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La cuestión de Ucrania

La cuestión de Ucrania

Marzo 04, 2022 / Por Ismael Ledesma Mateos

Cuando fui militante en el Partido Comunista Mexicano (PCM), en mi juventud, existían ya posiciones encontradas. Recuerdo a un camarada profesor de física en la UAP que llegó un día diciendo que venía de la “madre patria”. Yo le pregunté: ¿de España? Me respondió: “No de la ‘madre patria ideológica’, la URSS”. Para ese momento, en los años setenta, ya existían fracturas muy fuertes entre los comunistas en todo el mundo: había ocurrido la invasión soviética a Checoeslovaquia, en 1968, para reprimir la llamada “Primavera de Praga”, un movimiento comunista democrático y renovador que fue censurado por el PCM. Un acontecimiento trascendente fue el surgimiento del Eurocomunismo en España, Francia e Italia, y movimientos disidentes pero comunistas en Europa oriental.

Un momento memorable fue la actuación de Rudolf Bahro, con la publicación de su libro La Alternativa en Europa Oriental. Una contribución a la crítica del socialismo actualmente existente, reseñado en la revista alemana occidental Der Spiegel, y su posterior arresto el 25 de agosto de 1977, el mismo año en que Santiago Carrillo, el emblemático dirigente del Partido Comunista Español, publicó Eurocomunismo y Estado. Los tiempos habían cambiado y la ortodoxia stalinista se había debilitado. Yo, para esos momentos, me había convertido en alguien profundamente antisoviético, detestaba los libros de lo que llamaba el marxismo manualero, que no tenían nada que ver con el pensamiento original de Marx, pero en muchos lugares del mundo había movimientos comunistas y socialistas con una orientación distinta a la soviética.

El tiempo pasó y en 1981 el PCM desapareció. Yo había sido expulsado junto con 77 camaradas por apoyar la candidatura de Alfonso Vélez Pliego —ex dirigente del PCM en Puebla— a la rectoría de la UAP y cuando se creo el PSUM como nuevo partido ya no quise ingresar, lo cual no significa que renunciara a mis convicciones de izquierda. En unos años, en la URSS ocurrió un fenómeno para mí fatídico y creo que nefasto para el mundo: la llegada de Mijaíl Gorbachov al gobierno. Él fue el responsable del desmantelamiento de esa gran nación, con grandes virtudes a pesar de todos sus defectos. El contribuyó, en 1989, a la caída del “Muro de Berlín” y, basado en su política llamada “Perestroika” y la “Glasnot”, llevó a la destrucción a la URSS.

Subjetivamente creo que fue alguien cooptado por los Estados Unidos para llevar a la separación de repúblicas que formaban parte de la URSS, entre ellas la independencia de Ucrania, una región simbólica, completamente rusa. Es algo tan aberrante como si Veracruz se independizara de México. Gorbachov cayó a los pies del capitalismo. Recuerdo comerciales donde aparece y los rusos gritan “larga vida a Gorbachov, que nos trajo Pizza Hut”, o bien viajando en un taxi con una maleta de Louis Vuitton, además de otros para Sony Pictures. Este traidor a su patria fue el responsable de la separación de Ucrania.

El gobierno actual del presidente Vladimir Putin no es comunista ni socialista, pero es evidente que, en un afán nacionalista, pretende restablecer su gran nación y eventos cruciales han sido la recuperación de Crimea y ahora, determinantemente, de Ucrania. La escalada mediática en contra de Rusia obedece a los intereses de Estados Unidos, buscando obtener posiciones estratégicas en Europa Oriental con la intención de frenar el ascenso de Rusia.

La argumentación de Putin es que su ataque busca eliminar un régimen neonazi que ha agredido a grandes sectores de la población ucraniana, que consideran como una salida su anexión a Rusia, sin embargo, a nivel mediático todas las posturas pro-rusas son censuradas, mostrando al régimen de Putin como un invasor violento. Para juzgar esto habría que tener más datos, pero insisto en que Ucrania separada de Rusia es un contrasentido histórico y eso lo entiende muy bien el gobierno de Moscú. De hecho, varios gobernantes soviéticos eran ucranianos.

La actitud del gobierno mexicano es la correcta: censurar la invasión a un país proclamado como soberano. Ésa es una posición diplomática y de política exterior que se apega a los principios constitucionales que nos rigen, así como a la doctrina Estrada. Sería incorrecto que México tomara otro tipo de posicionamiento, pero a título personal, considero que la invasión sí es justificada por razones históricas, y habría que saber qué es los que los neonazis han hecho a la población de ese país. Como en todos estos casos se requiere información que, evidentemente, no se encontrará en los medios de comunicación.

Debe esperarse una pronta resolución del conflicto, sin más muertes, pero creo —pesimistamente, como soy— que la vía diplomática no tiene muchas posibilidades de éxito. Lo crucial aquí es una negociación política directa entre los dos gobiernos, pero un factor que la dificulta son las presiones internacionales y el uso de la fuerza. Se trata de un problema latente que ya se veía venir desde hace años y estalló, y sin duda es el conflicto bélico más importante de nuestra época, que nos recuerda los riesgos de la “Guerra Fría”, sobre todo por la actitud injerencista e intervencionista de Estados Unidos. El analista internacional Alfredo Jalife-Rahme ha subrayado que la actual tensión expresada en la frontera entre Rusia y Ucrania comenzó en 2014, cuando fue derrocado el gobierno ucraniano de Víktor Yanukóvich, prorruso, por intervención de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) del gobierno de Estados Unidos.

En efecto, el derrocamiento de un presidente afín a Moscú fue parte de una estrategia para tener un enclave geopolítico y estratégico cerca de Rusia, algo que el gobierno de Putin no podía permitir. Esa es una motivación más del conflicto, que tiene muchas aristas, incluso de conflictos religiosos entre facciones de la iglesia ortodoxa, además de los intereses económicos ligados con la distribución de gas, pero el componente histórico es algo crucial. En Crimea se llevó a cabo la conferencia de Yalta, que fue la reunión que mantuvieron antes de terminar la Segunda Guerra Mundial (del 4 al 11 de febrero de 1945) Stalin, Churchill y Roosevelt, como jefes de gobierno de la Unión Soviética, del Reino Unido y de Estados Unidos, y que tuvo lugar en el antiguo palacio imperial de Livadia, en Yalta. Ahí se dividieron el mundo y puede considerarse como el comienzo de la Guerra Fría.

Y antes de ello, en 1905, Odesa, una ciudad de Ucrania, vivió una revolución de trabajadores. El famoso largometraje El acorazado Potemkin, del director Serguéi Eisenstein, hace referencia a este evento e incluye una de las escenas más famosas de la historia del cine, donde cientos de civiles son asesinados en una escalera de piedra. La masacre nunca ocurrió en la realidad, pero la película terminó convenciendo a muchas personas de que había sido real y durante muchas décadas los escalones de Odesa han sido una atracción turística de Odesa. ¿Cómo entonces Ucrania no va a ser parte de Rusia?

 

El Padre Ubú invadió un reino para hacerse del poder, pero lo hizo sólo por ambición, no por convicciones ni consideraciones históricas. Este no es el caso. Y aquí el resultado de este conflicto espero que deba poner las cosas en su lugar, considerando la voluntad genuina del pueblo ucraniano, cosa que los medios de comunicación no nos permitirán saber.

 

¡Para mí es suficiente!

 

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Ismael Ledesma Mateos

Biólogo (UNAM), Maestro en Ciencias en Bioquímica (CINVESTAV), Doctor en Ciencias (UNAM), Premio a la mejor tesis doctoral en ciencias sociales en el área de historia por la Academia Mexicana de Ciencias (1999), Postdoctorado en el Centro de Sociología de la Innovación de la Escuela Nacional Superior de Minas de París, Francia. Director fundador de la Escuela de Biología de la UAP, Presidente de la Sociedad Mexicana de Historia de la Ciencia y de la Tecnología A.C (SMHCT) (2008-2014), profesor-investigador de la FES Iztacala de la UNAM.

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