Ubú
Junio 25, 2021 / Por Ismael Ledesma Mateos
Toda mi vida he sido partidario de los movimientos y las movilizaciones estudiantiles. De hecho, participé en ellas en mi juventud. Me parece algo muy formativo que debe ir de la mano con la vida académica. Cuando ocurrió la huelga en la UNAM, en 1999, yo apoyé a los estudiantes, me opuse a las clases extramuros y escribí a favor de ella, tratando de analizar la problemática que la desencadenó. Se trataba de una acción de protesta ante el intento de aplicar medidas absurdas y arbitrarias por parte de la rectoría de Francisco Barnés de Castro, como parte de un proyecto que iniciaría con los estudiantes y luego continuaría con los profesores y los trabajadores administrativos. Esa huelga, manipulada por el gobierno, en realidad no fracasó y, a diferencia de lo que algunos pensaron, fue victoriosa y salvó a la UNAM de caer en una normalidad derechizante y privatizadora.
Lo que ocurre actualmente en la universidad es muy diferente. En marzo de 2020, en plena pandemia con COVID-19, a poco tiempo de iniciado el semestre de manera virtual, en la Facultad de Ciencias inició un paro por apoyo a los profesores ayudantes y de asignatura (los que cobran por horas y no tienen plaza), por adeudos de más de 6 meses de salario. El paro continuó y se extendió a otras escuelas y facultades, llegando a ser 24 en las que se suspendieron actividades, habiendo sido tomados algunos planteles ya en este año. La reacción del estudiantado fue una muestra de solidaridad con el personal académico que no fue el que inició el paro. Se trata de algo interesante, pero más allá de ello, se trata de un escenario absurdo: los alumnos salen en defensa de los derechos laborales de los docentes y las autoridades ni se inmutan.
La respuesta institucional fue que la falta de pago se debió a problemas administrativos que se complicaron con la pandemia, lo cual resulta incomprensible. En muchos años nunca había ocurrido en la UNAM algo así, por lo menos en lo que da mi memoria. Cierto, es normal que se den retrasos, pero en situaciones particulares, como cuando ingresé a trabajar en 1981 y por problemas con la firma del contrato, que luego se extravió en el fondo del cajón del escritorio de una secretaria, cobré mi primer sueldo meses después, pero es un caso excepcional, no algo generalizado como aquí ha ocurrido. De ahí la pregunta ¿Qué tipo de problemas administrativos ocurrieron?, ¿en qué los complicó la pandemia?
Hasta el momento no conozco declaraciones claras y contundentes de las autoridades, ni a nivel central ni en cada una de las dependencias afectadas que, considero, no actuaron de manera eficaz para conseguir el levantamiento del paro, que ha puesto en riesgo el semestre a pesar de la ampliación del calendario escolar. En donde ya se ha levantado el paro, en días recientes, es muy difícil que en pocos días, de aquí al 2 de julio, se puedan cubrir cabalmente todos los programas. Cuando se reestructuró el calendario escolar, se indicó que con paro o sin paro las actas de calificaciones deben de ser llenadas y, al no haberse impartido clases, una opción es poner a todos los alumnos NP, o bien que tomen la opción de una baja temporal. Con tales medidas, el retraso en las trayectorias escolares es un hecho, independientemente de que a última hora, de manera forzada, donde se levante el paro en estos días, se trate de cubrir el semestre, lo cual no tiene sentido.
Se ha dicho que al momento todos los adeudos han sido cubiertos. Sin embargo el paro continúa debido a que los estudiantes formularon pliegos petitorios que incluyen otras demandas. Uno puede preguntarse si atrás de todo esto hay una intencionalidad oculta, que al momento resulta incomprensible. No se trata de un movimiento claro, como la huelga de 1999 en sus inicios y que posteriormente también fue manipulada por intereses gubernamentales para opacar el resultado triunfal para los estudiantes. Es por lo que este paro me parece muy extraño. ¿Quiénes son sus dirigentes? No hay cabezas visibles y es difícil creer que todo es la autoorganización espontánea de las masas. Para la historia de la UNAM, este paro durante la pandemia quedará registrado como un acontecimiento sin un claro sentido político, un acto de solidaridad estudiantil hacia un sector del profesorado, carente de privilegios, que topó con la insensibilidad de las autoridades para darle una salida rápida, anteponiendo argumentos administrativos, lo que deja ver un grave deterioro en la capacidad de gestión y oficio político, algo desconcertante que me hace pensar en la estructura de la burocracia y su disfuncionalidad, temas que fueron magistralmente abordados por R.K. Merton en su magna obra Teoría y Estructura sociales (4ª edición, 2002), que vale la pena estudiar.
El padre Ubú no enfrentó paros en universidades, que no existían en su reino, pero imaginemos que algo así hubiera ocurrido. Su respuesta hubiera sido la represión a cargo del capitán Bordura. Afortunadamente en el caso que aquí abordamos tal cosa no ocurrió, ni ocurrirá, aunque la falta de iniciativas para solucionar los problemas sea algo gravemente peligroso y nocivo.
¡Para mí es suficiente!
Biólogo (UNAM), Maestro en Ciencias en Bioquímica (CINVESTAV), Doctor en Ciencias (UNAM), Premio a la mejor tesis doctoral en ciencias sociales en el área de historia por la Academia Mexicana de Ciencias (1999), Postdoctorado en el Centro de Sociología de la Innovación de la Escuela Nacional Superior de Minas de París, Francia. Director fundador de la Escuela de Biología de la UAP, Presidente de la Sociedad Mexicana de Historia de la Ciencia y de la Tecnología A.C (SMHCT) (2008-2014), profesor-investigador de la FES Iztacala de la UNAM.
Noviembre 19, 2024 / Por Antonio Bello Quiroz
Noviembre 19, 2024 / Por Márcia Batista Ramos
Noviembre 15, 2024 / Por Márcia Batista Ramos
Noviembre 12, 2024 / Por Antonio Bello Quiroz
Noviembre 12, 2024 / Por Márcia Batista Ramos
Noviembre 08, 2024 / Por Fernando Percino
Noviembre 08, 2024 / Por Márcia Batista Ramos
Noviembre 05, 2024 / Por Antonio Bello Quiroz