue organizado por la presidencia para recordar 500 años desde la caída del imperio mexica en 1521, y 200 años desde la independencia en 1821, todos enmarcados bajo el lema “500 años de resistencia indígena”. En su discurso de hoy, López Obrador quiso dar su propia visión del evento que ocurrió hace medio milenio.
“Considero ofensivo volver a la vieja polémica de que los originarios de Mesoamérica eran bárbaros”, dijo el presidente, criticando a los narradores que justificaron la colonización diciendo que los mexicas hacían sacrificios humanos con sus enemigos y que, como bárbaros, debían ser destruidos. Para justificar que esa visión colonial no ha desaparecido del todo, citó una entrevista reciente al profesor argentino Marcelo Gullo —a quien el presidente calificó como “pro-monárquico”— en la que este dice: “España no conquistó América; España liberó América. Por eso, Hernán Cortés aglutinó a 110 naciones mexicanas que vivían oprimidas por la tiranía antropófaga de los aztecas y que lucharon con él”.
En otra nota de El Mundo (Pablo Sánchez Olmos,13 de agosto 2021) se dice: “AMLO ha confesado que ‘no es fácil realizar un análisis objetivo de la ocupación militar y la colonización’ porque hay pocas ‘fuentes primarias’ de los pueblos originarios, mientras que las españolas ‘tienden a justificar la invasión en nombre de la libertad, la fe, la superioridad racial o de la civilización’. El 13 de agosto de 1521, las fuerzas lideradas por Hernán Cortés e integradas por 400 soldados españoles y cerca de 200,000 nativos enemistados con los mexicas, culminaron la conquista de la capital azteca tras 80 días de asedio. López Obrador no ha ocultado esa realidad, pero sostiene que ‘estos gestos no deben servir para justificar las matanzas llevadas a cabo por los conquistadores, ni resta importancia a la riqueza cultural de los vencidos’.”
Independientemente de mi simpatía y apoyo al presidente, no coincido con su visión de esta etapa de la historia. Me parece sesgado no ver este acontecimiento con la frialdad que debe abordarse, de igual forma que la derecha española justifica la conquista con argumentos inaceptables, como los mencionados en el párrafo anterior. El partido de ultraderecha Vox dijo este viernes que su país “logró liberar a millones de personas del régimen sanguinario y de terror de los aztecas”, en alusión de la conmemoración de los 500 años de la resistencia indígena en México. En realidad, Cortés no era un genio militar, aunque sí un magnífico negociador gracias a la Malinche —que es quien hablaba los idiomas necesarios para negociar con los enemigos de los mexicas— y eso permitió la alianza con los tlaxcaltecas, que fueron los artífices de la caída de Tenochtitlan, ayudados por los españoles y no al revés.
Esta es una historia lejana para el Padre Ubú, que no requirió complejas alianzas para apoderarse del reino que gobernó por un tiempo, pero si hubiera conocido una historia como la de México, el rey legítimo no podría regresar al poder, y Ubú no habría tenido que dejar ese reino.
¡Vamos a interrumpir aquí!
Biólogo (UNAM), Maestro en Ciencias en Bioquímica (CINVESTAV), Doctor en Ciencias (UNAM), Premio a la mejor tesis doctoral en ciencias sociales en el área de historia por la Academia Mexicana de Ciencias (1999), Postdoctorado en el Centro de Sociología de la Innovación de la Escuela Nacional Superior de Minas de París, Francia. Director fundador de la Escuela de Biología de la UAP, Presidente de la Sociedad Mexicana de Historia de la Ciencia y de la Tecnología A.C (SMHCT) (2008-2014), profesor-investigador de la FES Iztacala de la UNAM.
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