Ubú
Febrero 24, 2023 / Por Ismael Ledesma Mateos
Portada: Lorenzo Córdova durante el homenaje a Arnaldo Córdova en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
Cuando escucho hablar del INE, la primera idea que viene a mi mente por asociación libre es inmundicia. Una institución donde priva la corrupción y el abuso, con el gasto en la realización de las elecciones más alto del mundo. En sus inicios, parecía una institución que contribuiría a la consolidación de la democracia y que sería un garante de elecciones limpias y del respeto al voto, luego del fraude electoral de 1988, que generó la desconfianza en que la Secretaría de Gobernación manejara esos procesos, una idea falaz pues lo ocurrido en esa ocasión no fue obra de gobernación sino de una operación realizada por agentes externos, al servicio de la candidatura de Carlos Salinas de Gortari.
El IFE comenzó a existir en 1990, presidido por Fernando Gutiérrez Barrios, secretario de gobernación, pero posteriormente, en 1994, se inició el proceso de ciudadanización. Serán Consejeros Ciudadanos: Santiago Creel Miranda, Miguel Ángel Granados Chapa, José Agustín Ortiz Pinchetti, Ricardo Pozas Horcasitas, José Woldenberg Karakowski y Fernando Zertuche Muñoz, nombrados a propuesta de las fracciones partidarias en la Cámara de Diputados. Posteriormente, luego de otra reforma, fue electo consejero presidente José Woldenberg Karakowski, antiguo militante de izquierda en el Movimiento de Acción Popular (MAP) y luego en el Partido Mexicano Socialista (PMS) y hoy convertido en un derechista.
El momento más asqueroso del IFE fue el fraude electoral de 2006, entonces presidido por Luis Carlos Ugalde, que acabó para muchos con la credibilidad del instituto. El último presidente del IFE fue Lorenzo Córdova Vianello, del 8 de enero al 4 de febrero de 2014, cuando se transformó en Instituto Nacional Electoral (INE), del cual se convirtió en presidente. Parecía una renovación importante. Yo lo había escuchado en la televisión con intervenciones acertadas y otros aspectos que hablaban en su favor eran que trabajaba en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM y que es hijo de una importante investigadora en letras clásicas, la Dra. Anna Paola Vianello, y sobre todo de un gran teórico de la ciencia política, el Dr. Arnaldo Córdova. Uno pensaría que con ese linaje sería un hombre de izquierda, pero no fue así: resultó un individuo al servicio de la derecha y de los intereses del antiguo régimen, un verdadero reaccionario.
Arnaldo Córdova es un autor fundamental para el entendimiento de la realidad política mexicana del siglo XX. Cuando era alumno de la Escuela Preparatoria Diurna Lic. Benito Juárez, en mi curso de Historia de México II, en cuarto semestre, leí dos de sus principales libros: La formación del poder político en México (1972) y La ideología de la Revolución Mexicana. La formación de un nuevo régimen (1973) —ambos de Ediciones Era—, que son textos extraordinarios, el primero sintético pero con gran profundidad y el segundo muy extenso, los cuales fueron de gran valor en la construcción de mi pensamiento.
La formación del poder político en México consta de una introducción y cinco capítulos: 1. La constitución del gobierno fuerte; 2. ¿Revolución o reforma?; 3. Colaboracionismo de clases y populismo; 4. El fenómeno del presidencialismo; 5. Desarrollo y dependencia.
En el otro libro, La ideología de la Revolución Mexicana, luego de una introducción rigurosa, continúa con seis capítulos. El primero, “Liberalismo y Positivismo”, aborda: 1. El programa político de la dictadura; 2. El diseño histórico nacional de la ideología porfirista; 3. Orden y progreso; 4. La biología de la sociedad: 5. El “go ahead” americano. El segundo, “Del Liberalismo al Populismo”, consta de: 1. El retorno liberal; 2. El desarrollo de la libertad; 3. El redescubrimiento del pueblo a) Madero, b) Orozco, c) El Programa del Partido Liberal Mexicano, d) Molina Enríquez, e) Cabrera. El tercero, “La otra Revolución”, trata: 1. La revolución campesina: un imposible: a) Zapata, b) Villa, c) Villistas y zapatistas; 2. La utopía revolucionaria de Ricardo Flores Magón. El cuarto, “La asunción del populismo”, aborda: 1. El dirigente revolucionario de nuevo tipo; 2. Reformismo y revolución; 3. El poder de las reformas; 4. El nuevo Leviatán; 5. La amenaza exterior. El quinto, “El Caudillismo y la ideología populista” contiene: 1. El caudillo revolucionario; 2. La conciliación de las clases; 3. El sueño de una sociedad agraria de pequeños productores; 4. La política del caudillo y su ocaso; 5. El difícil reconocimiento. El sexto, “La política del hombre fuerte”, contiene: 1. La herencia del populismo; 2. La manipulación del trabajo; 3. El problema agrario; 4. El viraje institucional; 5. La reforma hacendaria; 5. La reforma militar; 6. La diplomacia de “ham and eggs”.
La obra culmina con un anexo de gran valor, con los documentos: Programa del partido liberal; Plan de San Luis Potosí; Plan de Ayala; Reformas al Plan de Ayala; Ratificación del Plan de Ayala; Plan de Guadalupe; Adiciones al Plan de Guadalupe; Ley del 6 de enero de 1915; Manifiesto de la Casa del Obrero Mundial; Decreto antiobrero de Carranza; Ley agraria del general Francisco Villa; Ley agraria de la Soberana Convención Revolucionaria; Programa de reformas político-sociales de la Convención; Artículo 27 de la Constitución de 1917; Artículo 123 de la Constitución de 1917; La Doctrina Carranza.
Tan solo estos índices dan cuenta del enfoque del autor para la comprensión de la realidad mexicana, que valdría la pena que estos libros se leyeran en el contexto de la realidad política actual y que contrastan con las aberraciones que el hijo del autor realiza en el INE, las cuales ameritarían que saliera de su tumba lleno de horror y decepción.
Estas son lecturas realmente pertinentes para México y no encajan precisamente para el reino de Ubú, aunque las cuestiones relativas al poder político son universales y válidas para todo el mundo. Se trate de una nación tan compleja como la nuestra, o de un pequeño reino, los oligarcas y autócratas siempre estarán presentes.
¡Para mí es suficiente!
Biólogo (UNAM), Maestro en Ciencias en Bioquímica (CINVESTAV), Doctor en Ciencias (UNAM), Premio a la mejor tesis doctoral en ciencias sociales en el área de historia por la Academia Mexicana de Ciencias (1999), Postdoctorado en el Centro de Sociología de la Innovación de la Escuela Nacional Superior de Minas de París, Francia. Director fundador de la Escuela de Biología de la UAP, Presidente de la Sociedad Mexicana de Historia de la Ciencia y de la Tecnología A.C (SMHCT) (2008-2014), profesor-investigador de la FES Iztacala de la UNAM.
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