Ubú

El color del privilegio

El color del privilegio

Enero 06, 2021 / Por Ismael Ledesma Mateos

He leído el magnífico libro de Hernán Gómez Bruera, El Color del privilegio. El racismo cotidiano en México (Planeta, 2020), que aborda con rigor y seriedad un problema digno de discusión en nuestro país y en todo el mundo. Yo leí a Hernán por primera vez en El Universal y actualmente lo veo casi todos los días en su programa “El octágono”, en el canal de televisión “La Octava”, en 8.1.

Es profesor-investigador del Instituto Mora, analista político, internacionalista y especialista en América Latina. Miembro del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (COMEXI) e integrante del Grupo de Puebla en calidad de observador, ha sido profesor del CIDE y de la Universidad Iberoamericana, además de consultor de organismos internacionales como la FAO, la CEPAL y el Banco Mundial en temas de pobreza, desigualdad y derechos humanos. Fue Jefe de la Unidad de Desarrollo Social de CEPAL, en México, y Coordinador de Asesores de la presidencia del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred).

Es doctor en Desarrollo por el Institute of Development Studies de la Universidad de Sussex, maestro en Relaciones Internacionales por la Universidad de Amsterdam y licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública por la UNAM. Ha publicado Lula, el PT y el Dilema de la Gobernabilidad en Brasil (Routledge, Nueva York y Fondo de Cultura Económica, México); Hambre y derecho a la alimentación: La agenda 2030 en Centroamérica la República Dominicana (CEPAL, México); Desde el Sur (Altamira, Buenos Aires), Conversaciones sobre el Hambre: Derecho a la alimentación en el Brasil de Lula (CEDRSSA, México). Es, sin duda, un ejemplo de intelectual comprometido con las causas que aquejan a nuestro país, a América Latina y estudioso de la desigualdad.

Y pongo estos datos curriculares porque creo que es muy importante saber a quién está uno leyendo, o quién te está dando clase en la escuela. No vaya a ser un charlatán como los que abundan. De hecho, en todos mis cursos me presento en detalle y luego pido a los alumnos que me escriban su trayectoria, dónde estudiaron desde la primaria y expliquen las razones por las que escogieron la carrera de biólogo en la UNAM, donde trabajo. Por lo que escucho de Hernán y he leído de él me parece alguien plenamente confiable, y este libro lo demuestra. Un intelectual que tiene mucho que contribuir al México que tratamos de reconstruir, ¡cosa nada fácil!

Como escribe en la presentación de su libro: “Eres un racista. Sí, tú. Lo eres tú y lo soy yo. Lo somos todos. Ya va siendo hora de que dejemos de engañarnos a nosotros mismos porque todos tenemos, en mayor o menor medida, algo de racistas”. En esa declaración, Hernán Gómez Bruera inicia esta obra que irrumpe en el diálogo actual sobre una de las problemáticas más acuciosas de la sociedad mexicana: el racismo y el clasismo. “A través de una investigación bien documentada y mediante el análisis de ejemplos recientes, declaraciones de personajes de la vida pública y entrevistas, Gómez Bruera desentraña la estructura social y económica de un sistema que brinda ventajas a un sector de la población; al tiempo que discrimina y segrega a otro. A la par, el autor devela los mecanismos de exclusión, a través de los cuales el tono de la piel y otros rasgos físicos determinan las oportunidades a las que podemos acceder. Con un tono incisivo y provocador, este ensayo analiza lo que yace detrás de nuestras costumbres, chistes, películas, programas de televisión, revistas y lenguaje en redes sociales para identificar un mal que debemos erradicar de nuestra sociedad: el racismo nuestro de cada día”.

Y bueno, una de las temáticas más importantes de la sociología y la antropología social es precisamente la de “la exclusión”, que es fundamental para la materia que imparto en la UNAM: “Sociología de la profesión de biólogo”, donde enfatizo el problema de la exclusión como algo crucial en la vida académica y profesional, donde no sólo nos encontramos con el racismo, sino también con el clasismo y el sexismo, donde podemos preguntarnos –para ponernos en el nivel más elevado de la academia en nuestro país– ¿cuántas mujeres son miembros de El Colegio Nacional? ¿No atacarán ferozmente a la Directora General del CONACYT por el hecho de ser bióloga y mujer? En las profesiones, la discriminación es brutal y la exclusión es un fenómeno que siempre debe considerarse.

En el capítulo uno, el autor escribe: “al realizar un estudio antropológico sobre el racismo, Eugenia Iturriaga presentó a un grupo de estudiantes de preparatoria en una escuela privada una serie de fotografías y les pidió imaginar sus historias de vida. El patrón que encontró fue más que consistente: siempre que aparecían personajes de tez clara, los jóvenes pensaban en bienestar económico, carreras exitosas, estudios universitarios, refinamiento cultural y gusto por el arte y la lectura. En cambio, cuando aparecían sujetos de tez morena, los estudiantes asociaron los perfiles que la antropóloga les presentaba a pobreza, alcoholismo, violencia y, evidentemente, empleos mal remunerados.

”Pero lo más revelador llegó cuanto Iturriaga les mostró una fotografía de un artista plástico de origen zapoteco (Francisco Toledo)… la ignorancia de los muchachos, incapaces de identificar a una de las grandes figuras de la cultura y las artes en México, se puso de manifiesto: uno de ellos dijo que era un hombre que se había vuelto alcohólico y había perdido su casa y su familia; una aseveró que se trataba de un pepenador de basura. Otros más imaginaron que era bolero o vendedor de esquites. ‘Ese señor es un vago, vele la cara’, apuntó con toda seguridad una de las participantes. ‘Más bien tiene cara de hacer algún trabajo agrícola’, señaló otra. Algún estudiante más intervino para asegurar: ‘es un señor raro, se ve que fuma mucho y no creo que sea pobre, más bien se dedica a las matemáticas, a la literatura o a la pintura’. Ante ello, un joven contestó: ‘pues si se dedica a la literatura seguro que nunca ha logrado publicar algo, por eso su cara de frustración’.

”Para aproximarse al verdadero personaje, al artista oaxaqueño en el que el lector tal vez ya esté pensando, la antropóloga preguntó a los alumnos si creían que se trataba de una persona culta. ‘Claro que no, ese señor es un pescador’; ‘no, es un jardinero’; ‘no, vende artesanías’, fueron algunas de las respuestas. Uno más agregó: ‘es el típico señor que te encuentras en las ruinas y te platica todo’. ‘Sí, típico que lo ves y agarras a tu hija, pero después te das cuenta que es muy amable y culto’. ‘Es un pintor ¿no es Toledo?’ dijo al final un joven, al que a pesar nadie secundó. ‘Parece loco’, gritó una de sus compañeras. ‘Da miedo’; ‘es el changoleón que sale con Facundo’; ‘sí, es igualito al changoleón’, dijo uno más, antes de que el resto rompiera en risas”.

Aquí da cuenta de una realidad inexorable, pero sí, en México se discrimina mayoritariamente a la gente con tez morena, también se discrimina a los blancos, a quienes tuvieran ascendencia española o judía. El autor acierta en considerar que el racismo está presente en nuestro país. Es algo innegable, como ocurre –yo pensaría–en la mayor parte del mundo. Por ejemplo, en Francia y en Holanda los discriminados son los españoles o portugueses. Y no tendría espacio para detallar tantos ejemplos que me ha tocado conocer de manera directa.

El abordaje de Hernán es de gran valor para la sociología de nuestro tiempo, donde incluso se llega a denostar a nuestro Presidente por su mala dicción y su origen tabasqueño, aunque no sea moreno, aunque Morena sea el partido que fundó, (seguramente pensando en la virgen de Guadalupe, que es morena, y “la regeneración”, que fue el título del periódico de los hermanos Flores Magón, así como la idea central de la tercera república francesa en contra del imperio de Napoleón III), pero para los derechistas, nunca dejará de ser un “naco” que se tardó en titularse de licenciatura, aunque no haya leído su tesis, que en verdad es de gran calidad académica y de rigor histórico.

El padre Ubú, por no pertenecer a la realeza de su reino imaginario, hubiera sido considerado un plebeyo, un “naco” en el sentido mexicano, aunque con su autoritarismo demencial les hubiera aplicado a sus detractores palitoques en las onejas y el uso de las tenazas de descerebración, aunque no tuvo necesidad de ello. Pero la discriminación existe y es un flagelo para la humanidad.

¡Vamos a interrumpir aquí!









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Ismael Ledesma Mateos

Biólogo (UNAM), Maestro en Ciencias en Bioquímica (CINVESTAV), Doctor en Ciencias (UNAM), Premio a la mejor tesis doctoral en ciencias sociales en el área de historia por la Academia Mexicana de Ciencias (1999), Postdoctorado en el Centro de Sociología de la Innovación de la Escuela Nacional Superior de Minas de París, Francia. Director fundador de la Escuela de Biología de la UAP, Presidente de la Sociedad Mexicana de Historia de la Ciencia y de la Tecnología A.C (SMHCT) (2008-2014), profesor-investigador de la FES Iztacala de la UNAM.

Ismael Ledesma Mateos
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