Ubú

El discurso histórico presidencial

 El discurso histórico presidencial

Agosto 05, 2022 / Por Ismael Ledesma Mateos

Imagen de portada: Detalle del mural "Juárez, símbolo de la República" de Antonio González Orozco

 

Casi a diario, al despertar, veo y escucho en la televisión la conferencia matutina del presidente Andrés Manuel López Obrador. Hay ocasiones que realmente no me motiva y me parece monótona, como los lunes —cuando el Procurador Federal del Consumidor da los precios de los combustibles— o los martes —cuando se abordan temas de salud, con muchas cifras sobre el estado de la pandemia, que dan flojera—. El miércoles me encanta la sección de “Quien es quien en las mentiras de la semana”, con Ana Elizabeth García Vilchis, que, aunque habla y lee mal, dice cosas interesantes y correctas, aunque creo que se queda corta, pues hay muchas más mentiras que refutar. Pero lo que sí es a veces muy interesante y divertido es la sección de preguntas y respuestas, donde con frecuencia preguntan estupideces, pero en otras ocasiones cosas muy interesantes.

Como escribió Javier Ortiz de Montellano (Digital Mex, 15 de abril de 2021): “La Conferencia de Prensa del presidente Andrés Manuel López Obrador puede analizarse en los términos que el filósofo Vilém Flusser utilizaba para definir los fenómenos de la comunicación actual. En este sentido, puede decirse que la Conferencia de ‘Prensa’, conocida coloquialmente como ‘La Mañanera’, es un fenómeno comunicativo que aplica estrategias para producir y acumular nueva información mediante la presentación de hechos históricos y datos ‘objetivos’ y diálogos intersubjetivos, a modo de preguntas y respuestas de reporteros y representantes de otros medios de comunicación acreditados de los medios digitales y retransmitida nacionalmente principalmente por televisión y como noticias en radio y prensa y como comentarios a favor o en contra en redes digitales como YouTube, Twitter, etc.

”Según Flusser, hay dos tipos de diálogo cuya característica es la responsabilidad por la apertura a respuestas ante las preguntas, en que se habla con otros, por ejemplo, en forma circular (tipo mesa redonda, Parlamento) o en red (opinión pública). Y hay cuatro clases de formas de discursos: 1. Teatrales (conferencias, conciertos), 2. Piramidales (Iglesia, Ejército), 3. En forma especializada de Árbol (ciencias, artes) y 4. Anfiteatro (radio, prensa, tv). “La Mañanera”, que habitualmente se conduce desde Palacio Nacional, aunque es ocasionalmente itinerante pues se transmite desde los lugares en que se realizan las giras presidenciales, es esencialmente una transmisión nacional del Ejecutivo del Gobierno Federal, que invita a otros poderes del Legislativo y Judicial, así como a representantes de la sociedad, a ofrecer información sobre asuntos relevantes y participar en el diálogo así concebido. Podríamos definirla como una mezcla de diálogos y formas discursivas”.

Pero entre las cosas más dignas de resaltar es cuando AMLO aprovecha la menor oportunidad, aunque la pregunta del reportero no tenga nada que ver con eso, para dar una verdadera clase de historia, con una visión que me recuerda la historia oficial que aprendí en la primaria con los extraordinarios libros de texto gratuitos del sexenio de Adolfo López Mateos. Sin embargo, a lo largo de los años y como consecuencia de mi formación llegué a la conclusión que esa versión de la historia no es la adecuada. Si lo vemos históricamente, tuvo una función primordial para la consolidación del régimen, para dar una identidad a los mexicanos y eso tenía una función social y política primordial, pero en otras condiciones y con otros marcos analíticos eso cambia.

Es una historia que es parte de la “historia de bronce” (Luis González y González) o la “historia Whig” (Herbert Butterfield), con héroes y villanos, donde se plantea que “fuimos” víctimas de la invasión española llamada conquista —cuando en realidad eso ocurrió cuando México no existía y los mexicanos tampoco— o que Benito Juárez es un prócer maravilloso, lo cual es alejado de la realidad, aunque eso no demerita su papel extraordinario en nuestra historia, pero que se presenta como opuesto al “malévolo” Porfirio Díaz, que en realidad fue el artífice del culto a Juárez, como lo prueba el majestuoso hemiciclo en su honor ubicado en la Alameda Central de la CDMX.

En ese discurso, el villano Díaz en un ejemplo de lo que el presidente llama “conservadurismo”, cuando es algo inexacto, pues hay varias etapas en el porfiriato y en sus inicios imperó el liberalismo y la masonería. Y en efecto, devino en conservador al final de su largo gobierno, lo que condujo al estallido de la Revolución. Pero un grave exceso es confundir, mejor dicho, asimilar al neoliberalismo con el porfirismo, llegándolo a llamar “neoporfirismo”. Mi abuelo Vicente A. Mateos, combatió al porfiriato, participó con los hermanos Serdán y fue General de la Revolución, pero eso no me lleva a pensar que todo el porfiriato fue monstruoso, como sí lo fue la última etapa de su régimen, en la que Díaz incluso abjuró de la masonería por la influencia de su abyecta esposa. Por eso la historia se analiza con datos y no puede caer en simplificaciones ideológicas.

Hablar de “conservadurismo” y “conservadores” en pleno siglo XXI me parece un exceso. Los enemigos de López Obrador y de la llamada 4T tienen un nombre: son “derechistas”, es la “derecha”, la “reacción”. No entiendo ese eufemismo que nos remonta al siglo XIX. Creo que a las cosas hay que llamarlas por su nombre, y enfrentamos una derecha feroz, que no puede soportar que México, con aciertos y errores, ha emprendido un camino hacia la transformación. Por ello no tengo una discrepancia política con el gobierno de AMLO, pero sí con su discurso histórico, que es entendible si analizamos su biografía personal. Creo que, por ello, para consolidar el nuevo régimen, la crítica debe ser indispensable, con seriedad y rigor, cercando el paso a las vociferías panfletarias.

El Padre Ubú no fue víctima de ataques cruentos de una prensa adversa, pues no existía en su reino y tampoco tenía una idea clara de la historia, también ninguna idea, y por ello su gobierno fue un fracaso y efímero, pues solo pensaba en las finanzas.

 

¡Vamos a interrumpir aquí!

 

                                                                               [email protected]

Ismael Ledesma Mateos

Biólogo (UNAM), Maestro en Ciencias en Bioquímica (CINVESTAV), Doctor en Ciencias (UNAM), Premio a la mejor tesis doctoral en ciencias sociales en el área de historia por la Academia Mexicana de Ciencias (1999), Postdoctorado en el Centro de Sociología de la Innovación de la Escuela Nacional Superior de Minas de París, Francia. Director fundador de la Escuela de Biología de la UAP, Presidente de la Sociedad Mexicana de Historia de la Ciencia y de la Tecnología A.C (SMHCT) (2008-2014), profesor-investigador de la FES Iztacala de la UNAM.

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