Ubú
Agosto 27, 2021 / Por Ismael Ledesma Mateos
Mi amigo Lalo Ochoa me envió la portada de un libro titulado El PCM raíz centenaria del PRD 1919-2019 elaborado por Javier Gustavo Espinoza Ramírez, que lo firma como “compilación y notas”. Se trata de un libro interesante, con diversos colaboradores —algunos que conozco y muchos otros que no—, pero que hacen una narrativa que no es congruente con la realidad. Es común la búsqueda del “precursor”, del ancestro, algo que psicoanalíticamente sería equivalente al encuentro del “padre perdido”. En un texto trascendental, Madeleine Barthélemy-Madaule (2001), Lamarck o el mito del precursor, aborda este problema que es grave en la historia, uno de los graves atavismos que abordamos.
De ninguna manera el PCM fue raíz del PRD. Se quedaron con nuestro número de registro, que costó mucho conseguir cuando Jesús Reyes Heroles era Secretario de Gobernación. Pero el PRD es un engendro donde participaron priistas como Muñoz Ledo, Cuauhtémoc Cárdenas e Ifigenia Martínez, así como sátrapas como “los Chuchos”, que venían del PST, partido creado por Echeverría para contrarrestar al PCM. También había troskistas, como Rosario Ibarra de Piedra. Por lo tanto, no es una derivación del PCM. El PCM dio lugar al PSUM, y éste se volvió el PMS. Luego de ello vino el movimiento cardenista después del fraude de 1988 y finalmente el PRD. ¡Así que no me vengan con este cuento de que el PRD viene del PCM!
Yo fui militante del PCM, pero después no estuve en ninguno de los posteriores partidos, ni en el PSUM, ni el PMS y mucho menos en el PRD. En 1999, participé en el Partido de Centro Democrático (PCD), que fundamos con Manuel Camacho y Marcelo Ebrard, dónde tuvimos un rotundo fracaso. Lo bueno es que me fui a hacer mi postdoctorado a París y le dejé mi candidatura a senador a Alfonso Vélez Pliego, y Marcelo Ebrard declinó por AMLO. Pero el PCD ni siquiera conservó el registro. Sin embargo era una opción valiosa para una izquierda democrática.
En un recuento, el candidato de la izquierda, del PMS, en 1988 era Heberto Castillo, pero finalmente declinó para apoyar a Cuauhtémoc Cárdenas, cosa que para mí fue frustrante. Existe una foto de Cuauhtémoc con Díaz Ordaz, a pocos días de la masacre del 2 de octubre de 1968. No entiendo cómo pueden haberlo considerado candidato de la izquierda. ¡Es algo absurdo y aberrante! Pero así es la historia, la de una nación paradójica.
En la política mexicana impera la demagogia La palabra “demagogia” fue usada por primera vez en la comedia Los caballeros de Aristófanes, en el 424 a.C. (véase Canfora, 1994: 9). En sus primeras expresiones —en Aristófanes, Tucídides, pero también en algunos pasajes de Aristóteles—, el término tiene una acepción neutral, que indica simplemente la “guía política de la ciudad”, es decir, la actividad política desarrollada en posiciones de mando (véase Canfora: 9-12). Sin embargo, rápidamente la demagogia se vuelve una “mala” palabra, un epíteto que sirve para calificar de manera negativa el modo de hacer política de aquel que busca sólo los consensos fáciles. Aristóteles define al demagogo como un “adulador del pueblo” (Política, V, 1313b). 1 Platón pinta en esta clave a los sofistas, cuyo saber se reduce a la capacidad de adivinar los gustos y los deseos de las masas: “lo único que enseñan es precisamente las opiniones de la masa misma, que son expresadas cuando se reúnen colectivamente, y es esto lo que llaman saber” (Repubblica, 493a). 2 Cuando se hace referencia al pueblo (demos), a los muchos (polloi) o a la multitud (plethos), en estos contextos, no se alude al cuerpo cívico en su totalidad, formado por todos aquellos que son titulares de los derechos políticos, sino a los estratos más humildes de la población: la masa de los “pobres” que, obligados a desempeñar trabajos manuales para vivir, no tienen la posibilidad de cultivar la mente y resultan, por ende, particularmente vulnerables a las falsas promesas de los demagogos. Para sintonizarse con este género de auditorio, los líderes políticos deben descender a su nivel, simplificar el mensaje, adaptarse incluso en el lenguaje, en la posición, en los gestos al modo de ser de la “gente común”. Refiriéndose a Cleón, el demagogo por antonomasia en la literatura griega, Aristóteles escribe que “él, primero, se pone a gritar y a injuriar desde la tribuna, y arenga al pueblo poniéndose un delantal, mientras que todos los demás oradores hablaban en modo adecuado” (Costituzione degli Ateniesi, XXVIII, 3).
El PCM era un partido que buscaba la libertad política, la igualdad de los ciudadanos, el poder para el pueblo de los derechos de obreros y campesinos, el bien común, de ahí el nombre de “comunista”, un partido que fue clandestino, que resistió los embates de gobiernos autoritarios, que se sostuvo ante las agresiones derechistas en plena guerra fría donde militamos muchos arriesgando el pellejo, en medio de la represión de la “guerra sucia”, en cambio el PRD es un partido acomodaticio y oportunista. Y la historia nos muestra que no es un heredero del PCM, y una buena muestra de ello, la más reciente, es su alianza con el PRI y el PAN, algo realmente inconcebible y repugnante.
El mismo Padre Ubú se escandalizaría con tales comparaciones. Él era congruente con sus bajos instintos, por su pasión por el poder y las phinanzas, pero no un oportunista y corrupto como los políticos mexicanos del PRI, PAN y PRD que tenemos que sufrir hoy en día.
¡Vamos a interrumpir aquí!
Biólogo (UNAM), Maestro en Ciencias en Bioquímica (CINVESTAV), Doctor en Ciencias (UNAM), Premio a la mejor tesis doctoral en ciencias sociales en el área de historia por la Academia Mexicana de Ciencias (1999), Postdoctorado en el Centro de Sociología de la Innovación de la Escuela Nacional Superior de Minas de París, Francia. Director fundador de la Escuela de Biología de la UAP, Presidente de la Sociedad Mexicana de Historia de la Ciencia y de la Tecnología A.C (SMHCT) (2008-2014), profesor-investigador de la FES Iztacala de la UNAM.
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