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Historia de la ciencia: una vivencia personal

Historia de la ciencia: una vivencia personal

Abril 23, 2021 / Por Ismael Ledesma Mateos

Yo me dedico desde hace años a la historia de la biología, la cual es apasionante pero se trata de una disciplina incomprendida que ha tenido que librar batallas en los planteles donde se enseña. En 1987, cuando se puso en marcha la escuela de biología de la UAP, su plan de estudios incluyó la materia “Introducción a la biología general”, que en realidad era un curso de historia de la biología. Su nombre obedecía a la idea de que la manera correcta de introducir a un alumno en la ciencia que va a estudiar es por el camino de la historia. Fue la primera ocasión en que se impartió en México una materia así, con carácter obligatorio, en el primer semestre de la carrera. Ya en la Facultad de Ciencias de la UNAM se impartía como optativa, pero para el diseño del nuevo plan de estudios de la UAP era determinante que fuera obligatoria, pues estudiar una ciencia sin una visión de su génesis conduce a una visión tecnocrática y acrítica de la realidad. Sin embargo, no es una tarea fácil. Existen múltiples resistencias hacia la enseñanza de esta disciplina, además de la falta de profesores y libros para impartirla. De hecho, por tal razón escribí un libro al respecto: Historia de la Biología, AGT Editor, 2000.

La historia de la biología forma parte de la historia de la ciencia, que es más amplia pues involucra la historia de diferentes disciplinas. Mi primer contacto con la historia de la ciencia fue el curso que tomé en la Escuela de Filosofía y Letras de la UAP impartido por el Rector, el ingeniero Luis Rivera Terrazas, que en verdad era historia de la física. En este utilizábamos el magnífico libro de Arnold Arons, Evolución histórica de los conceptos de la física, que me permitió adentrarme a esta disciplina maravillosa. Yo concluía, en ese entonces, la preparatoria; y en la carrera de biólogo en la UNAM no tuve ningún curso de historia de la ciencia, pero nunca dejé mi obsesión y cuando comencé a trabajar, en 1981, impartiendo Teoría de la Evolución (Biología General II), le dedicaba una parte importante a la historia del pensamiento evolucionista.

Por razones personales, en la UAP fui oyente de varias materias en Filosofía y Letras, priorizando las relacionadas con la historia, y luego también en la UNAM, por lo que no perdí en contacto con cuestiones relacionadas con la historia —como mis cursos de “Ideología y Sociedad” con Gabriel Vargas Lozano, que fueron cruciales en mi formación, donde leí La estructura de las revoluciones científicas de T.S. Kuhn, que orientó mi pensamiento en historia de la ciencia—. Yo sabía que, como biólogo, estaba incompleto sin la historia. Más allá de las ideas juveniles, donde dudé entre ser biólogo o licenciado en historia, para mí el vínculo entre las dos disciplinas es sólido.

A partir de mi gestión como director de la Escuela de Biología, promoví la enseñanza de la historia, consiguiendo que se discutiera el tema en reuniones de escuelas de biología. Actualmente en la FES Iztacala de la UNAM, también es obligatoria en primer semestre; y ya lo es en la Facultad de Ciencias. En la Universidad Complutense de Madrid era una materia optativa, llamada “Evolución de Teorías y Métodos de la Biología”, que tomaban todos los alumnos. Y así ocurre en muchas universidades. Durante el gobierno socialista de Lionel Jospin, en Francia, se pretendió poner en marcha un proyecto llamado “Misión historia y filosofía de la ciencia”, coordinado por el filósofo Dominique Lecourt, que pretendía que en todas las carreras profesionales se introdujera como materia obligatoria la historia y la filosofía de su disciplina. Sin embargo, esto no se llevó a cabo por un cambio en el gobierno.

Aun hoy, uno enfrenta las críticas contra la enseñanza de la historia de la ciencia. Y ante la pregunta ¿para qué?, la respuesta es simple: para el entendimiento del proceso de construcción del conocimiento y de la realidad actual. No se trata del viejo cliché que dice “para entender el presente es necesario conocer el pasado”. Es algo crucial y necesario. Así, por ejemplo, al iniciar una investigación actual es necesario buscar todos los antecedentes que dan cuenta del estado del conocimiento del problema, y esa es una forma mínima de hacer historia. La historia de la ciencia es crucial para la toma de decisiones y orientar las acciones en el presente y a futuro. No es especulación.

Esa es una razón de peso para considerarla en los planes de estudio para la formación de los futuros científicos, debiendo insistir en la necesidad de su introducción en todas las carreras de índole científica en el mundo. Hasta la fecha, la Sociedad Mexicana de Historia de la Ciencia y de la Tecnología ha conseguido ejercer una labor al respecto y esperemos que pueda ser aún más eficaz, pues se trata de un asunto que no debe ser despreciado y en el que se debe poner especial atención, ya que de ninguna manera es un tema de “cultura general”.

El Padre Ubú no tendría esta clase de preocupaciones. La ignorancia es una forma de vacuna que libra de esos males. Pero en su reino, ya sin él en el poder, podrá haber ciencia y esa tendrá una historia que deberá incluir lo que fue el predominio de Ubú Rey en el poder, como pasa con las historias de varios países, por ejemplo con la destrucción de la ciencia en España con el franquismo, una etapa por demás interesante para la historia de la ciencia, o el lysenkismo en la Unión Sovietica. Y respecto a procesos de ese tipo hay mucho que decir, pues la historia de la ciencia no es una disciplina descriptiva sino analítica y de gran complejidad y profundidad teórica.

 

¡Vamos a interrumpir aquí!

 

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Ismael Ledesma Mateos

Biólogo (UNAM), Maestro en Ciencias en Bioquímica (CINVESTAV), Doctor en Ciencias (UNAM), Premio a la mejor tesis doctoral en ciencias sociales en el área de historia por la Academia Mexicana de Ciencias (1999), Postdoctorado en el Centro de Sociología de la Innovación de la Escuela Nacional Superior de Minas de París, Francia. Director fundador de la Escuela de Biología de la UAP, Presidente de la Sociedad Mexicana de Historia de la Ciencia y de la Tecnología A.C (SMHCT) (2008-2014), profesor-investigador de la FES Iztacala de la UNAM.

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